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 domingo, 16 de noviembre de 2003

Viggo Mortensen reflexiona sobre la versión cinematográfica de "El Señor de los Anillos"
De visita en la Argentina para promover el último capítulo de la saga, el actor adelantó un final abierto

Ricardo Luque / La Capital

Ser el rey y estar de regreso no es para cualquiera. Si no miren a Elvis, que se fue sin decir adiós y jamás volvió, o a Palito, que cuando quiso volver no lo dejaron. O peor aún, miren a Diego, que va y viene todo el tiempo y ya no le importa a nadie. Que queda entonces para el bueno de Viggo Mortensen, que si no fuera por "El Señor de los Anillos", quizás nunca hubiera vuelto a poner un pie en la Argentina, el país donde aprendió a jugar al fútbol, a andar a caballo y a tomar mate amargo, cuando todavía era un niño y ni siquiera soñaba que llegaría el día en que luciría orgulloso la corona del rey y la emprendería, espada en mano, contra todos los males del mundo.

Pero fue así que, cuando menos los esperaba, alcanzó la cima de Hollywood, y eso que antes había actuado con Michael Douglas, Demi Moore y Sandra Bullock. Porque el papel de Aragorn, el rey que muy a su pesar regresa a ocupar el trono de Góndor, cayó en sus manos por azar, cuando Stuart Towsend, el actor elegido para cubrir el personaje, abandonó inesperadamente el rodaje. No había leído el libro, no conocía el director y, si no fuera por su hijo, jamás hubiera puesto un pie en Nueva Zelanda. Sin embargo, ni bien se probó la cota de malla que luciría en las escenas de la batalla del Abismo de Helm supo que había dado con el rol que había esperado toda su vida.

-¿Qué te sedujo de Aragorn, un héroe literario clásico, para aceptar interpretarlo en "El Señor de los Anillos"?

-Aragorn, al igual que los otros miembros de la Comunidad, tiene momentos de debilidad, tiene dudas e incluso muchas veces tiene miedo. Lo mismo pasa con el resto de los personajes del cuento, que no tiene un sólo héroe sino varios, y es lo que hizo que la gente se interesara en el libro y ahora en la película. No importa lo fantástico que sea el paisaje, ni lo largas que sean las orejas de los orcos, ni lo petisos que sean los enanos, lo que importa es que todos los personajes tienen preocupaciones muy humanas.

-¿Pensás que vas a poder despegarte de un personaje como Aragorn?

-No me interesa despegarme de Aragorn. Todos vamos a envejecer y nos vamos a olvidar de las cosas, y yo tengo lindos recuerdos del rodaje de esta película así que no tengo ningún apuro en olvidarlos. Varias veces me dijeron que después de Aragorn no voy a poder hacer otros personajes, pero no creo que sea así. Yo no tengo ningún problema en meterme en otro personaje, ahora si la gente tiene problemas con eso no puedo controlarlo. Y si la gente se queda con Aragorn más que con otro personaje mío al fin y al cabo qué importa.

-Ahora, que podés tomar distancia del proceso de realización de la película, ¿qué te atrae de la historia de "El Señor de los Anillos"?

-Yo creo que en el cuento, ya te habrás dado cuenta, lo más importante es lo que ocurre durante el viaje y cómo en su cruzada contra el mal la Comunidad va sumando a mucha gente, a diferentes culturas y hasta a la naturaleza, aunque no hay ninguna promesa de que eso sea permanente. Me gusta pensar en una forma inclusiva, en la idea de comunidad, en vez de me salvo yo solito y que los otros se jodan. El cuento termina, pero como en la vida misma no se redondea todas las historias, se ve que hay mucho por delante.

-Entonces el final de la trilogía es también un comienzo...

-Yo pienso que es el comienzo. Yo sé, porque leí la novela de Tolkien, que cuando termina la historia Aragorn tiene 87 años y que, como vive el doble de un humano normal, recién muere a los 210 años, o sea que le queda mucho por delante después del final. Y los buenos cuentos son esos que uno no quiere que se terminen nunca o los que, cuando uno termina de leerlos se pregunta qué será de los protagonistas, y eso es lo que pasa con "El Señor de los Anillos", cuando termina te preguntás qué será de Sam o cómo le irá a Frodo ahí donde va o si Aragorn, ahora que es rey, estará a la altura de su destino.

-¿Cómo fue la experiencia de compartir el set de filmación con tu hijo?

-Fue muy divertido, y se dio casi por casualidad, porque la verdad es que todos los del equipo técnico y del reparto hicieron de extras en algún momento de al película. Para nosotros ver la película es un gran recuerdo de la experiencia que vivimos en Nueva Zelanda, porque entre los orcos o los elfos reconocemos a alguno de los amigos que hicimos durante el rodaje. Mi hijo aparece por primera vez antes del ataque al Abismo de Helm como un niño que tiene miedo de ir a la guerra. Después aparece varias veces más, pero la más divertida fue cuando haciendo de un orco intenta matarme en la batalla final. No se sale con la suya, por supuesto (risas).

-¿Después de haber participado de una megaproducción como "El Señor de los Anillos" pensás que podrías actuar en una película argentina?

-No sé por qué no podría yo hacer una película argentina. Yo busco guiones interesantes, no éxitos de taquilla. No acepté el papel de Aragorn pensando en que podía tener éxito, además en ese momento nadie sabía si la película iba a tener éxito o no. Lo hice porque cuando leí el libro me di cuenta de que iba a ser una experiencia fuera de lo normal, y no me equivoqué. No sé si se me va a dar una experiencia semejante otra vez en la vida, así que creo que tuve suerte de estar en "El Señor de los Anillos".

-¿Por qué la historia de Tolkien tiene relación con el "Martín Fierro"?

-Creo que cualquier cuento en el que las personas luchan consigo mismas para hacer el bien tiene relación con "El Señor de los Anillos", porque, aunque la historia es compleja y oscura, su esencia es esa, la lucha del bien y el mal. Hay películas de samurais de Akira Kurosawa que tienen relación con el cuento de Tolkien, hay personajes de Toshiro Mifune que tienen cosas en común con Aragorn. Hay una escritora danesa que dijo que "cualquier tristeza en la vida se puede aguantar si uno hace de ella un cuento", y yo creo que Tolkien transformó algunas cosas oscuras y tristes de su vida para crear "El Señor de los Anillos". Sus vivencias en la Primera Guerra Mundial, el daño al medio ambiente que trajo aparejada la industrialización y las experiencias de su hijo en la Segunda Guerra Mundial lo inspiraron para crear el cuento. Por eso le molestó que Hitler usara las leyendas nórdicas para justificar las atrocidades que hacían.

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Viggo Mortensen vivió nueve años en Argentina.

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