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 sábado, 28 de febrero de 2004

Leer y escribir como construcciones sociales
La diversidad de textos, la clave para acceder a mejores lecturas. Cuál es el papel de la escuela

Beatriz Actis

Leer es mucho más que un sistema que hay que decodificar; es un proceso destinado a construir el significado de un texto en el que se producen transacciones entre pensamiento y lenguaje. La lectura no debe ser concebida entonces solamente como una habilidad a desarrollar, o bien, como una simple técnica. Enseñar a leer, en el ámbito de la escuela, implica enseñar a comprender gran variedad de textos de circulación social y acceder al conocimiento formalizado de las distintas disciplinas que se transmiten escolarmente a través de la lengua escrita, todo esto mediante prácticas asiduas y sostenidas.

Estar alfabetizado significa poseer y ejercer las habilidades lingüísticas y cognitivas necesarias para el ingreso al mundo de los conocimientos; disponer de habilidades de lectura y escritura aplicadas al contexto social que las requiera. Por eso se considera que es un "analfabeto funcional" aquella persona que, aunque conozca el código, no comprende o comprende fragmentariamente lo escrito y no es capaz de gestionar su propia escritura.

En los últimos años, diversas disciplinas como la psicolingüística y la psicología cognitiva han confluido en el estudio de la adquisición y uso del lenguaje -tanto oral como escrito- y de su relación con el desarrollo intelectual.

Bruner considera la escritura como "la tecnología más potente al servicio del cerebro humano", manifestando su deuda con Vygotski que concibe al signo como instrumento del pensamiento y regulador de la conducta.

Paralelamente, desde el campo de la pragmática, la sociolingüística o la antropología cultural también se analizan los mecanismos de comprensión y construcción del discurso. En todos los casos se subraya que los mecanismos mentales que se ponen en juego en las actividades de leer y escribir, escuchar y hablar tienen su origen en la relación dialógica que está presente en todas las actividades humanas. Esto exige la participación más o menos directa en situaciones sociales variadas donde pueda observarse y practicarse cuándo y para qué la gente usa la escritura, cuándo lee y para qué. Requiere también conocer el código de la escritura y las formas convencionales por las que las funciones de lo escrito se codifican socialmente.

En cuanto a las escuelas en particular, sabemos que son escenarios sociales muy complejos, en los que interactúan actores heterogéneos, tanto por su origen sociocultural como por los sistemas de valores y creencias que sustentan. Por eso es fundamental la creación de espacios de reflexión, investigación, crítica e implementación de proyectos dentro de las propias instituciones, espacios donde se puedan exponer los interrogantes, las expectativas y también las propuestas de los propios actores, analizando y discutiendo los problemas que generan las prácticas áulicas, y proponiendo alternativas superadoras.


Acerca de la comprensión
Es necesario, entonces, dentro y fuera de la escuela, ofrecer a los lectores y escritores la posibilidad de: realizar múltiples experiencias de lectura y comentario de textos; identificar, a través de esas lecturas, los conocimientos, establecer relaciones, recordar lo que se dijo antes, interrelacionar hechos, anticipar significados; hacer hipótesis sobre las acciones ocurridas o posibles, atribuir significados a las palabras, sacar conclusiones; comprender y comprobar a través de la práctica que toda lectura es lectura comprensiva, o no es lectura.

El aprendizaje de la escritura como actividad social se da -al igual que sucede con el acto de leer- a partir de experiencias de lectura con otros, primero con los padres, luego con los maestros y los pares. En el contexto actual, el desarrollo de las competencias lectoras y escritoras, entendidas en términos de proceso, puede únicamente ser resultado de una tarea sistemática y sostenida en cada uno de los niveles de la enseñanza escolar y extraescolar (en la familia, en las instituciones barriales y urbanas como bibliotecas públicas o clubes, en los medios de comunicación, etcétera), para que sea posible que niños, jóvenes y adultos lean y escriban textos variados, de diversidad y complejidad cada vez mayor.

(*) Escritora y docente santafesina, autora de "¿Qué, cómo y para qué leer?" y de "Taller de Lengua" (Homo Sapiens) y de la novela "Alrededor de las fogatas" (Colihue-La Movida), entre otros libros.

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