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 sábado, 15 de mayo de 2004

Experiencia de la Escuela de Educación Técnica Nº388 de Arequito
Cuando producción y aprendizajes apuestan al desarrollo de la región
La industria de la alimentación elegida por alumnos del polimodal

Gustavo Orellano / La Capital

Vincular la educación con la producción y el trabajo es apostar al desarrollo de la región. Y a ello apunta la Escuela de Educación Técnica Nº 388 de Arequito cuya terminalidad está orientada a la industria de la alimentación. La institución fue fundada hace 14 años y cuenta con 132 egresados, de los cuales la mitad optó por seguir estudiando carreras de niveles universitario o terciario, en tanto el resto trabaja en distintas actividades.

Actualmente tiene unos 200 alumnos y su enseñanza se divide en EGB, educación polimodal en ciencias naturales y un trayecto técnico profesional en industrias de la alimentación, con una importante carga horaria.

El colegio arequitense también ofrece servicios que jerarquizan su nivel educativo y potencian su inserción en la sociedad. Ellos son el Centro Regional de Análisis de Aguas, Suelos y Alimentos (Craasa), el Centro Tecnológico Comunitario (CTC) y el Centro Regional de Capacitación-Aula Satelital (Cerec), los que fueron creados por la gestión institucional.

La escuela sólo recibe de la provincia 116 pesos mensuales para gastos de funcionamiento, pero se las ingenió para crecer. El Crassa surgió gracias al apoyo económico del Rotary Club y avanzó tecnológicamente a través del programa de crédito fiscal del Instituto Nacional de Educación y Tecnología (Inet) que otorga recursos provenientes del 8 por mil de los sueldos de empleados de diversas empresas, sistema que también posibilitó la puesta en marcha del Cerec.

El CTC, en tanto, fue gestionado ante la Secretaría de Comunicaciones de la Nación. Este potencial no sólo es utilizado como herramienta didáctica si no que está al servicio de la comunidad y la región.


Calidad educativa
En el Crassa se realizan análisis fisicoquímicos y microbiológicos además de estudios de impacto ambiental. Las cooperativas de agua potable de Arequito, Sanford y Pujato, acopios de cereales, proveedores de fertilizantes, procesadoras de alimentos para consumo humano y animal son algunos de sus clientes. Y lo recaudado se destina al mejoramiento de la calidad educativa.

"Si nos hubiésemos quedado de brazos cruzados hoy la escuela no sería lo que es. Crecimos en cantidad de alumnos, calidad y servicios, gracias a una gestión pragmática y una visión vanguardista. El equipamiento que tenemos se consiguió a través de proyectos que fueron subsidiados por terceros. Y hoy son autosustentables y permiten afianzar la calidad educativa de una escuela de nivel medio pública y gratuita", sostuvo el director del establecimiento, Jorge Sanseovic.

El colegio también tiene tres modernos laboratorios de física, química y biología, microbiología y analítica instrumental donde los alumnos realizan prácticas para afianzar conocimientos vinculados con la orientación de la carrera.

Los estudiantes además cuentan con un sistema de pasantías que les posibilita insertarse en industrias frigoríficas, lácteas, aceiteras y harineras de la región y de otras provincias. También aprenden diversos oficios como carpintería, soldadura, hojalatería, electricidad y tornería.

"Es una escuela que logró insertarse a nivel regional e interprovincial a través de la relación con distintas empresas", explicó Sanseovic para agregar que "funciona y está en plena expansión porque tiende a satisfacer las demandas que requiere la industria alimenticia en materia de capacitación para insertarse al mundo del trabajo".


Una escuela que estimula
Para los estudiantes de la Escuela Técnica 388 de Arequito resulta agradable concurrir a clases, a pesar de la carga horaria. Ocurre que complementar la teoría con la práctica es un atractivo más que suficiente para no quejarse, aunque hay excepciones, de los horas que pasan dentro del colegio.

Loreley tiene 13 años y al igual que sus compañeras y compañeros de curso como Florencia, Jamil, Andrea y Magalí asegura que "estudiar aquí facilita las cosas para conseguir trabajo". También coinciden en opinar que "a veces nos cansamos un poco con tantas horas de clases, pero siempre tenemos motivaciones para venir al colegio porque accedemos a conocimientos que nos sirven para manejarnos mejor en la vida".

José Luis cursa el 8º año de la EGB y sostiene que "el nivel de enseñanza es exigente, pero no difícil". "Esta escuela además -asegura- brinda perspectivas futuras de trabajo y eso es lo importante".

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