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 sábado, 15 de mayo de 2004

Provocador hasta el final
Jesús Gil y Gil falleció a los 71 años
El controvertido ex presidente del Atlético de Madrid fue víctima de una embolia cerebral

Magnate inmobiliario, dirigente futbolístico, asiduo de los juzgados como demandante y querellado, criador de caballos y durante más de una década uno de los políticos españoles más odiados por unos y querido por otros: ese era Jesús Gil y Gil, el máximo accionista y ex presidente del Atlético Madrid quien falleció ayer en la capital española a los 71 años, víctima de una embolia cerebral.

"Ya no aguanto más. Ya no me insultan más. Tengo 70 años y se me ha faltado el respeto. No estoy dispuesto a que eso suceda. El que sobra soy yo", decía en una entrevista en mayo de 2003, al anunciar que no seguiría al frente de su club. Al margen de lo deportivo, Gil, quien en abril de 2002 ya se había visto obligado a dimitir como alcalde de Marbella por las causas en su contra, era sin duda uno de los personajes más polémicos en la historia reciente de España.

"Soy un dictador liberal", dijo en una ocasión de sí mismo el dueño y durante 16 años presidente del Aleti, que llevaba acumulados tantos pleitos legales que en los juzgados le dieron el apodo de "El Querellas", y que en más de una ocasión había terminado con su voluminoso cuerpo tras las rejas.

En Marbella, una ciudad turística de la sureña Costa del Sol y habitual lugar de encuentro del jet set, Gil se dio a conocer por "limpiar" las calles con mano dura de mendigos, prostitutas, drogadictos y carteristas, convirtiendo además a la localidad en la meca de millonarios, con infinitos campos de golf y lujosas mansiones.

A Gil se le ha comparado con Jean-Marie Le Pen, el ultraderechista que cada tanto vuelve a conmocionar a Francia y Europa. De hecho, al dueño del Atlético no le tembló el pulso cuando en su día colocó un busto del dictador Francisco Franco (1939-1975) en el ayuntamiento marbellí. Pero el partido por él creado, el Grupo Independiente Liberal (GIL), no tiene ideología alguna, y elude presentarse como una formación xenófoba o de extrema derecha.

Con todo, los aficionados del Aleti, que retornó a la Primera División en 2002 tras dos temporadas en el infierno de la segunda división, lo adoraban y aplaudían cuando se pavoneaba en la tribuna del estadio Vicente Calderón. Incluso le pedían autógrafos. "Con la popularidad que tengo podría ser Dios", alardeaba Gil hace unos años, exhibiendo su carácter egocéntrico.

Su relación con la prensa, en cambio, fue tan conflictiva como su relación con la Justicia. "Son unos auténticos hijos de puta. No conocen a su padre ni a su madre y deben ser hijos de algún toro cornudo", dijo en una ocasión sobre los informadores de algunos diarios madrileños.

Tampoco tuvo pelos en la lengua a la hora de criticar a sus jugadores, a los árbitros o a los dirigentes de otros clubes. "¡Al negro lo mato!", dijo en una vez sobre el colombiano Adolfo El tren Valencia. Incluso llegó a las manos, cuando en 1996 pegó un puñetazo al gerente del Compostela, José González Fidalgo.

Y en enero de 2003, pocos días después de que le colocaran un marcapasos por sus problemas coronarios, Gil dio muestras de una pronta recuperación al desatar con sus críticas una crisis en la entidad, tras una derrota de su equipo ante el Villarreal. Meses después, Luis Aragonés era destituido como entrenador del equipo de sus amores.

Los excesos verbales le valieron a Gil un sinfín de inhabilitaciones, pero eso lo traía sin cuidado: "Me sirven de papel higiénico", decía el dirigente, que en sus 16 años al frente del Atlético "quemó" a unos 40 entrenadores -su primera apuesta fue César Menotti- y gastó casi 250 millones de euros (unos 272 millones de dólares) en fichajes.

Su mayor éxito fue el doblete de Liga y Copa en 1996, con Radomir Antic como DT.

Nacido el 12 de marzo de 1933 en el Burgo de Osma, en la provincia de Soria, Jesús Gil cursó bachillerato y luego comenzó a estudiar primero veterinaria y después ciencias económicas, carreras que no llegó a terminar. Posteriormente, se dedicó a la venta de repuestos y de camiones, hasta que decidió probar suerte como promotor inmobiliario y constructor, un negocio que terminó convirtiéndolo en millonario.

Su primera obra importante acabó en escándalo: en junio de 1969, uno de los locales de la urbanización Los Angeles de San Rafael (Segovia) se derrumbó y murieron 58 personas. A raíz de la tragedia, Gil fue condenado a cinco años de cárcel, pero a los 18 meses fue indultado por el dictador Franco. Acabó arruinado, pero logró reconstruir su imperio de múltiples empresas.

Mientras, seguía acumulando causas en los tribunales y querellas en las que se le acusaba de ser un auténtico gángster mafioso, algo que él siempre negó, alegando ser víctima de una persecución política y judicial.

Su mejor consejero, según él mismo, era su caballo Imperioso, que quiso embalsamar después de muerto. Y su frase más repetida no podía ser otra que: "Del Atlético sólo me sacarán con los pies por delante".

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Gil y Gil tuvo una vida signada por el escándalo.

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