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 domingo, 25 de julio de 2004

Sin descanso. Una joven murió el 5 de julio en un accidente en Urquiza y Dorrego. Su familia se esfuerza en saber cómo fue
Un matrimonio rastrea testigos que cuenten cómo fue la muerte de su hija
Alejandra Varela iba en bicicleta y no llevaba documentos. Los vecinos coinciden en que un ómnibus de la línea 146 estuvo involucrado. Quedó en el pavimento más de 20 minutos hasta que llegó la ambulancia

Leo Graciarena / La Capital

"Necesitamos que nos cuenten cómo fue el accidente donde murió mi hija. A lo mejor el colectivero no tuvo nada que ver y hay otro vehículo involucrado, pero queremos saber qué pasó". Carlos Varela y su esposa Estella Maris no encuentran consuelo. El lunes 5 de julio pasado, su hija Alejandra de 26 años, agarró la bicicleta y salió como siempre de la pensión de San Martín al 400 donde vivía. Pero nunca regresó. Aproximadamente a las 17.15 murió en un accidente de tránsito en Urquiza y Dorrego. Varios testigos coinciden que en el accidente participó un colectivo de la línea 146. "El médico del servicio de emergencia que la atendió nos dijo que las lesiones que tenía no pudieron haberse producido por una caída o por llevarse por delante un auto", explica Carlos Varela. "Sus heridas son propias de un aplastamiento", agrega.

Alejandra tenía 26 años, estaba desempleada, pero no se resignaba. Usaba la bicicleta porque era el medio de traslado más económico. Los Varela cuentan que se enteraron de la muerte de su hija 48 horas después del accidente. "Sus amigos de la pensión se pensaron que se había venido a casa a pasar unos días", cuenta Carlos. Alejandra no llevaba ninguna identificación. A partir de su muerte la familia Varela busca a testigos del accidente, muchas veces anteponiendo la investigación al dolor.

Colocaron volantes en la zona del accidente, enviaron cartas de lectores a los diarios y metódicamente visitan la esquina de la tragedia para ver si aparece alguien que haya visto lo ocurrido. Muchas tardes, cerca de las 17, Carlos se sube al 146, marca la tarjeta y antes de que el ómnibus tome Urquiza le entrega a cada pasajero un volante con la foto de Alejandra y un sintético resumen de lo que saben del accidente.

"Nosotros necesitamos que los testigos nos cuenten cómo fue. A lo mejor el colectivero no tuvo nada que ver y estuvo involucrado otra persona... Lo que queremos es saber la verdad, saber qué pasó", explica Carlos. En la esquina del accidente hay un bar, una carnicería y una agencia de lotería. Carlos tiene esperanzas en encontrar a "tres pibas que iban al gimnasio de la Universidad", que está en Moreno al 400. Unas treinta personas estaban en ese momento en la esquina, explica el padre de Alejandra.

Urquiza y Dorrego suele ser una esquina peligrosa. La circulación es de este a oeste y los semáforos más cercanos antes de llegar a Dorrego están en la intersección de Corrientes y en la de España. Una docena de líneas de colectivos utilizan Urquiza para escaparle al tránsito feroz del microcentro. En la esquina de Dorrego sólo tienen parada cuatro líneas, entre las que no figura el 146. La circulación de los ciclistas se ve complicada por la gran cantidad de vehículos que suelen estar estacionados sobre Urquiza. "Del accidente son muchas las cosas que sabemos, pero todas por versiones", cuenta Carlos Varela que a los 54 años busca en la fe la fuerza para mitigar el dolor.


Muchas versiones
La muerte es la circunstancia más dolorosa e incomprensible para el familiar de una víctima. Pero hay agregados que la hacen más terrible. "Después de que la sepultamos, fuimos a la zona del accidente para hablar con la gente del lugar y ahí surgieron muchas versiones", cuenta Carlos, quien además tiene dos hijos varones de 28 y 19 años. "Una de las que tenemos es que el colectivo la cerró. Pero como el chofer todavía no declaró, no sabemos nada. Suponemos que ahora el juez le tomará declaración", explica Estella Maris, la mamá de Alejandra. "Estamos atando muchos cabos para saber qué pasó", cuenta. La causa está en el Juzgado Correccional 4ª.

"Apenas lo supimos fue un shock muy violento. Y en el momento ni pensamos en cómo había sido el accidente. Pero hay cosas que indignan un poco. Cuando todavía no habíamos ido a la casa velatoria a verla, ya había un abogado en la puerta de mi casa ofreciendo sus servicios para litigar", recuerda con bronca en la mirada Carlos.

Los Varela escucharon muchas voces. Algunas contaron que el colectivo la cerró, otros que la tocó, pero los testigos coinciden en que el ómnibus de la línea 146 estuvo involucrado en el accidente. "A mí un policía me preguntó: «¿Quiere saber quién es el chofer?» Le dije que no. Nosotros somos personas de fe, como también lo era Alejandra. Somos creyentes. Si yo hubiera llevado por delante a una persona y la maté, tendría un cargo de conciencia que no podría dormir. Si esta persona se siente mal y le hace bien venir a hablar con nosotros, la vamos a recibir. Sino no la queremos conocer. Que cada uno cargue con sus culpas", explica Carlos. Y agrega que nadie de la empresa Rosario Bus se acercó a la familia.

Pero la familia Varela nunca terminará de agradecer la ayuda brindada por la gente. "Recibimos el llamado de una piba espectacular que se llama Viviana Villegas. Ella nos contó que también venía en bicicleta y se acercó cuando la vio tirada en el piso. Se arrimó, le preguntó cómo se llamaba y Alejandra le contestó, pero ella no le entendió. Le pareció que mi hija tenía frío, la cubrió con su buzo polar y le dio besitos en la cabeza para que no se sintiera sola", explica Carlos. El trágico desenlace se produjo pocos metros después de cruzar Dorrego, frente a un portón de la empresa Ferrazini, según cuentan los Varela.

Carlos resalta que los vecinos llamaron al Sies, pero la ambulancia nunca llegó y Alejandra fue trasladada al Heca por un móvil sanitario de una empresa particular. "Sería bueno que los servicios funcionen, porque mi hija estuvo 20 minutos tirada y la tuvo que llevar una ambulancia privada. Eso no los resaltó esta piba Viviana, que nos contó la terrible impotencia que se siente cuando hay alguien tirado en el piso y uno no sabe qué hacer. Y encima la ambulancia nunca llega".

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La familia Varela deja de lado el dolor para investigar cómo murió su hija.

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