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 sábado, 23 de octubre de 2004

Un estudio del Programa Siteal afirma que ante un mercado laboral afectado por la crisis, quienes poseen mayor nivel de estudios tendrán más posibilidad de defenderse
Más escolaridad, más trabajo

Cuando hay un deterioro generalizado del mercado de trabajo, todos se ven afectados; pero aquellos que poseen mayor escolaridad están en condiciones de defenderse. Al menos así lo afirma un estudio realizado y difundido por el Sistema de Información y Tendencias Educativas de América latina (Siteal), un programa formado por el Instituto Internacional de Planeamiento Educativo (Iipe) Unesco y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI).

Según destaca el estudio, a la premisa enunciada se llega a partir de las conclusiones de los informes sobre "Educación y mercado de trabajo urbano", que reconocidos especialistas de la región aportaron al interpretar estadísticas oficiales sobre los resultados de las políticas aplicadas en la década del noventa.

Esta relación entre estudios y posibilidades laborales es la que resalta el economista argentino Víctor Tokman, doctorado en la Universidad de Oxford, magíster de la Universidad de Chile y contador público de la Universidad Nacional del Litoral, luego de comentar los trabajos previos realizados por especialistas de distintos países.

Los comentarios de los especialistas surgieron, según destaca el Siteal, luego de una evaluación sobre los indicadores de tasas de actividad y desocupación, y porcentajes de asalariados, remuneraciones e ingresos per cápita en el 30 por ciento más bajo de la población, en la Argentina, Brasil, Chile, Honduras, México y Perú. Los datos fueron tomados de las estadísticas que surgen de las encuestas de hogares realizadas por los Institutos Nacionales de Estadística en esos seis países, entre 1990 y 2000.

Al respecto el investigador peruano Javier María Iguiñiz Echeverría advierte -en su artículo "Diferencia, evolución y nivel en la relación entre educación y mercado de trabajo"- que entre los datos estadísticos sobre los niveles de estudios alcanzados por la población y el ritmo de empleo no siempre puede establecerse una correspondencia directa.

Por el contrario, la experiencia reciente de las políticas aplicadas en los años 90 en la región demuestra que mientras los años de estudio promedio se elevaron en los distintos países, las remuneraciones cayeron. En efecto, de los seis casos analizados, en cuatro de ellos (Brasil, Honduras, México y Perú) no sólo aumentaron los años de escolaridad de la población, sino que la tasa de asalarización se redujo sistemáticamente.

Otra premisa general quebrada por el modelo económico de la década del 90, según la visión del economista peruano, es la que indicaba que a mayor número de años de estudio corresponde una mayor cobertura de la previsión social. En todos los países señalados aumentó efectivamente la cantidad de años de estudio, pero también se incrementó la proporción de asalariados precarios. El trabajo en negro y el crecimiento de la economía informal son ejemplos de esta dura realidad.

La Argentina, Brasil y Chile encabezan la inexplicable paradoja de haber registrado al mismo tiempo una expansión del sistema educativo, con un promedio de más años de estudios por persona, y un significativo aumento del desempleo.

Mientras en el gobierno de Carlos Menem, en la Argentina, la población con 10 a 12 años de escolaridad ascendió del 14,5% al 29,8%, en la misma década el desempleo creció un 75%: pasó del 8,5% al 14,8%. No ocurrió lo mismo en México, donde la población con 10 a 12 años de instrucción creció apenas del 12% al 15,6%, mientras el desempleo bajó el 43% (del 3,9% al 2,2%) en la misma década, con realidades similares en Perú y Honduras.

Otro dato para el análisis que dejó la década del 90 en la región es que a medida que aumenta la proporción de personas que acceden a la enseñanza superior desciende su nivel de inserción en el mercado laboral. Así, quienes cuentan con 13 años o más de educación representan el 9,5 % de la población urbana en Brasil y el 18,3 %, casi el doble, en Chile. Sin embargo, en Brasil dicho grupo tiene una tasa de actividad del 82,6 %, mientras que en Chile ese índice llega al 67 %.


Los más vulnerables
El análisis del investigador mexicano Ignacio Llamas Huitrón -"Informalidad en América latina: educación y grupos sociales más vulnerables"- apunta a considerar las distorsiones que se generan en la economía informal, donde los sectores más vulnerables (las mujeres, los jóvenes y los mayores de 50 años) son los que más representación tienen en el mundo de la economía en negro.

Allí se muestra que, en general, los trabajadores que concurrieron menos de diez años a la escuela se concentran en el sector informal. La Argentina y Chile son los que exhiben una mayor proporción de trabajadores con bajo nivel de escolaridad en el sector informal. La mayor parte son mujeres.

A ello se suma que los trabajadores con menor nivel educativo tienen menos posibilidades de recibir capacitación en el trabajo, lo que reduce las posibilidades de movilidad laboral y agranda las brechas respecto de las personas integradas al circuito formal de la economía. Mientras las empresas tradicionales son las que más capacitan a su personal, el sector informal casi no capacita a sus empleados.

Las diferencias se acentúan en los ingresos laborales: para iguales niveles de escolaridad, las mujeres ganan menos. El autor describe tres causas: menor experiencia laboral, el hecho de que el personal femenino se concentra en actividades de baja productividad y la existencia de diferencias salariales que no tienen explicación razonable.

Se estima que los ingresos de los trabajadores en negro son un 40 % menores a lo que perciben los trabajadores formales. A eso se suma la falta de protección social, aún cuando todos están expuestos a los riesgos normales del trabajo.

Para el autor, los mayores niveles de escolaridad de la población sólo se traducirán en aumentos en productividad e ingresos laborales si se promueve la acumulación de capital físico y humano y la incorporación de nuevas tecnologías.

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