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 domingo, 02 de noviembre de 2003

Análisis político
¿Lo que sirve no se toca?

Mauricio Maronna / La Capital

Ningún dirigente de peso del PJ santafesino está convencido de derogar la ley de lemas. "Lo que sirve no se toca", había dicho hace poco más de un año el hoy gobernador electo Jorge Obeid. Durante los últimos días de campaña proselitista el entonces candidato del Frente para la Victoria se sumó al coro de voces que pedía a gritos la eliminación del amañado sistema electoral porque su principal adversario, Hermes Binner, había impuesto la agenda mediática con la simple promesa de eliminar de cuajo cualquier vestigio de la norma.

La nota de La Capital del último viernes dando cuenta de que el futuro jefe de la Casa Gris prometió enviar dentro de las 48 horas posteriores a su asunción un proyecto de ley poniéndole la lápida al sistema de lemas sirvió de aperitivo a la reunión que la cúpula partidaria mantuvo ese mismo día en la capital de la provincia, y donde claramente, aunque puertas adentro, se notó el malestar de los peronistas. Aunque a la hora de las declaraciones públicas acorazaran su enojo con el inicio de un debate que se extenderá a las 19 departamentales.

"Lo que haga el partido estará bien, pero si Obeid manda el proyecto y los legisladores lo aprueban, la responsabilidad será de ellos, no mía. Si Obeid cree que de esa forma ayuda al peronismo, y seguimos gobernando Santa Fe, aplausos para él y que se lleve los laureles. Y si no, que se haga cargo. Yo cumplí, prometí que dejaría la vida por el peronismo, y lo hice: le voy a poner la banda a otro peronista", dijo anteayer Carlos Reutemann en la intimidad de la Casa Gris.

El martes 22 de octubre de 2002, entre achuras, vacío a la parrilla, vino tinto y ensalada mixta, este diario fue testigo privilegiado en el quincho de la Residencia de Olivos de un hecho que ilustra el estado de las cosas. "Che, Hermes, ¿y tu partido cómo está para las elecciones, vas a ser candidato a gobernador?", le preguntó a Binner el entonces presidente Eduardo Duhalde. "Lo que pasa es que tenemos la ley de lemas", murmuró el intendente, sabiendo que un periodista, sentado frente a ambos, miraba hacia otro lado pero tenía el oído derecho atento. "¿Y por qué no derogan eso?", consultó Duhalde, guiñando uno de sus ojos al cronista. "Eso preguntáselo a Reutemann", se animó a decir el rosarino. Y Duhalde socializó la pregunta: "Che, Lole, dice Binner que le saques la ley de lemas". El gobernador abrió los ojos, miró hacia su derecha y pasó la pelota diciendo "preguntale a Obeid". El diputado nacional y hoy gobernador electo se levantó de la silla, caminó unos metros y amplificó a los cuatro vientos: "Eduardo, los peronistas sabemos que lo que sirve no se toca".

¿Alguien en su sano juicio cree que el peronismo, con su pragmatismo y su sempiterna vocación de poder, es capaz de suicidarse sin dar pelea? "Sabemos que la sociedad santafesina quiere que se termine el carnaval de boletas, y yo cumpliré con lo que prometí. Después será cosa de los legisladores", dicen que anda diciendo Obeid por estas horas.

Reutemann sabe desde 1999 que ya no necesita de la ley de lemas: es el único referente peronista santafesino que tiene votos adentro y afuera del PJ.

"Es más, si vuelvo a ser candidato a gobernador en el 2007 lo quiero mano a mano a Binner, sin excusas ni jueguitos como los de esta campaña, que mostraron su doble personalidad. Vamos a ver si ahí se termina de dar cuenta quién es (Carlos) Monzón y quién (Nino) Benvenutti", proyecta el Lole, recordando aquellas míticas palabras del titular del Palacio Vasallo, tras un locro que (aún hoy) sigue generando comidillas.

Otra de las sorpresas políticas de la semana fue la declaración del propio Binner criticando la transversalidad, exaltada desde el gobierno nacional, y que lo tiene a él como protagonista casi exclusivo. La feroz interna socialista (siempre acolchonada y sin micrófonos) disciplinó al intendente. Pese a que La Capital pudo saber que Néstor Kirchner reiteró a un par de ministros que le "gustaría tenerlo acá" (por la Casa Rosada), un dirigente del peronismo descarta esa posibilidad: "El PS lo apretó feo a Binner, que no es como (Héctor) Cavallero, quien los mandó al carajo y se fue. El intendente es como el cura que se crió a la sombra de la parroquia... Se queda ahí". Ayer, el Partido Socialista nacional le cerró la puerta al intento de coptación (ver página 11).

"Nosotros queremos ser una oposición razonable pero oposición al fin. ¿Cómo vamos a salir a criticar los deslices que puede hacer el Ejecutivo teniendo a uno de los nuestros en el gobierno? ¿Quién se va a bancar las chicanas?", razona un socialista rosarino. Sin embargo, el final de esta historia aún no está escrito.

"Kirchner después del 10 de diciembre quiere hacer pie en Santa Fe y complicarle la vida al Lole. Para eso ya le mandó un mensaje a Obeid: «O estás con nosotros o estás con Reutemann». El Lupín lo ve al Alemán como al único con capacidad de concentrar una gran masa crítica si es que las cosas al final del camino no salen como quiere el gobierno", dijo el lunes pasado una calificada fuente nacional.

Los fantasmas se maximizaron a media semana cuando el diputado Angel Baltuzzi (presidente del PJ santafesino) se rebeló en medio del bloque por la ausencia de diálogo entre el primer mandatario y los legisladores nacionales, por la caza mayor a jueces acusados de menemistas y por el bill de indemnidad a Augusto Belluscio, ligado al radicalismo y mencionado por cosas mucho peores que las acusaciones contra (Eduardo) Moliné O'Connor y (Adolfo) Vázquez.

"A mí y a todos los legisladores peronistas nos tienen que decir por qué promueven los juicios políticos. Yo lo voté a Kirchner y es una vergüenza que me tenga que enterar por los diarios de lo que quiere el presidente. ¿Hasta cuándo vamos a seguir generando juicios? Yo voy a ser disciplinado y no voy a votar en contra de lo que pida nuestro presidente, pero es hora de que al menos se digne a recibirnos", tronó Baltuzzi en una agitada reunión de bloque. Lo que más sorprendió al legislador fue la adhesión recibida por parte de sus compañeros de bancada y de integrantes de la Cámara alta.

"¿Sabe qué pasa? Esto es como si una mujer que quiere hacer el amor con su marido tiene que soportar que éste la viole. Nosotros buscamos ayudar a Kirchner, pero no nos pasa ni la hora", fue la gráfica traza comparativa que hizo un senador nacional electo.

Mientras esta semana se develarán (al fin) los nombres del futuro gabinete provincial (un capítulo trascendente para marcar la relación Obeid-Reutemann), el sureño le clavó el cuchillo hasta la médula al peronismo bonaerense cuando responsabilizó a la policía de esa provincia por cobijar "delincuentes".

La gravísima acusación del presidente no logró, sin embargo, que las cacerolas porteñas permanecieran en las alacenas. El centro de la Capital Federal y el umbral de la mismísima Quinta de Olivos (obviamente sin la furia ni la convocatoria de diciembre del 2001) volvieron a ser testigos del ruido del teflón, esta vez motivado por la peligrosa ola de inseguridad.

Una inequívoca señal de que (más allá del contundente respaldo que sigue recibiendo Kirchner por sus gestos políticos contra la corrupción y la limpieza en instituciones corroídas por el descrédito) la agenda comienza a marcar cuáles deberán ser otros ejes prioritarios de su gestión.

La reducción de los índices de pobreza, el fin de las desigualdades económicas, una mejor distribución de la riqueza y la reinserción de la Argentina en el mundo son condiciones indispensables para hacer visible "el nuevo país" que promociona el huracanado estilo K.

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