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 lunes, 30 de agosto de 2004

Otra vez sopa
Central perdió con Almagro en el Gigante

Alejandro Cachari / La Capital

El resultado de un partido a veces es una circunstancia, pero generalmente una consecuencia. La derrota canalla de ayer puede que se ubique en la primera de las columnas por lo que relativiza la importancia del mismo, pero no debería ser un disparador de excusas sin ton ni son que ya deben haber hartado a los atribulados hinchas auriazules que ayer cumplieron un campeonato entero sin ganar como local. Es probable que haber perdido 1 a 0 con Almagro sea una circunstancia, pero llegar a un torneo sin victorias en casa es una consecuencia. Colapso de las tres patas que le dicen: la dirigencial, la de la conducción deportiva y la futbolística.

No es terminal, pero requiere de reflejos. Respuestas inmediatas para que el mal no avance. De qué vale agarrarse de las situaciones que desperdició Central contra Almagro si antes de estos aciagos 90 minutos canallas existen antecedentes lapidarios que marcan, entre otras cosas, que la actual es la peor racha de local en la historia.

Don Angel le puso el pecho, palabras de aliento y promesas en la conferencia de prensa, Petaco Carbonari y Chacho Coudet le sumaron espaldas y experiencia a las explicaciones. Faltó Vitamina, que se fue rápido de la cancha porque por primera vez en su rica carrera con la camiseta de sus amores alguien le pidió explicaciones desde la platea.

Central no mereció perder, pero ya no alcanza para amortiguar el impacto de una nueva desazón en casa.

Tampoco es bueno tomarse de la ráfaga que maquilló la actuación canalla. Hubo tres minutos de furia auriazul entre los 33' y los 36' del complemento que no deberían tapar el bosque.

Sí debería considerarse como un maquillaje a una pobre expresión futbolística que tuvo en Emiliano Papa a su jugador más sacrificado. Y punto.

Es que antes había pasado casi un partido entero sin que el equipo de Zof le encontrara la vuelta al humilde Almagro que cumplió con un requisito fundamental para ir acomodándose a los ritmos de la primera división. Los de Hrabina y Sánchez conocen perfectamente sus limitaciones. Y no se salen del libreto.

Central no tiene libreto. No se avizora un estilo de juego. Puede resultar pretensioso si se toma en cuenta que en cuatro partidos lo dirigieron dos entrenadores. Pero no es suficiente.

Los merecimientos, no demasiados pero merecimientos al fin, se hicieron trizas a dos minutos del final cuando una pifia de Moreira le obsequió el gol al grandote Miranda, que convirtió con otra pifia.

No alcanza con la solidez de Ojeda, el desgaste de Ferrari y Papa, los cierres de Talamonti, el despliegue de Borzani ni la solidaridad de Vitti. No es suficiente con la promesa de Ruben. Es muy poco. Es casi nada. Habrá 15 días de tiempo para afrontar la próxima prueba. Para entonces, el aprobado será impostergable.

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Carbonari, Rivarola y los pibes Borzani y Ruben no pueden ocultar la bronca por la derrota.

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R. Central 0 - Almagro 1


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