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 domingo, 25 de julio de 2004

Educación
El juego, una herramienta para aprender

Marcela Isaías / La Capital

La idea de hacer una clase entretenida suele confundir a padres y maestros. Es entonces cuando, en nombre de prevenir el aburrimiento de los chicos en las aulas, se los intenta divertir llenando de jueguitos las tareas de lengua o matemática.

Sin embargo, aprendizaje y juego van de la mano de otra manera. Al menos así los sostiene Mónica Kac, profesora en Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y directora del Grupo Jugar.

"Resulta inevitable pensar juntos el juego y el aprendizaje", dice la educadora para luego desmenuzar qué significa hablar de uno y otro término.

Mónica Kac se dedica a investigar y a formarse en lo que se denomina la didáctica lúdica, un campo nuevo que abre el debate entre los adultos preocupados en que los chicos no pierdan su capacidad de asombro, incertidumbre y creatividad.

-¿Se pueden pensar juntos juego y aprendizaje?

-Resulta inevitable pensar juntos el juego y el aprendizaje, pero tenemos que aclarar de qué estamos hablando al respecto de ambos términos. Una cosa es el juego, como capacidad lúdica inherente al ser humano, y otra cosa es el "juego" del juego. En este punto es necesario pensar en el juego como una capacidad compuesta de dos procesos: el jugar como práctica subjetivante y el juego como los que conocemos de chicos -la casita, la popa, la carrera- es decir como producto, como lo que se ve del jugar y donde el juego sería lo visible de lo que en realidad va por dentro de quien juega. Entonces la capacidad lúdica es la capacidad de jugar, casi la única que nos permite transformarnos en sujetos. Porque jugar es la capacidad de poner en un espacio no tan real aquello que nos pasa, que anhelamos, que no nos sale, que aún no somos para poder aprenderlo.

-¿Y aprender qué es entonces?

-Es precisamente no estar más prendido "a". Y uno aprende cuando no necesita -concreta y simbólicamente- del otro que sostenga y andamie ese proceso de aprendizaje. Es entonces cuando uno se puede soltar y aprende. La herramienta que la infancia, la adolescencia y la juventud tienen para aprender es el jugar. Esto no significa hacer jueguitos para matemática o para lengua, eso sería lo visible del jugar. Se trata de pensar en la articulación de dos lógicas: la lógica del sujeto adulto que enseña con la lógica del niño que aprende. Y esto se realiza a través del diseño de dispositivos lúdicos para la enseñanza, que insisto, no son jueguitos, sino que llevan a aprender desde el placer, aventura, misterio, desafío e incertidumbre que provoca el jugar.

-¿Cómo se trabaja en este sentido en la escuela?

-Desde nuestro Departamento de Capacitación y en colaboración con las profesoras de los institutos de formación docente, también con educadores del nivel inicial y la EGB, estamos tratando de pensar y hacer una práctica de transformación de los mandatos que trae la escuela desde hace más de 200 años. Porque sucede que, hoy por hoy, la mayoría de los que en buena hora piensan en modificar las prácticas de enseñanza pero nos saben cómo, juegan a los jueguitos "para que a los alumnos les entre mejor". Y no es de eso de lo que se trata, sino de investir el enseñar de pasión, de la misma pasión con la que una mamá le dice a un niño cuando juega: "¿Sí, señor, qué desea comprar?" Y para modificar este sinsentido de la enseñanza que muchas docentes practican, tenemos que trabajar muchísimo todos, porque las docentes no somos culpables sino producto de un proceso de escolarización que podemos decir, que dentro del paradigma de la complejidad, está caduco.

-Le planteo un caso común de encontrar por estos días: un niño o niña de siete años aprende idioma extranjero, practica un deporte y asiste a clases de música, además de ir a la escuela. No se le quitan espacios para que juegue sin reglas previas.

-No se quitan espacios por la multiplicidad de actividades. Este es un parámetro, pero el tema es el cómo de la ocupación del tiempo y la calidad del encuentro con el otro, se practica la enseñanza. Yo misma recuerdo haber ido a una escuela de doble escolaridad, luego a vóley, inglés, tejido, pero lo que primó en mi vida fueron aquellos que me otorgaron, sobre todo en mis épocas de jardín, significantes prácticas de enseñanza que me permitieron desarrollar la creatividad.

-¿Los adultos pierden o transforman su capacidad lúdica?

-La transformamos. O mejor dicho, los adultos no necesitamos ir al taller de dramatizaciones para disfrazarnos y probar cómo nos queda ese rol, simplemente nos casamos, tenemos hijos y por un tiempo los criamos tal como lo hizo nuestra madre. Es decir, jugamos en una zona superpuesta con la de la real realidad.

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