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 miércoles, 25 de febrero de 2004

Excesivo culto al cuerpo
La adicción al gimnasio y a los anabólicos puede derivar en un trastorno que provoca severos daños. La vigorexia según la opinión de especialistas

Belén Travesano / La Capital

Hoy están de moda los cuerpos musculosos, en especial en los hombres jóvenes. Esto lleva a que la mayoría concurra asiduamente al gimnasio para alcanzar el cuerpo soñado. El hecho de rendirle culto al físico no resulta un problema hasta que se pone en riesgo la salud. Esto sucede cuando aparece la necesidad compulsiva de realizar ejercicio lo que sumado al consumo de anabólicos (para ganar masa muscular) puede derivar en el trastorno conocido como vigorexia, que afecta en su mayoría a hombres entre 18 y 35 años y puede provocar lesiones en los músculos, tendones y huesos, y desencadenar problemas cardiovasculares y hasta cáncer de próstata.

Para el doctor Mario Lazarte, traumatólogo especialista en medicina del deporte, no hay que alarmarse porque "la vigorexia no es común, afecta a una minoría con características especiales", dijo. Al respecto aclaró que quienes la padecen son aquellos obsesionados por la belleza física, que buscan satisfacerse a sí mismos a través de la imagen.

Según Lazarte, la mayoría de los hombres menores de 35 años tienen el hábito de concurrir al gimnasio para ganar masa muscular, pero más que buscar gratificarse a sí mismos, persiguen un modelo estético -de cuerpos voluminosos- que está de moda.


Lesiones varias
La vigorexia, también denominada dismorfia muscular, lleva a trastornos tanto físicos como mentales. El exceso de ejercicio puede provocar lesiones en los músculos, tendones y huesos; en tanto que el consumo de anabólicos (derivados sintéticos de la testosterona, hormona sexual masculina) puede traer problemas cardiovasculares, lesiones hepáticas y hasta cáncer de próstata.

Lazarte desaconseja el uso de estas hormonas. "Estas drogas tienen un uso médico, por ejemplo en urología, y no están pensadas para ganar músculos, por lo que no está aprobada su indicación para esa finalidad". Entre los efectos colaterales de estas sustancias mencionó la retención de líquidos, aumento del grosor de la voz y proliferación de vello.

Para evitar las consecuencias negativas, el profesional recomendó a quienes desean incrementar su masa muscular que recurran a medios naturales como la alimentación. "Para ese fin sirven las dietas hiperproteicas (a base de carne, pescado y soja entre otros) e hipercalóricas, las que deben ser equilibradas de acuerdo a las necesidades nutricionales", acotó.


Baja autoestima
Desde el punto de vista psicológico, los vigoréxicos suelen ser personas poco maduras, introvertidas, con problemas de integración, baja autoestima y rechazo de su imagen. En general tienen una imagen corporal distorsionada. Se vuelven esclavos del espejo y la balanza; nunca llegan a sentir que están lo suficientemente musculosos y sufren una retroalimentación que los hace pensar que necesitan más gimnasia.

Sobre este aspecto, La Capital consultó a la psicóloga clínica y del deporte Mónica Grabich, quien se manifestó testigo de las altas exigencias que padecen muchos jóvenes en el gimnasio y en los deportes en general.

"Los seres humanos respondemos a modelos que nos otorgan aceptación a la vez que nos transforman en objeto de deseo. Aunque muchas veces ese objetivo no tenga que ver con el otro sino con un ideal de perfección personal, al que hay que acceder a cualquier costo. Esto lleva a que en algunas circunstancias ingieran anabólicos en exceso, sin tomar conciencia del peligro que conlleva para el propio organismo", subrayó Grabich.

El límite de las exigencias físicas está cuando la salud física y mental se ven afectadas. "Si el ejercicio pierde su faceta lúdica, pasa a ser agobiante", especificó.

Este trastorno puede corregirse dosificando la gimnasia y suprimiendo los fármacos. Aunque en ocasiones necesita de la ayuda profesional de un clínico y un psicoterapeuta. El clínico trata la parte orgánica como la disfunción, y el psicoterapeuta ayudará a recuperar la autoestima y a perder el miedo al fracaso, común en la mayoría de estos pacientes.

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Quienes padecen vigorexia son personas obsesionadas por la belleza física.

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