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 miércoles, 24 de noviembre de 2004  
La polémica. El presidente de Venezuela desata una tormenta política en España
Chávez acusó al gobierno de Aznar de haber apoyado el golpe en su contra
El conservador Partido Popular cuestionó sus declaraciones y exigió la renuncia del canciller Moratinos

Madrid. - Llegó empuñando la espada del Libertador Simón Bolivar y dejó España en medio de una tormenta política. Pocas veces un mandatario extranjero causó tanta polémica en una visita oficial como Chávez, quien ayer cumplió tercera y última jornada en el país. "El presidente bolivariano", como fue calificado por la prensa, terminó de abrir la caja de los truenos al acusar al anterior gobierno de José María Aznar de haber apoyado el golpe de Estado en su contra en abril de 2002, una afirmación lanzada en la víspera por el ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Angel Moratinos, y suscrita posteriormente por Chávez.

"En el anterior gobierno, cosa inédita en lo que es la diplomacia española, el embajador español recibió instrucciones de apoyar el golpe, cosa que no se va a producir en el futuro", dijo Moratinos en una entrevista difundida la noche del lunes por Televisión Española (TVE).

"Desde el punto de vista de Venezuela, no tengo dudas de que fue cierto", manifestó por su parte Chávez. Cuando se produjo la insurrección, "el embajador español acudió raudo y veloz" al encuentro con los protagonistas de la intentona, añadió. Si bien Chávez aseveró que eso es ya "página pasada", lo cierto es que desencadenó una durísima protesta de Aznar y su Partido Popular (PP), cuyo actual líder, Mariano Rajoy, acusó al presidente venezolano de hacer declaraciones "que exceden en mucho lo que es aceptable en un país democrático y occidental, viniendo además de un mandatario extranjero". El PP no se conformó con pedir una rectificación al actual presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sino que además exigió implícitamente la destitución de Moratinos.

El gobernante Partido Socialista Obrero Español (Psoe), en cambio, suscribió las afirmaciones. El secretario general de su grupo parlamentario, Diego López Garrido, manifestó que "está acreditado y es cierto que mientras el presidente constitucional de Venezuela estaba secuestrado por los golpistas, Aznar habló con el jefe de los propios golpistas, Pedro Carmona, hoy prófugo de la Justicia, para apoyarle". "Si eso no es apoyar un golpe, que digan qué es", sentenció. En la misma línea se pronunció la alianza pro comunista Izquierda Unida (IU).

A última hora de ayer, Rodríguez Zapatero anunció en rueda de prensa que Moratinos explicará al Parlamento su acusación contra Aznar. No explicitó cuando.


Tumultuosa visita
Al margen de esta polémica, lo cierto es que Chávez, derrochando su tantas veces citado populismo, no dejó indiferente a nadie a su paso por España. Tanto en el tumultuoso homenaje a las víctimas de los atentados del 11 de marzo en la estación de trenes de Atocha como en una multitudinaria conferencia en la Universidad Complutense o en los encuentros con sindicalistas e intelectuales de la izquierda, el mandatario venezolano hizo gala de sus grandes dotes retóricas y se metió en el bolsillo a quien quiso.

Vitoreado como una especie de nuevo "Che" Guevara mientras citaba a Bolivar, al propio héroe de la revolución cubana, a Pablo Neruda, a Nicolás Guillén o a Federico García Lorca, Chávez hizo llorar a más de uno entre el público. Y todo ello sin apenas protestas en su contra, pese a que el 95% de los más de 10.000 venezolanos que residen en Madrid y el resto de España se declaran anti chavistas.

Cuando Chávez ensalzó la "España libre" bajo el nuevo mandato socialista y la contrastó con la "triste España" de Aznar, al tiempo que celebraba el "discurso revolucionario" del presidente del gobierno Rodríguez Zapatero, cosechó no sólo agradecimientos desde el gobierno.

"Estas declaraciones causaron embarazo en La Moncloa (el palacio de gobierno)", escribió el diario El País, cercano al ideario socialista, un rotativo que además constató en su editorial que "muy poco tiene que ver la «revolución bolivariana», defendida con fervor por Chávez ante los estudiantes, con la agenda de Zapatero".

El matutino además criticó la admiración y apoyo de Chávez a Fidel Castro, "un régimen dictatorial totalmente trasnochado", y advirtió que "es evidente que la defensa realista de los intereses españoles y de las buenas relaciones con Venezuela debe ir acompañada por parte de España de una seria apelación al respeto de las libertades y a la división de poderes".

Más allá fueron el diario conservador ABC, que describió las declaraciones de Chávez como "una retórica propia de una arenga y soflama populista", o El Mundo, el cual afirmó que el presidente venezolano "gobierna como un dictador populista, auspiciando leyes mordaza contra los medios y fomentando con su discurso incendiario la violencia contra la oposición".

Afirman los críticos que la "buena química" entre Chávez y Zapatero pone en aprietos al presidente del gobierno español, empeñado actualmente en encauzar las tensas relaciones con EEUU, porque corre el riesgo de que su política exterior sea definida por quiénes son sus amigos.

También causó sorpresa en España que Chávez, uno de cuyos objetivos era atraer inversiones a Venezuela, dejara plantados a casi 300 ejecutivos, alegando que su ausencia de la conferencia se debió a que su primera entrevista con Zapatero fue más larga de lo previsto. "El plantón causó cierta preocupación en medios económicos", escribiría la prensa después. (DPA y Reuters)
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Rodríguez Zapatero se reunió con el presidente venezolano Hugo Chávez.

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