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 domingo, 02 de noviembre de 2003

El bailarín adelantó el espectáculo que ofrecerá el fin de semana próximo
Julio Bocca: "Hay que ser consciente cuando se llega al límite del rendimiento"
Dijo que está dispuesto a diversificar su carrera con otros lenguajes artísticos

Rodolfo Bella / Escenario

Julio Bocca aseguró que se está despidiendo de algunas coreografías, pero eso no significa que abandone la danza. Su decisión es, ante todo, una transformación. El bailarín, que el fin de semana próximo traerá a Rosario parte de su nuevo espectáculo, contó a Escenario cuáles son sus expectativas para cuando cumpla los 40 años y cómo su trabajo va sumando un carácter más actoral.

-¿El nuevo espectáculo es una forma de tomar contacto con otras expresiones distintas de la danza?

-Estoy tratando de hacer cosas más actorales poco a poco. Hay cosas clásicas que me cuesta mucho y no las hago. Trato de seguir creciendo y no quedarme, por eso voy mezclando lo actoral, la danza teatro, y las historias nuevas como "Macbeth", que tiene más actuación que baile. Hay que contar una historia en 20 minutos. Por eso traté de hacer los dos personajes, el masculino y el femenino. Eso me hace seguir creciendo como artista. No quiero quedarme sólo en el salto y el giro que ya lo hice muchas veces.

-¿Te pesa la repetición o también el aspecto físico?

-Hay cosas para las cuales uno tiene sus límites físicos, entonces cuesta sobre todo tener que hacerlo como se tiene que hacer. Yo puedo seguir bailando coreografías clásicas, lo que hago con el American Ballet, pero uno tiene que ser consciente de que cuando llega a un límite tiene que ir dejando.

-¿Es momento de despedirse de algunas coreografías?

-Este año me despedí de "Romeo y Julieta", de Nueva York, y quizás el año que viene me despida de "El Quijote", de obras que son muy fuertes porque me identifican, pero al mismo tiempo quiero dejarlas bien hechas, no hacerlas por hacer.

-Es mejor dejar un buen recuerdo...

-Exactamente (risas). Cuando uno empieza una historia hay que terminarla bien.

-¿Eso tiene que ver con retirarte?

-Los 40 años para mí son como el punto límite. Creo que cuando llegue a los 40 y disfrute todo ese año, quizás empiece el tour de despedida. Igual dejar algunas obras y algunas ciudades, es como comenzar eso. No puedo no hacer lo que suele hacerse, empezar a despedirse tres o cuatro años antes de que ocurra (risas).

-¿Qué vas a hacer?

-Por suerte hice muchas cosas paralelas: tengo una escuela, una fundación en la cual damos becas para gente del interior para estudiar en Buenos Aires, sigo teniendo el Ballet Argentino, soy el director artístico del teatro Maipo, puedo ser productor, puedo seguir dirigiendo la escuela, también me gustaría actuar, pero por ahora estoy disfrutando del día a día, cada función.

-¿Qué balance hacés de los trece años del Ballet Argentino?

-Creció muchísimo y hay un montón de bailarines que crecieron con la compañía, otros que se formaron acá y se fueron a otros lados; el repertorio que tiene es impresionante porque pasa por Martha Graham, Jerome Robbins o George Balanchine, a coreógrafos argentinos o europeos que crearon especialmente para el Ballet.

-¿Acercaste a nuevas generaciones a la danza?

-En las funciones tengo un público nuevo, y va desde gente mayor a chicos. No es nada difícil cuando les das un buen espectáculo y sabés mezclar los estilos. Además tengo muchos que vienen a estudiar. En mi compañía tengo dos misioneros, dos sanjuaninos, un cordobés, y algunos con unas condiciones maravillosas que no necesariamente tienen que pasar por el Colón para poder bailar.

-¿El ballet dejó de considerarse una actividad elitista?

-Eso queda en el Colón, nada más. Por suerte hay tantos festivales, tantas compañías independientes y grupos chicos que lo hacen a pulmón y eso es maravilloso porque mantiene vivo el arte. Lo mismo pasa en el interior donde hay bailarines y maestros de muchos talento.

-¿Creés que tu situación es privilegiada en el contexto argentino?

-Sí. Siempre digo que tuve mucha suerte en mi carrera y sobre todo acá. De todas maneras, en los últimos dos años fue difícil porque se tuvo que mantener el teatro, la escuela, la compañía y a pesar de todo seguimos haciendo espectáculos y es bastante difícil mantener todo esto. Tengo suerte porque de diez funciones previstas hacemos veinte a sala llena. La gente sale muy conforme y siempre hay un cariño y un respeto que es maravilloso. Después de 22 años de carrera, seguir estando no es algo fácil y eso la gente lo recibe. Hay cosas que les puede gustar más que otras, pero no me quedo en lo que le gusta a la gente, sino que intento crecer como artista y demostrar que se pueden hacer cosas diferentes. Tengo suerte de poder trabajar y vivir en mi país y de acá salir al mundo.

-¿Te pesa en algún momento que tu nombre sea una marca registrada de la cual se espera satisfacción garantizada?

-Uno un poco es una marca registrada, pero no me obligo a hacer las cosas bien. A mí me gusta hacer las cosas bien por mí, aunque no tuviera una marca registrada, por respeto a mí como persona y como artista. Lo que siento es que uno tiene una especie de responsabilidad, pero al mismo tiempo la gente me da el permiso de hacer locuras, de crecer y hacer cosas nuevas. Es maravilloso para un artista, porque no estoy haciendo ni "El Quijote", ni "La bella durmiente" ni los clásicos típicos, y sin embargo aplauden de pie al final; ellos me dan esa libertad. Yo siempre tuve ese respeto y esto es un ida y vuelta.

-¿Influyó en algo de esa valoración que en su momento se hayan promocionado tus elecciones sexuales?

-No, al contrario. Pensé que iba a haber más problema y no pasó nada. Creo que a la gente le interesa menos que a los periodistas. La gente nunca me preguntó en la calle qué me gustaba o no, o si salía con alguien o no. Los medios insistieron con eso. Algo parecido pasó con la ley de unión civil, que pensé que iba a ser un quilombo, y sin embargo no pasó nada. Te das cuenta que la gente creció mucho. Culturalmente en un montón de cosas estamos mucho más allá de lo que a veces creemos. Es un paso de crecimiento muy democrático.

-Iñaki Urlezaga, Maximiliano Guerra y vos tienen sus propias compañías, ¿este tipo de iniciativa compensa una carencia del Estado?

-Lo que uno pretende hacer es dar trabajo. Creo que falta un poco el apoyo del gobierno a la cultura o quizás va todo a un sector y nada a otro, pero creo que lo lindo como artista no es quedar estancado, sino salir a buscar. Lo que se intenta hacer es mantener el arte de esta forma. Creo que es más sabroso que tener todo acomodado, que te den todo y te achanches. En el ámbito privado es muy difícil que te den una subvención. Lo privado va al deporte y punto. No les interesa más nada. Sacando algunas empresas muy pequeñas, no hay nada. Tampoco hay una ley de mecenazgo y una serie de cosas que en otros países existen.

-¿Tenés confianza en el actual gobierno en ese sentido?

-Recién empieza, así que no sé. Por suerte algo está cambiando. Hay un montón de cosas que nos sorprendieron a varios y espero que siga de esa forma. La verdad es que espero que también le de espacio a otra gente de la cultura que tal vez no lo tiene. Pero no sólo en la cultura, sino también en la educación y la salud, que es una base fundamental.

-En ese contexto, ¿qué le dirías a los bailarines que recién empiezan?

-Que sigan estudiando. Lo principal en esta carrera es amar lo que estás haciendo. Si lo hacés por negocio olvidate porque no es un negocio, si lo hacés porque lo amás, luchá, seguí formándote todos los días porque es la única forma. No importa lo que te digan; vos seguí adelante porque eso es lo principal. Quizás no se tiene la suerte o la posibilidad de llegar, pero te queda la tranquilidad de saber que lo intentaste.

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"Los 40 son para mí como el punto límite", afirmó.

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