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 sábado, 15 de noviembre de 2003

Muniagurria: "El sector debe asumir protagonismo político"
El vicegobernador reivindicó la participación de productores en cargos electivos

A medida que crece la percepción social sobre la importancia del sector agroalimentario en la economía del país, la dirigencia política asume con más énfasis el discurso de la producción. Y aunque no siempre estos discursos se refieren al mismo tema, es cierto que en los últimos años esta situación se reflejó en una mayor cantidad de dirigentes sectoriales que ingresaron a la política. Marcelo Muniagurria es uno de esos referentes. Dos veces presidente de Confederaciones Rurales Argentinas, una de las entidades del campo que por estos tiempos discute una estrategia para alentar a la participación de productores en cargos electivos. Diputado nacional en el año 91 y próximamente ex vicegobernador en el período 99-2003, se ufana de ser uno de los pocos dirigentes del agro "que estuvo en política y pudo volver a la dirigencia gremial sin atarse a ningún cargo" y se muestra partidario de que las entidades del sector capaciten y promuevan la participación electoral de sus afiliados "no para hacer un bloque corporativo sino para que la producción esté representada en los niveles de decisión". Por otro lado, rechazó el proyecto legislativo que propone aumentar las retenciones a la soja y advirtió que "el gobierno podría tener un pico de conflicto con los productores".

-¿Vale la pena que el sector agropecuario tenga dirigentes que actúen en política?

-Más allá de representantes del sector, lo que debemos tener es gente que piense en términos productivos y que tenga respeto por el desarrollo del interior. Sin esta convicción es muy difícil revertir una cultura según la cual el que produce debe ser protagonista en la generación de riqueza pero turista en la distribución. La verdadera generación de riqueza está en las provincias. Da la impresión de que cuando el sector agroalimentario hace negocios, empiezan a aparecer los cazadores de rentas. Ahora hay un proyecto en el Congreso para aumentar las retenciones a la soja en función de alentar determinados cultivos o sectores. Esto es un error conceptual profundo. Porque cuanto más se generen interesados por las retenciones más difícil va a ser eliminarlas. Una cosa es que el sector productivo discuta con el ministro de Economía y otra que discuta con 26 gobernadores y 30 ó 40 sectores beneficiarios con ese ingreso. Así no se van más. Hoy las retenciones se toleran por los precios internacionales. Si en rendimientos o precios el tema se complica, el gobierno nacional inmediatamente tendría un pico de conflicto con los productores.

-¿Los productores tendrían que pensar como estrategia avanzar en los niveles de decisión?

-Totalmente. El sector dirigente necesita, además de protestar, hacer propuestas permanentes. Y esas propuestas debe hacerlas desde la dirigencia sectorial y si puede desde la dirigencia política, porque los cambios se hacen desde el poder, que lo dan los votos. Un intendente, un gobernador o un presidente tienen la posibilidad de producir cambios concretos en forma individual y los legisladores en forma conjunta. La dirigencia debe capacitar a los productores en ese tema. Si en la Argentina el 70% de las divisas son del campo, hay que ser parte del gobierno y la forma es ser protagonista. Pagando derecho de piso, poniendo la cara, bancándose los insultos, etcétera. Ojalá se abra un camino en ese sentido, no como sector corporativo sino de un sector que quiere ser protagonista. Como es en Nueva Zelanda o en Brasil. Pero para eso también hay que terminar con la hipocresía de muchos, que señalan a los que ocupan cargos, o que se enorgullecen de decir "no me meto en política".

-¿Qué balance hace de estos cuatro años?

-Nos tocaron tal vez vivir los cuatro años más difíciles de la historia contemporánea argentina. Arrancamos con el optimismo propio de la gente que tenía vocación y recibimos el estruendoso fracaso de un gobierno nacional que se nos cayó encima. Gracias a que se hizo un gobierno austero, prolijo y firme, pudimos salir caminando. No dejamos pasar el misil a la población. Pero evidentemente queda un dejo de amargura porque nos hubiera gustado salir con una provincia actualizada en la obra pública, con más inversión en educación y hacer algunas otras cosas que la crisis no permitió. Seguramente a esto habrá que agregar errores propios. Pero la experiencia es en lo personal sumamente positiva. Ahora sé que puedo aguantarme una crisis. Y también sé que puedo achicar el Estado. Recibí un Senado con 25 millones de dólares peso y dejé un Senado de 18 millones de pesos. Sin conflicto, sin autoritarismo, se puede trabajar en forma prolija en la administración pública.

-La catástrofe de las inundaciones fue lo más grave. ¿Se pudo evitar el desastre?

-¿Cómo podemos hacer para evitar que caigan 1.500 milímetros en 20 días en una zona donde el régimen de lluvias es 400? Ahora, la pregunta sería: ¿Se podría haber morigerado el daño? Este es el planteo típico que la gente se hace con el diario del lunes. ¿Pero qué hubiera opinado el periodismo y la gente si se hubieran planteado obras que hoy parecen imprescindibles, estimando fenómenos climáticos que hacía 500 años que no ocurrían, cuando vivíamos en un país con un nivel de desocupación creciente, con un gobierno nacional que se nos caía encima? Seguramente hubieran dicho: qué hacen estos gobernantes. No soy ingeniero hidráulico ni funcionario de obras públicas. Pero como hombre de la producción creo que lo que ocurrió fue una fatalidad.

-¿Pero más allá de esas eventuales críticas un gobierno no tiene que pensar estas cosas a largo plazo?

-Seguro, pero no todas las cosas de largo plazo se hacen en un solo gobierno. Se corrigió el tema del Ludueña. Ese es un hecho concreto. Lo que ocurrió en Santa Fe hacía 600 años que no ocurría.

-¿El tema del agua no debe ser una política de Estado permanente?

-El problema del agua en Santa Fe siempre debió ser una política de Estado. Como la infraestructura. En un país con este crecimiento de producción todavía seguimos peleando por la autopista Rosario-Córdoba.

-El problema con el agua es que casi dos tercios de las provincias tienen problemas de inundaciones. Y otro sector importante tiene problemas de sequía.

-El control del agua es resolver la mitad del riesgo que tiene el sistema productivo. La otra mitad es el precio. Entonces, no sólo es un problema de que en Santa Fe el tema del agua sea una política de Estado. Entender estas cosas debe ser una política de Estado.

-El clima es muy poco predecible. Pero cuando uno más está pendiente de eso menos posibilidad de catástrofe hay.

-Sí. La trompada te despierta y te hace estar más atento. Pero le pregunto al conjunto de los santafesinos. Si el tema agua es una cuestión de Estado. ¿La primera decisión es hacer un cerco en la ciudad de Santa Fe? ¿Qué pasa con La Picasa, con el San Blas, con el Pavón, con los Bajos Submeridionales, con los acueductos del norte?

-¿Una distribución equilibrada de los recursos a nivel geográfico no es parte de una reforma del Estado?

-Es una cuestión de gobierno. Es un tema a plantear permanentemente, no de vez en cuando. Y para eso se necesita poder. Y el poder se construye de abajo para arriba. Si los ciudadanos de la ciudad de Rosario consideran que hay un desequilibrio en la distribución de los fondos, tienen el mismo camino, que es ser protagonista de la política y cambiar las cosas. Yo pasé por esas circunstancias y lo intenté. Algunas cosas logré y otras no. Creo que la gente tiene que evaluar si es mejor quedarse en la casa o participar.

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Muniagurria rechazó el aumento de retenciones.

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