Año CXXXVII Nº 48533
La Ciudad
Política
Economía
Información Gral
El Mundo
Opinión
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario


suplementos
ediciones anteriores
Salud 06/10
Autos 06/10
Educación 02/10
Campo 02/10
Turismo 26/09
Mujer 26/09
Economía 26/09
Señales 26/09


contacto

servicios

Institucional

 jueves, 07 de octubre de 2004

Espanto familiar. En un brote de locura, una joven embarazada de tres meses desató una tragedia en el Fonavi de Parque Oeste
Una mujer mató a una hijita, dejó a la otra agonizante e intentó suicidarse
Murió una nena de 5 años y sobrevivía una de 9. La madre se cortó las venas y se clavó un cuchillo en el vientre

Sergio M. Naymark / La Capital

Fueron tres tiros y después los gritos. La noche del Fonavi Parque Oeste ya no era la misma. Eran las 21.30 y un drama familiar con ribetes espantosos se había desatado en el departamento 6 del 2º piso de la tira 11, en Cerrito 5566. Allí vive María Elisa Barsola, de 28 años y embarazada de tres meses, junto a su pareja, el ex policía entrerriano Alberto Velázquez, de 32, y dos pequeñas hijas: Daniela, de 5 años, y María Orán, de 9 e hija de un matrimonio anterior. Armada de un revólver calibre 32 largo, Eli, como todos la conocen en el barrio, mató a la menor de las nenas con un tiro en la sien y dejó gravemente herida a la mayor, a la que un balazo le atravesó el cráneo. Después agarró un cuchillo de cocina, se cortó las venas y se lo clavó en el vientre donde se gestaba el varoncito que siempre quiso tener.

"No voy a hacer ninguna declaración a nadie... esto es espantoso... un cuadro horroroso", balbuceó el juez de Instrucción Jorge Eldo Juárez al salir del humilde departamento. Estaba consternado, aturdido en un dolor que descubría al ser humano primero que al magistrado. Idéntica actitud embargaba a los más experimentados investigadores de la Unidad Regional II presentes en el lugar.

Frente al edificio, una multitud de vecinos se preguntaba una y mil veces qué había ocurrido. En tanto, los chicos, sin entender la profundidad del drama, correteaban por las oscuras escaleras y pasillos del complejo. "Le podés preguntar a cualquiera. Ella (por Eli) se desvivía por las chicas. Las tenía siempre arregladitas, las llevaba a la escuela y a danzas, estaba todo el tiempo dedicándose a ellas", comentó Marcela, una mujer cuyo hijo compartía las horas de juego con las pequeñas víctimas del hecho.

Otras mujeres y hombres del barrio contaban una y otra vez las escenas de violencia familiar que se vivían puertas adentro del escenario de la tragedia. Acusaban a Velázquez, padre de otros siete hijos de distintas parejas en su originaria provincia de Entre Ríos, de ser un hombre violento, que castigaba y maltrataba a diario a las mujeres de la casa.

Todo se desencadenó a las 21.30. Eli y las nenas estaban solas en el departamento. Su pareja, un ex policía entrerriano presuntamente exonerado de la fuerza, había salido en su bicicleta unos 20 minutos antes hacia su trabajo como empleado de una agencia de seguridad privada. Entonces se escucharon las estampidas fatales. Tras ello (anoche no estaba confirmado) la misma Eli o un vecino llamó al Comando Radioeléctrico.

Cuando el agente de policía ingresó al departamento se vio obligado a desarmar a Eli, quien aún tenía el revólver en una mano y el cuchillo en la otra. Delante de él había un cuadro espantoso: la casa revuelta, manchas de sangre en los muebles, paredes y piso del living comedor, y los cuerpitos de las nenas tirados en ese mismo ambiente, exánimes y aún sangrando.

"Las únicas palabras que alcanzó a decir la mujer fueron para pedir que llamaran al marido", dijo un investigador policial. Y así fue. Velázquez llegó minutos antes de las 22 a su departamento y no pareció alterarlo el amontonamiento de gente y móviles policiales que se había generado por el drama desencadenado en su propia casa. Le dejó la bicicleta a una vecina y, en un patrullero fue conducido a la seccional 14ª. "Parecía ajeno a todo", dijo el pesquisa.

En ese momento, personal del Sies trasladaba a Eli al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez en estado delicado y con un diagnóstico incierto sobre la vida del bebé que gestaba. María fue derivada al Hospital de Niños Víctor J. Vilela en estado desesperante y al cierre de esta edición agonizaba "en coma profundo y estado irreversible". El cuerpo de Daniela yacía en el piso del living a la espera de la mortera que lo llevaría al Instituto Médico Legal para la autopsia de rigor.

A la hora de las hipótesis, un alto jefe policial aventuró que "un llamado telefónico que Eli mantuvo con su madre y su hermano minutos antes del drama y que habría girado en torno al dinero proveniente de la venta de una casa pudo ser el detonante" que llevó a la mujer a poner fin a una vida inocente y destruir una familia cuyos cimientos estaban endebles.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
El escenario de la tragedia. El departamento 6 del segundo piso de Cerrito 5566 presentaba en su interior un cuadro horrendo.

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados