| miércoles, 25 de febrero de 2004 | Ruidosa marcha a la Intendencia y al Palacio Vasallo Proponen una tregua para que vuelvan vendedores ambulantes El reclamo al Ejecutivo surge a días de que los sacaran de parques y calles. Sugieren debatir una nueva ordenanza Silvina Dezorzi / La Capital Munidos de las mismas banderas argentinas y cornetas futboleras que comercializan en sus puestos, más de cien vendedores ambulantes marcharon ayer ruidosamente a la Municipalidad y el Concejo para pedir que se los "deje trabajar en la calle". El reclamo aparece a dos semanas de que el Ejecutivo sacara a los vendedores del parque Independencia y dos meses después de que el propio intendente Miguel Lifschitz prometiera una "ciudad ordenada", sin caos de venta callejera. Mientras atronaban las bombas de estruendo, en la Intendencia los puesteros fueron recibidos por el subsecretario de Gobierno, Horacio Ghirardi, y en el Palacio Vasallo por los presidentes de bloque y el titular del cuerpo, Agustín Rossi. De allí salieron con la promesa de una nueva ordenanza que regule la actividad y un "pedido especial" de los ediles para que, hasta entonces, el Ejecutivo deje trabajar los fines de semana a 11 pancheros en los alrededores de los boliches y a 20 puesteros en el parque Independencia.
Ante una inaudita pasividad policial tras lo sucedido hace sólo ocho meses en la Facultad de Derecho, las bombas de estruendo explotaban sin cesar en la esquina de Santa Fe y Buenos Aires, frente al Palacio de los Leones. La postal fue resumida por uno de los vendedores. "¿Qué tenemos para perder -preguntó-, si ni podemos llevar el pan a nuestras casas?".
Las bombas convivían con consignas reivindicativas -"Queremos trabajar", "La venta ambulante no se va a terminar"- y otras no tan reproducibles contra Control Urbano, la repartición municipal con poder de policía sobre el sector.
Los que cantaban eran choripaneros, "pancheros de los boliches", pororeros, heladeros, puesteros de "novedades", algunos pocos que se reivindicaron como artesanos, vendedores "futboleros" y de otros rubros difícilmente encasillables. Los reclamos eran diversos: el principal, que les den "libertad de trabajo" porque no son responsables del desempleo que los "empujó a la calle" para "sobrevivir".
"Mi casa se cae a pedazos, cuando llueve pasa más agua por las chapas que si me quedo afuera, y tengo tres pibes que comen todos los días", dijo llorando Telma, una pororera de 32 años que desde hace dos semanas no puede volver a trabajar. "No somos los culpables de la situación a la que nos llevaron con el cierre de las fábricas", bramó a su lado Enrique, un ex metalúrgico de 52 años devenido, hace ya 23, "puestero de novedades".
Los relatos se multiplicaban en la espera de que el secretario general del Sindicato de Vendedores Ambulantes de la República Argentina, Jesús Lazzarin, volviera de su reunión con Ghirardi. A las 11, al fin, el dirigente bajó la escalera del Palacio de los Leones. "Compañeros -anunció-, el subsecretario de Gobierno dice que va a atender nuestros reclamos y a contemplar todo el tema de la venta ambulante en Rosario, así que vamos a poder seguir trabajando en nuestros lugares".
Llegaron los aplausos Alrededor del dirigente bramaron vivas y aplausos, mientras Lazzarin arengaba a los vendedores a seguirlo hasta el Concejo para "derogar la ordenanza de los milicos". En realidad se refería al decreto 660, vigente desde 1977, en tiempos del intendente de facto Augusto Félix Cristiani, que vino a reemplazar una ordenanza del 73 -la 2.125, mucho más tolerante- y prohibió la venta callejera.
La marcha se recalentó mientras rumbeaba al Concejo. En la puerta por 1º de Mayo redoblaron las bombas de estruendo hasta que desde adentro vino el okey para una reunión, a condición de que cesaran las explosiones.
Hacia allí marchó Lazzarin con otros cuatro dirigentes: Manuel Neira, Emilio Rodríguez, Daniel Burlo y Néstor Borda. Adentro los recibieron Rossi y los concejales Federico Steiger, José Elmir, Silvia Augsburger, Luisa Donni y Nire Roldán. En marcha hacia el despacho, los vendedores ambulantes se ilusionaron. "El Chivito (por el Chivo, apodo de Rossi) siempre nos ha defendido", dijeron.
La reunión sirvió para que los concejales se interiorizaran del reclamo. Al término del encuentro, Rossi contó que el pedido fue "reformular el viejo decreto de la dictadura a través de una nueva ordenanza lo más consensuada posible".
Según el titular del Concejo, hubo "sucesivos intentos modificatorios de ese decreto que nunca se concretaron", por lo que ahora los bloques prometieron abordar la cuestión. Entre otras cosas, confeccionar un registro de vendedores y fijar un canon, lugares de venta y límites a los productos a comercializar. "Es un debate pendiente", afirmó Rossi.
Pero el compromiso legislativo fue más allá: también apoyarán el pedido para que, hasta que salga la nueva norma, Control Urbano deje trabajar en la calle a unos 31 vendedores. "Sería en dos lugares sintomáticos: 20 en el Independencia y 11 pancheros en la zona de boliches", afirmó Rossi. Al salir, la versión gremial tuvo una variación: dijeron que cada cual podrá seguir vendiendo en sus puestos -más allá del lugar- y que el Concejo pedirá una "tregua" al Ejecutivo. enviar nota por e-mail | | Fotos | | En la protestas usaron las mismas banderas que venden. | | |