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 miércoles, 16 de febrero de 2005  
Tras el sangriento motín en la penitenciaría de Córdoba
"Los reclamos son genuinos", dijo un carcelero que fue rehén
Walter Montenegro fue golpeado y herido por los presos. Denunció que trabajan en condiciones "inhumanas"

"Los reclamos de los 1.600 internos son genuinos". La frase no corresponde a ningún organismo defensor de los derechos humanos, ni mucho menos a algún vocero de los presos del penal cordobés de San Martín, lugar donde la semana pasada se desató un sangriento motín que concluyó tras 24 horas de tensión con 8 muertos. La afirmación la formuló Walter Montenegro, el guardiacárcel que estuvo como rehén de los amotinados y que fue exhibido semidesnudo ante la TV mientras uno de los detenidos le infligía cortes con una chuza.

Con las declaraciones hechas al Canal 10 de Córdoba y reproducidas por el diario La Voz del Interior, Montenegro rompió el silencio que mantuvo desde el viernes, cuando concluyó el alzamiento. Pero el gaurdiacárcel no sólo reivindicó las demandas de los presos sino que también planteó reclamos de sus compañeros por las condiciones "inhumanas" de trabajo.

Vale recordar que, aunque oficialmente se sostuvo que el alzamiento se inició con una pelea entre dos grupos rivales de internos, las primeras demandas de los reclusos tenían que ver con el régimen de visitas y llegaron a pedir que el gobierno amnistíe a los condenados a cadena perpetua.

"Se me heló hasta el último dedo, nadie se puede imaginar esto", dijo Montenegro, quien sostuvo que "a lo sumo eran 50 guardias" cuando se produjo la revuelta. "Cuando empezó todo en el pabellón estábamos yo y un compañero para controlar a 700 presos. En un momento se nos vinieron todos encima, era como una ola gigante y nosotros no teníamos nada para defendernos. Estábamos solos", relató el guardiacárcel.

A cinco días del episodio "más triste" de su vida, Montenegro reconoció: "Físicamente estoy bien, los golpes se me están curando, pero ahora la angustia va por dentro... el dolor que le provoqué a mi familia", sostuvo el hombre al que los presos amenazaban con tirar al vacío desde lo alto de los muros del presidio y que recibió golpes y cortes en distintas partes del cuerpo. "Me pedían que les diga a mis compañeros que no disparen, que bajen las armas porque sino me iban a tirar", recordó.

En en un momento del diálogo, Montenegro reconoció que se sintió "abandonado" por sus superiores. "Entraron oficiales para que liberen a algunos familiares, pero no intercedieron para que nos larguen a nosotros. Nos abandonaron", dijo.

El guardiacárcel manifestó además que el trabajo que realiza "es inhumano", ya que no cuenta con los elementos básicos y necesarios para su tarea. "Este trabajo se podría mejorar si nos dieran mejores elementos, más respaldo y más seguridad".

En ese sentido, reclamó hablar con el gobernador José Manuel de la Sota para plantearle los reclamos de los guardiacárceles "contratados", que en la provincia suman un total de 700."¿Cómo puede ser que un compañero haya muerto de un tiro en la cabeza?", se preguntó. Y dijo: "Ese chico no tenía ni casco", para aclarar luego que "recién ahora", después del motín, la provincia les proveyó de nuevos uniformes.

Consultado sobre cuántos guardias había el día del motín, dijo que en la guardia interna "había unos veinte y pico" para controlar a más de 1.600 reclusos; mientras que en la guardia externa eran otros 20.

Por último dijo: "Siento miedo, no creo que vaya a volver (al penal). Te imaginás: son 1.600 reclusos, a diez familiares por cada uno... tengo miedo".
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Walter Montenegro en su peor momento: herido y en manos de los reclusos.

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