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 domingo, 16 de noviembre de 2003

Córdoba
La otra ruta del Uritorco
Un ascenso diferente al emblemático cerro, desde la localidad de La Cumbre

No hay puestos con marcianitos verdes a la venta, ni caminos demarcados, ni cestos llenos de basura, ni hileras de turistas desfilando para encontrarse con algún más allá. Pero es el Uritorco, ese cerro que ya para los comechingones tenía un sentido místico, y cuya energía no viene tanto de los extraterrestres como de su propia tierra, clima, paisaje e historia.

Pocos conocen este ascenso. El lado oculto del Uritorco no se ve desde Capilla del Monte (por donde ingresa la mayoría de los turistas) sino que se aprecia accediendo desde La Cumbre, por el camino que construyera el general Julio Roca. Un trayecto que se hace en vehículos de doble tracción o a caballo hasta el llamado Puesto Pavón y de allí a pie hasta la cima, en un trekking que puede durar una hora.

El Camino de las Minas, construido por Roca, lleva adonde alguna vez funcionaron yacimientos de tungsteno, utilizado para los filamentos de la lámparas y con componentes que se usaban para la fabricación de cañones.

A los 1.400 metros la topografía cambia y sólo queda la vegetación autóctona de romerillo y paja brava. Esta última le da al paisaje ese clásico tono amarillento que, peinado por el viento, le otorga al suelo un permanente movimiento ondulante. A los costados del camino, la mica y el cuarzo platean y blanquean la banquina.

Camino arriba se ven las pircas (delimitaciones de terrenos hechas con piedras) y los riales (una suerte de guardarrail, también de piedra). Una pirca se pierde en el cerro. Las hacían familias que se asentaban en un lugar y comenzaban a apilar las piedras hasta que la construcción les quedaba tan lejana que se "mudaban" al extremo y empezaban de nuevo.

Un cóndor aparece muy cerca de la caravana. Un baqueano calcula que tiene más de ocho años, es decir, que es adulto, y que sus alas deben medir 1,80 metro entre extremos. Tan cerca se lo ve imponente. Pero no es generoso con el espectáculo, enseguida se retira.

El trayecto no es libre. Se van pasando estancias y hay que atravesar tranqueras. El camino se ha hecho más complicado y dificultoso. A los 1.700 metros y a 20 kilómetros de trayecto se ve Capilla del Monte y el dique El Cajón, y mucho más a lo lejos, el dique Cruz del Eje.

El camino parece haber desaparecido, los vehículos avanzan a campo traviesa hacia aquella arboleda que a poco de andar se convertirá en el Puesto Pavón. De allí sólo quedará cruzar el arroyo Mina, pasar por el Valle Sagrado de los Comechingones y tomar una cuesta por el este. En una hora de trekking de baja dificultad se accede a la cima del cerro.

También se puede conocer Huertas Malas, un paraje en medio de una quebrada donde se levanta un monte de duraznos y cae una cascada de 40 metros.

Cualquiera de los trayectos ofrece un espectáculo increíble de quebradas cubiertas con paja brava, vistas panorámicas, cerros escondidos y caminos minúsculos que se internan en el medio de una geografía virgen y descontaminada. Y ni hablar si el guía (en este trayecto es necesario ir con uno) anima la caminata con su xicus.

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Un baqueano ameniza la travesía con su xicus.

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