Año CXXXVII Nº 48277
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Campo 24/01
Salud 21/01
Autos 21/01


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 25 de enero de 2004

Los grilletes electrónicos para ilegales en EEUU desatan una dura polémica
Un control de las personas que para las autoridades es humanitaria, pero también es tachada de denigrante

"Me fastidia más todavía para dormir que para bañarme", dice Lourdes Sandívar mientras señala al grillete electrónico que le pusieron las autoridades estadounidenses en el tobillo izquierdo, tras negarle el asilo político que solicitó junto a su esposo hace 10 años.

El grillete negro de plástico, que semeja una pulsera ancha de reloj, tiene una pequeña caja electrónica que permite al Buró de Aduanas e Inmigración (ICE) controlar todos sus movimientos.

El dispositivo es parte de un programa piloto del ICE, que será implementado de forma permanente.

Grupos de derechos civiles de Estados Unidos lo consideran una restricción innecesaria, mientras que las autoridades y otros inmigrantes que llevan el grillete dicen que es una alternativa mejor a un centro de detención.

Lourdes y su esposo José Sandívar, ambos peruanos, perdieron en septiembre su última apelación en su caso de asilo político y no respondieron a una orden de comparecencia ante las autoridades.

La mujer fue detenida en el estacionamiento de la escuela de sus hijos, ambos nacidos en Estados Unidos, y los agentes de Inmigración le ofrecieron el grillete como alternativa a una prisión para inmigrantes.

Su esposo, que no recibió la oferta, fue trasladado al Centro de Detención de Krome, en Miami, a la espera de ser deportado.

El ICE ha dicho que programa piloto está dirigido a "supervisar extranjeros que están bajo fianza o mientras esperan por sus audiencias ante un juez de inmigración, o mientras aguardan una orden de deportación". Antes, muchos de ellos permanecían en libertad bajo palabra.

El programa está destinado a inmigrantes "de cualquier país, no violentos, que representen escasos riesgos para las comunidades, y que deseen participar de forma voluntaria", indicó la portavoz de la dependencia, Nina Pruneda.

También está en fase de prueba en Detroit, en el Estado de Michigan, y Anchorage, en Alaska. Actualmente, en Miami y el vecino condado de Broward llevan grilletes más de 40 personas, la mayoría de América Latina y el Caribe, aunque el grupo llegó a ser de 75, según Pruneda.

"Ha sido un éxito. Es una alternativa humanitaria para que las personas con procesos de deportación en vez estar en un centro de detención puedan cuidar de sus hijos y resolver sus asuntos para prepararse para abandonar el país", dijo la portavoz.


¿Alternativa o humillación?
Sin embargo, para Lourdes, de 36 años, ha sido estigmatizante. "Nunca he cometido un delito. He trabajado y mi esposo estaba trabajando desde 1995 en el aeropuerto de Fort Lauderdale", dice en su nuevo y cuidado departamento de Hollywood, del que sólo puede salir entre las seis de la mañana y cinco de la tarde.

Aún así, admite que es preferible a estar en una prisión. "No entiendo por qué a mi esposo no lo dejaron libre con esto", dice, señalando la gruesa banda plástica de color negro.

El caso del matrimonio Sandívar ha generado la intervención de varios congresistas estadounidenses y protestas frente la embajada de Estados Unidos en Lima. Carlos Velasco, subsecretario de Comunidades Peruanas en el Exterior, viajó a Miami para ocuparse personalmente del caso.

"Estamos buscando una solución humanitaria, que se frene la deportación y les concedan más tiempo", dijo el abogado de los Sandívar, Jorge Rivera.

Pero John Leider Henao, un colombiano de 22 años, aceptó sin vacilación el grillete tras dos meses y medio en Krome, donde fue detenido cuando las autoridades detectaron su visa falsa. Henao solicitó asilo político alegando persecución de las guerrillas izquierdistas de su país.

"Estoy muy bien y me adapté fácil, después de todo vine temiendo por mi vida. No me molesta ni para dormir ni para bañarme, e Inmigración me ha ayudado", comentó desde la casa de sus familiares en Pembroke Pines, Florida.

El joven, uno de los pioneros del programa en Miami, donde comenzó en agosto, recibió permiso de trabajo, se empleó en un restaurante McDonald's y el agente del ICE que lo supervisa le alivió las restricciones de horario para que pueda trabajar. (Reuters)

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados