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 domingo, 25 de enero de 2004

Charlas en el Café del Bajo

-Dediquemos esta charla de hoy, estimado Candi, a aquellos que están en las ventas. Es decir, dediquémosla a todos, porque todos somos vendedores. Todos tenemos algo que vender. El ama de casa, el jefe de familia, el hijo, el vendedor de un negocio, el gerente de una empresa, un médico, un contador, un jubilado, un docente, todos absolutamente todos somos vendedores.

-¿Usted lo cree? ¿No se supone que hay cosas que no se venden?

-No hay que tener miedo de asegurar que todos vendemos (y hablando de miedos lo invito a que ingrese a www.charlasparalavida.com.ar y encontrará un interesante material sobre el tema, así como nuevos artículos sobre plaguicidas, el misterio del cerro Uritorco, etcétera). Pero le aseguro que todos somos vendedores y en rigor de verdad todo se circunscribe a la diferencia entre obsequiar y vender y, a su vez, a las diferencias que existen en torno al concepto de venta y paso a explicarle.

-Lo escucharé muy atentamente, Inocencio.

-El mercantilismo dirá que la venta es la ganancia en moneda que se obtiene por la cesión de algo. Ese concepto apunta a la ganancia económica fundamentalmente. El comercio de perfil espiritual dirá que la venta es antes que nada la cesión de un "servicio" al que corresponde una justa retribución. En este último concepto se prioriza el valor del producto, su pureza y, sobre todo, el amor que pone el que lo fabrica o el que lo vende en la tarea respectiva. Pero hay un concepto que supera a estos dos: la venta es, sobre todo, la colocación del producto en el mercado. Usted puede fabricar un pañuelo y luego venderlo, pero si no logra instalar ese producto en el mercado la venta es más tarde o más temprano un fracaso. Ahora bien, para colocar el producto en el mercado, para instalarlo usted debe seguir el desarrollo del producto y determinar cual fue su suerte: ¿gustó, no gustó, fue útil, causó bienestar? Etcétera. Y esto diferencia a la venta del obsequio, porque el que obsequia generalmente se desentiende de la cosa cedida, de su destino. Y el que adopta un concepto materialista o mercantilista se interesa bien poco por la calidad del producto y su repercusión en el mercado.

-Interesante reflexión, siga.

-Un ama de casa es una vendedora extraordinaria, porque se afana en cada instante de su vida por saber si lo que entregó a sus hijos, a su esposo, a los que tiene al lado fue bien recibido en el pequeño mercado que es su hogar, si fue útil. Es además una vendedora maravillosa porque "pone amor" en todo lo que hace. La humanidad nos ha dado vendedores extraordinarios. Quisiera que no se interpretara mal lo que voy a decir ahora, pero San Pablo fue el vendedor más notable que tuvo el cristianismo: vendió la palabra de Jesús, es decir logró instalarla en el mercado ¿por qué? Por dos razones fundamentales: primero porque el producto es maravilloso y después porque San Pablo hizo su tarea con absoluto amor.

-Lo suyo es atrevido, pero es interesante. Hoy proliferan los religiosos mercantilistas que deshonran la palabra de Dios bastardean al maravilloso producto pues sólo les importa la ganancia que obtienen a costa de la divinidad, pero siga.

-Un paradigma de un mal vendedor son los políticos argentinos: a ellos sólo les interesa el rédito, pero no el producto y entonces no escatiman esfuerzos utilizar técnicas inmorales, como la mentira, para vender un paquete carente de contenido ¿Cómo reaccionó el mercado? Los resultados son por todos conocidos.

-Me asombra con su análisis, siga por favor.

-Un papá vende un producto maravilloso: la educación de sus hijos y aunque a veces el producto pueda parecer odioso finalmente el hijo lo compra y lo compra primero porque sabe que su padre no podría venderle sino algo bueno para él y segundo porque también comprende que la venta el papá la hizo con todo su amor. Para resumir: si usted vende ropa, alimentos o es dueño de una fábrica o es trabajador, o es un médico o es mamá, etcétera, recuerde que debe saber imponer su producto en el mercado. Puede acudir a todas las técnicas de marketing habidas o por haber, pero si no tiene un buen producto y amor, nada lo va a salvar del desastre. Por último diré que quien sabe colocar su producto en el mercado siempre recibe la retribución. De esto, Candi, no hay dudas.

Candi II

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