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 miércoles, 01 de octubre de 2003

Desaparecidos. Radiografía de una causa clave para los juicios por venir
Feced, el nombre emblemático de la represión en Rosario
El ex jefe de policía local participaba de continuas sesiones de tortura cuando un detenido le "interesaba"

Waler Palena / La Capital

La Causa Feced permite comprobar el modus operandi del accionar represivo con los detenidos que pasaban por el Servicio de Informaciones (SI) que funcionó en la Jefatura de Policía, en la ochava formada por las calles San Lorenzo y Dorrego.

El 17 de septiembre de 2000 La Capital publicó en exclusiva un extracto de la denominada "causa madre" de los Juicios por la Verdad que se desarrollan en Rosario: el Informe Borgonovo. El documento, pedido el 7 de marzo de 1997 por el entonces ministro de Gobierno de la gestión de Jorge Obeid, Roberto Rosúa, fue entregado por el ex subsecretario de Asuntos Legislativos, Esteban Borgonovo, luego de que la Cámara Federal desprocesara a policías en actividad involucrados con la represión.

El paper sirvió en su momento para separar de la policía a unos diez efectivos implicados en delitos de lesa humanidad, pero también es relevante para conocer la perversidad e impunidad con la que actuaron las fuerzas de seguridad durante la dictadura.

El nombre de Agustín Feced (ya fallecido) es, de por sí, el emblema mismo de la represión en Rosario. "A los extremistas les digo que a partir de este momento tienen 12 horas para abandonar la ciudad. De lo contrario nosotros los acompañaremos al cementerio", fue la amenaza que profirió cuando asumió sus funciones como delegado interventor de la Unidad Regional II, el 9 de abril de 1976.

El perfil sanguinario de Feced se puede mensurar por los testimonios de sus víctimas e, incluso, en sus declaraciones ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFFAA). El grupo o patota que comandó entre 1976 y 1979 operó con absoluta impunidad y estaba integrado por policías y civiles captados entre los detenidos: un accionar de tipo parapolicial, bajo el control operacional del Comando del II Cuerpo de Ejército.


A confesión de parte
El propio Feced admitió ante la Justicia militar el carácter parapolicial del grupo, si bien relativizó el rol de los colaboradores. "La información era informativa simplemente pero no operativa, porque si no al final íbamos a hacer una parapolicial con subversivos..." (Feced. Indagatoria ante el CSFFAA. Foja 2.193).

La perversidad de la denominada patota está registrada en testimonios elocuentes, como el que consta en la foja 783 de la causa: "Entre ellos, cuando se dirigían a torturar, se manifestaban sobreexcitados. «Hay trabajo», decían, y ponían las radios y música y dialogaban acerca de repartirse lo que habían robado...".

Algunos detenidos relataron haber visto objetos de su propiedad en el escritorio de quienes lo interrogaban. "En la mesa de trabajo, Feced tenía una radio de mi propiedad, que reconozco fácilmente porque había sido pintada por mi hija con lápices" (Foja 94).

Tal vez por estar en un ámbito benévolo, en una de las declaraciones que hizo ante la Justicia militar, Feced reconoce y admite las metodologías para torturar a los prisioneros: "Si retirábamos a una detenida (de la alcaidía) venía con la celadora, sola no, entonces en un ámbito así, uno no puede hacer interrogatorios, no puede porque carece de... digamos de reserva".

Feced llevaba un álbum con fotos de cadáveres, contabilizaba las personas que había matado con muescas en su pistola y participaba en sesiones de tortura cuando una víctima le interesaba particularmente.

El testimonio de una de las detenidas (cuya identidad La Capital prefiere resguardar) es un ejemplo que se multiplica:

"Me suben y me vendan... (...) Ese mismo día me torturó solo Feced; me ató Lo Fiego, y el primero pidió que nos dejaran solos: «A esta la quiero yo solo», dijo. No me interrogaba acerca de los hechos o cosas relativas a mi detención o de mi persona, solamente me preguntaba por mi mamá, sobre lo que yo sentiría cuando la viera muerta porque él la iba a matar..." (Fojas 8.415 y subsiguientes).

En la causa también existen relatos que ilustran la premeditación y alevosía con que se producían los crímenes. La impunidad fue tal que, en ocasiones, los detenidos escucharon cuando algunos de los policías confeccionaban partes de prensa narrando supuestos enfrentamientos en los que morían personas que sacaban con vida del Servicio de Informaciones y que luego publicaban para encubrir verdaderos homicidios.

Uno de los hallazgos del Informe Borgonovo es haber podido lograr la sistematización de los delitos cometidos en el accionar represivo. De un total de 270 víctimas que registra la Causa Feced, quienes en su gran mayoría padecieron más de un delito, quedó establecido que se produjeron 261 privaciones ilegítimas de libertad, 87 desapariciones, 33 homicidios, 98 torturas, 10 apremios, 7 violaciones y 9 delitos contra la propiedad.

Según explicita el documento, el caso de la tortura fue la regla que utilizaron los represores: "Los datos impiden caracterizarla como casos aislados o excesos. La masividad de esta práctica fue aplastante y se tradujo en una pauta de la que nadie pudo escapar. Los torturadores no repararon en el sexo ni en la edad de los detenidos. Inclusive, la condición de embarazadas o madres recientes de muchas mujeres detenidas no resultó obstáculo para los castigos".

De las declaraciones de las víctimas surge la siguiente nómina de métodos empleados: picana, golpes de puño, patadas en el cuerpo (incluidos genitales), golpes con mangueras rellenas, submarino, colgadura cabeza abajo, el teléfono, introducción de agujas en pezones y uñas, tajos con elementos cortantes en pechos, simulacro de fusilamiento, violaciones y torturas psicológicas de todo tipo.

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Feced, el emblema de la represión en Rosario.

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