Año CXXXVII Nº 48645
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales


suplementos
ediciones anteriores
Salud 26/01
Autos 26/01
Turismo 23/01
Mujer 23/01
Economía 23/01
Señales 23/01

contacto
servicios
Institucional

 domingo, 30 de enero de 2005  
Horacio Galíndez: un win goleador

Miguel Pisano / La Capital

No muchos wines izquierdos sacaron chapa de goleador. No era común allá por los años 50. Y esa extraña combinación que tenía su juego le abrió las puertas de Newell's en 1949, que lo fue a buscar a su Estudiantes de Río Cuarto. Horacio Hugo Teodoro Galíndez es uno de estos wines zurdos locos que ya no se ven en las canchas, y hoy en su Rosario por adopción luce una vitalidad sanamente envidiable con sus 73 años.

"Debo ser el primer riocuartense en venir a Rosario a jugar al fútbol. Tenía 18 años y al mes de llegar a Newell's debuté contra un seleccionado de Villa María. Tenía un susto... Es que venir del interior y jugar con futbolistas que sólo veía en figuritas era algo extraordinario. Después uno se va haciendo y no lo siente. Así que tuve la fortuna de jugar con los que formaban aquel equipo rojinegro de Musimessi; Colman y Cabrera; Lombardo, Faina y Puisegur; Contini, Mardizza, Benavídez, Montaño y Ortigüela", repasa Galíndez.

"En aquel tiempo era difícil llegar a primera, había 4 ó 5 buenos wines por equipo y no se hacían cambios. Se necesitaba una cuota más grande de suerte que hoy y no la tuve, pero tengo la satisfacción de haber compartido el ala izquierda de Newell's con la Bruja Belén, un fenómeno. Con él debutamos juntos en la tercera, fue ante Independiente y ganamos con goles nuestros", cuenta el cordobés nacido el 8 de julio de 1931 en Marcos Juárez, pero riocuartense desde que su padre Gregorio Leoncio cambió de ciudad cuando él sólo tenía un año.

"No tenía nombre mi viejo, ¿y yo? Menos mal que le quitaron el almanaque a mi mamá, me puso tres nombres, Horacio Hugo Teodoro, aunque para las chicas soy Te adoro", tira Galíndez y se manda un pique, tal como lo hace una vez por semana en el fulbito con sus amigos o en su bicicleta.

Con pocas chances de jugar en la primera leprosa, en 1953 le hizo caso a Vicente de la Mata y "me fui a Central Córdoba, pero como era medio rebelde sólo estuve un año. Es que me hacían jugar los sábados en Primera B (las estadísticas marcan que jugó 15 partidos y marcó 4 goles) y los domingos en la local de la Rosarina. Y eso que había buenos jugadores, como la Chanchita Scavone, el zurdo López, Bellis", cuenta para enseguida agregar que "esto fue hasta que un sábado le ganamos 3 a 1 a Nueva Chicago, con dos goles míos, y al otro día no me presenté para jugar contra Central. Y me suspendieron tres meses sin goce de sueldo", sonríe Hugo.

Tras eso, llegó la posibilidad de ir al fútbol del interior, aunque los charrúas "no me querían dar el pase. Hasta que vinieron a buscarme de Sportivo Baradero, donde estaban Fabbiani, que había sido compañero mío en Newell's; el Negro Espinoza; Julio San Lorenzo; Pepe (suegro del Bambino Veira) y otro ex charrúa, Lucho Mansilla. Eso fue en 1955 y tuve la suerte de que salimos campeones. De ahí pasé a Canals y también logramos el título. Y en el 57 repetí en Sportivo Las Parejas, siendo además el goleador del torneo, por lo que me dieron ese trofeo", señala Galíndez un segundo antes de que el fotógrafo lo tocara y lo hiciera caer "porque está despegada la base", lo salva el dueño del trofeo.

Y como parecía una costumbre festejar a fin de año, dio más vueltas olímpicas "en Sarmiento de Leones en el 58 y 59, donde jugué con el papá de Mario Kempes, que era marcador de punta y rascaba de lo lindo. También estaban Danduch, Américo Tissera (ex arquero de Central), Cabó (ex Saladillo), Barbita Barbacoa (ex centrofóbar auriazul) y la Linda Frade, que jugó en Tiro Federal y Brasil", recuerda con precisión previo a decir que sus últimos cotejos oficiales fueron en "los dos clubes de Centeno e Independiente de Correa. Me cansé y antes de los 30 años no jugué más" cuenta el "intermitente" o "el loco", tal como lo apodaban entonces.

"¿Por qué? Es que si no me tiraban la pelota al pie no la corría, si veía que no iba a llegar me volvía a mi posición y listo", explica Galíndez antes de describir sus principales cualidades y su paso por los extraordinarios torneos nocturnos de 7 jugadores en cancha de once.

"Era veloz y le pegaba siempre al arco ni bien pisaba la raya 18. A la carrera, de volea, de sobrepique, de pelota parada. Menotti me decía, ¿cordobés con qué le pegás, con una banana?", sonríe y le da paso a la memoria del equipo de barrio que compartía con el Flaco, aunque "nosotros le decíamos Sito, no sé por qué". Pero además de Menotti, en el equipo del barrio estaban "Ráccaro, Miralles, Molinari y tantos otros buenos jugadores".

Y como a todo futbolista de entonces, a Galíndez le tiraban esos torneos de 7 en los que defendía la camiseta del equipo "La Minuta", que integraban el ex salaíto "Valvasoni, Cogote Blanco (que jugó en Central y Central Córdoba), Boveri, el Loco Moreno (ex Argentino) Hugo Sanguinetti (ex Newell's), la Chancha Piraíno (que jugó en el Quindío de Colombia), Moreira, Fiaca y yo".

De esos nocturnos le quedó grabado en la memoria el día que "de un pelotazo, sin querer, tumbé a una chica que miraba el partido por un agujero del alambrado. Por suerte no le pasó nada malo. ¿Sabés quién era?, la hermana del campeón rosarino de boxeo Aquiles Gregorutti. Quería desaparecer, mirá si me agarraba, me mataba a piñas", ríe Galíndez y se predispone para las fotos con la vitalidad de un pibe de más de 70, porque así es este win goleador, una extraña combinación para un 11 típico de los años 50.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
El Loco Galíndez era fiaca a la hora de correr una pelota mal dada.

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados