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 domingo, 25 de julio de 2004

Jardinería: Copiar a la vecina

Con la nueva casa llegan también nuevos vecinos. Más tarde o más temprano, esas personas tendrán algún contacto con nuestras vidas. Nos darán una mano ese día que se nos quede el auto y llevarán a los chicos al colegio, nos sugerirán un decorador o un arquitecto, compartirán experiencias. También aparecerán los que nos aleccionan con profundos conocimientos sobre el lugar al que llegamos a vivir y nos señalarán cada una de las cosas que, tal vez, tenemos ganas de descubrir por nuestra cuenta. Todos ellos, y especialmente "ellas", hacen aflorar en nosotros una diversidad de sentimientos: desde los mejores hasta los peores.

Y cuando hablamos de los peores, hay uno que se lleva todos los premios, que gana por varios cuerpos, que genera pasiones y destruye relaciones. Ese sentimiento es la envidia. Sí, la envidia que corroe nuestras almas cuando nos damos cuenta que el objeto de nuestros deseos más profundos no nos pertenece porque su feliz poseedora es la vecina.


Buena orientación
Y las cosas pueden empeorar aún más cuando lo que envidiamos no es su casa, ni su cuerpo, ni siquiera el marido que la trata como a una diosa. La cosa se pone más fea cuando lo que admiramos de ella son sus plantas con sus flores, sus perfumes, su sombra y sus texturas. ¿Qué hacer cuando semejante carga de malos pensamientos nos domina? ¿De qué manera aplacar tanta amargura?

¡Copiándoselas! La solución es copiarlas sin temor ni cargo de conciencia, ya que cuidando de respetar la orientación, el asoleamiento y todas las condiciones de plantación en que se encuentran, podrá contar con la experiencia que ya realizó ella, a su favor.

Como sabemos, no todas las plantas crecen bien en cualquier lugar, por eso al mirar a nuestro alrededor podemos elegir aquellas que se adaptaron bien a ese mismo entorno, evitando así la frustración que produce haber gastado tiempo, dinero y esfuerzo en aquellas que luego no progresan como esperábamos. Como el año que trajimos las semillitas de ese viaje al norte de Brasil, o el plantín que tanto cuidamos al regresar de las minivacaciones en el sur, o la planta que vimos reluciente en esa revista española y luego pagamos fortunas para que nos durara unos pocos días.


En tierra o en maceta
Eso sí, ya que nos decidimos a copiar hay que hacerlo bien. No se trata sólo de qué copiamos, sino también de cómo lo hacemos. Si hay algún ejemplar que crece divino en la casa de la vecina y está al sol, no lo pongamos a la sombra; si está espectacular en la tierra, no lo pongamos en macetas; si el efecto chic que tienen esas flores es gracias a que son del mismo color no nos entusiasmemos con un arco iris, y si su vecina rara vez sale a regar, no hagamos de la manguera nuestra razón de existir.

Moraleja: copie sin culpa y copie lo bueno porque aunque no parezca, ella como todos, algo feo también debe tener.

Daniela Risemberg

Diseño de espacios verdes

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