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 miércoles, 28 de enero de 2004

Charlas en el Café del Bajo

-Quiero leerle una carta que me envió una lectora, Ridberth, a propósito del amor. Escuche Inocencio, dice así: "Leí tu definición de amor en un artículo de La Capital y bueno... me pareció sano, para contribuir a una más amplia conceptualización de la palabra. Me atrevo a mandarte la mía... espero comulguemos en algo, sólo es una opinión. Creo que el amor es ese misticismo que el género humano le da a la unión estable para procrear, para mantener con ello una sociedad equilibrada; si no imaginate el caos social que sería (aunque sabemos que el amor no es tan poderoso como para vencer la infidelidad). El verdadero amor nace cuando ves el milagro de tu inmortalidad a través de tus hijos; si no quieres a tus hijos no te quieres, es así. Por tus hijos sacrificás a tu propia pareja sin miramientos y si ésta los ama también comprende y acepta gustosa el inmolarse. No es poético, es real, lo manifiestan los animales y el hombre le puso amor. Como el sentimiento de autopreservación, es innato en todos los seres normales. Ese sentimiento paternal es usado para atraer a la pareja elegida y lo llaman amor; que como ya lo mencioné antes sólo surge cuando nacen los hijos. El sacrificio físico por tu pareja sin llegar a haber tenido descendencia es absurdo, inútil, antinatural ya que es autodestructivo. Es análisis de comportamiento animal básico. El humano lo adorna bonito para erigirse por entre el resto de animales, pero en el fondo tanto hembra como macho de nuestra especie se comportan de manera similar. Eso de "lesbos" o "maricas" aparte de ser antinatural (ya que no procrea descendencia) es una gran mentira que el humano se inventa para ocultar su lado más salvaje: sexo enfermizo sin límites, bizarro y carente de amor propio en el sentido de que no generás un ser a semejanza tuya ni de tu pareja; es un suicidio biológico de ambos muy bien camuflado con tormentas sentimentales. Es tan aberrante que algunos deciden criar vástagos ajenos en un afán de callar su falta de amor propio, de verse nuevamente en la tierra y lo hacen con el fin de simular el amor (por ser antinatural el ser criado no es normal y es atrofiado con taras psicológicas con respecto a su sexualidad). Creo que es así. De todos modos, la mía es una opinión de millones" ¿Qué le pareció?

-Como bien ella dice es una opinión y por lo tanto debe ser respetada. Comparto algunos de los conceptos de esta amiga, y con otros no me pongo de acuerdo. Creo que ella reduce el amor a un sentimiento que se genera en el acto de procrear y que sobrevive en el efecto de esa causa (hijos). Yo creo sinceramente que el amor es mucho más abarcativo, pues de otro modo estaríamos limitando la razón de la existencia del hombre, el significado de la vida a perpetuar la especie y yo no estoy de acuerdo con que ese sea el punto culminante de nuestra existencia.

-Comparto lo que usted dice, Inocencio. Sin dejar de aceptar que la procreación es uno de los actos más trascendentes en la vida del ser humano; no es el más sublime ¿Y por qué? Pues porque entonces no nos diferenciaríamos del resto de las especies animales. El hombre, desde una óptica espiritualista, está hecho a imagen y semejanza de Dios y como tal su existencia debe trascender el mero acto de la procreación; su vida debe tener (y yo creo que tiene) un sentido más trascendental.

-Justamente ese es el tema que estamos desarrollando en www.charlasparalavida.com.ar "El sentido de la existencia". Yo creo que tal sentido es, precisamente, superar el vacío existencial. El hombre, que posee cuerpo y alma, no puede saciar su deseo de trascendencia con la sola procreación. Mucho menos puede llenar sus vacíos con cosas materiales. Necesariamente necesita algo más y ese algo más no es otra cosa que un plano de existencia espiritual superior. Esto no significa, ni mucho menos, que este paso se logre sufriendo aquí, como se nos dice. Nada de eso, a este plano le precede la paz interior y plenitud que uno logra en este aquí y ahora ¿Cómo se logra? Pues de una forma simple: amando ¿Y qué es amar? Pues para definirlo en pocas palabras diría que amar es el regocijo de dar sin aguardar retribución. Quien esto logra, está un poco más cerca de la divinidad y se prepara para encontrarse con ella. No es fácil aceptar este pensamiento en un mundo regido por la antítesis del amor: el amor propio.

Candi II

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