Año CXXXVI Nº 49964
Política
La Ciudad
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Turismo
Mujer
Señales


suplementos
ediciones anteriores
Salud 10/09
Autos 10/09


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 14 de septiembre de 2003

Relatos de vida y muerte desde el frente de batalla
Corresponsales de guerra en la línea de fuego
Gustavo Sierra contó desde Irak la resistencia a la invasión norteamericana

Leonardo Graciarena / La Capital

"Fui testigo de algo extraordinario y siento la obligación de dar testimonio. La gente quiere saber de qué se trata y desde ese lugar siento la obligación de contar lo que viví en Irak". Sin subirse al tentador carro del corresponsal estrella, Gustavo Sierra explica el porqué de escribir un libro sobre lo que quizás sea el peor acto de estupidez humana: la guerra. Fue el único periodista argentino que permaneció en Bagdad durante toda la guerra de Irak. Su voz y su palabra escrita sirvieron para vivenciar qué sucedía en el frente, al otro lado del mundo, en un país bajo las bombas. "Por primera vez en la historia los periodistas pudimos estar en el frente de batalla durante toda la guerra. Hasta el momento se iba al frente, se conseguía información y se regresaba. Nunca se permaneció 20 días ininterrumpidos en el frente, salvo que estuvieras como soldado", comenta el corresponsal de guerra argentino.

Sierra estuvo en Rosario presentando su testimonio hecho libro: "Bajo las bombas, crónica de la invasión a Irak". Con una paz envidiable, el periodista transmite "el duro oficio de escribir" bajo fuego. "No podría haber hecho esta cobertura sino fuera por los 27 años de profesión que tengo", confiesa. Además de trabajar como corresponsal en Londres y Washington (incluso en la Casa Blanca), y estar en la gestación de la CNN en español, Sierra cubrió las dos guerras —Afganistán e Irak— que ya tuvo el nuevo siglo. Durante un poco más de un mes fue ojos para el diario Clarín y voz para Radio Mitre, desde el frente de batalla.


Un mundo desconocido
Sin la absurda soberbia de una profesión influenciada por el ego, Sierra cuenta cómo ve el nuevo orden con el que sueña el señor Bush. "Las consecuencias de las guerras en Irak y Afganistán las veremos dentro de unos años. Hoy EEUU, la primera potencia hegemónica, se consolidó con una política unilateralista total que rompió con lo planteado por la administración Clinton, que cada vez que tuvo que ir a una guerra lo hizo bajo el paraguas de la ONU. Bush rompió con eso. Me parece que este nuevo camino que toma EEUU es más bushista que estadounidense. Si cambiara la administración, se modificaría el rumbo en la política exterior. De cara al futuro habrá que ver cómo se desarrolla este año y medio hasta las elecciones y en qué estado de empantanamiento quedan estas dos intervenciones", explica Sierra.

"Bajo las bombas" es un libro de guerra que supera la complejidad de muchos relatos épicos. Es la mirada de un hombre que trabaja de periodista y que muchas veces queda bajo fuego "como un bagdadí" más. En caliente, Sierra se la rebusca para que el lector comprenda los distintos escenarios que presenta la guerra: el olor a pólvora, la impotencia ante la muerte, la simplificación de las reacciones que da el miedo, la mirada testimonial que descifra al argentino básico un conflicto de escala mundial.

Y es la onomatopeya una herramienta vital en "Bajo las bombas" para traducir situaciones inimaginables para el humano común. El boooommmm de la bomba de media tonelada, el brrrrrrrrr del B-52 que la arrojó, el ta-ra-ta-ra-ta-ra-ta de la defensa antiaérea, el repiqueteo de los fusiles kalashnikov en la calle.

Sierra llegó a Bagdad diez días antes del comienzo de los bombardeos el jueves 20 de marzo, vio pasar la muerte a su lado cuando el Hotel Palestine —en el que la prensa internacional estaba alojada— fue atacado por un tanque estadounidense un día antes de que el régimen saddamista se desplomara el 9 de abril.

"¿Por qué? En ese momento estaban comprando a los jefes de la resistencia de Bagdad. Esa es mi teoría y la sostengo sobre la base de datos de la inteligencia italiana y alemana, y algunas evidencias que observé días después. Exactamente cuando el tanque ataca el hotel estaban entregando Bagdad. Y entre los que entregaban Bagdad estaba un primo directo de Saddam, Maher Sufian al Tikriti, jefe de la Guardia Republicana Especial. Este tipo recibió mucho dinero y al parecer ahora vive en Florida con su familia. La traición se estaba perpetrando justo detrás del hotel, cuando nos atacaron. Se trató de cubrir esa traición con el ataque al hotel. Lo que pasaba era que a cuatro cuadras, por detrás del hotel, se estaban yendo como a su casa los que tenían que defender Bagdad. Dos días más tarde, caminando por ahí, veíamos los uniformes tirados en las trincheras. Típico, se cambiaron la chaqueta y se fueron a su casa", explica Sierra.

En la guerra contra Saddam Hussein murieron 16 periodistas en poco más 20 días de intensa batalla. Dos de ellos, argentinos (Mario Podestá y Verónica Cabrera). Hace un par de años, el corresponsal de guerra y escritor español Arturo Pérez Reverte había sintetizado el riesgo de ver la guerra para contarla: "Ahora hasta el combatiente más analfabeto sabe que una cámara de televisión puede ser usada en su contra. Que el periodista puede trabajar para su enemigo. Por eso, si yo fuera soldado mataría periodistas".

Irak es un conflicto cuya historia se escribe todos los días y que aún no finalizó. "Las guerras no se terminan por decreto. No las termina un presidente cuando quiere. Las guerras se terminan cuando se conquista la paz. Y eso en Irak aún no sucedió", explica el periodista argentino.

"Esta es una guerra hegemónica, que tuvo al petróleo como elemento, pero eso no es lo más importante. Lo verdaderamente importante para EEUU era poner un pie en Medio Oriente, donde ahora tiene 150.000 soldados a las puertas de Siria e Irán", sintetiza Sierra.

En el corresponsal de guerra conviven el instinto de supervivencia y la obsesión por estar donde suceden las cosas. El equilibrio puede ser una delgada línea entre una buena cobertura y volver en una bolsa plástica.

"En Irak no teníamos libertad para movernos. Teníamos guías del régimen que nos acompañaban a todos lados. Eran ellos los únicos que podían hacer de traductores cuando hablábamos con la gente. Y, además, tenían amenazados a nuestros choferes. «Si llegás a llevarlo a algún lugar sin nosotros: te matamos», le decían. Y en Irak eso no era una simple amenaza y nada más", cuenta Sierra al recordar los días previos a la guerra.


El periodista como noticia
Bagdad es una ciudad baja, sin grandes edificios, según comenta Sierra. El Hotel Palestina, donde estaba la prensa internacional, era el único edificio que ofrecía una vista panorámica de toda la ciudad. Una platea perfecta para ver la guerra. Pero ver la guerra no alcanza si no se puede saber qué pasa por la cabeza de la gente.

"La pregunta antes de la guerra era: ¿los iraquíes van a defender a este régimen hasta las últimas consecuencias, como nos quiere hacer creer Saddam? Y para poder hablar con la gente se me ocurrió ponerme en la cola para comprar pan. Allí el guía no te seguía. En Irak las panaderías son como quioscos, donde la gente hace la cola en la calle. Me paraba en la cola, donde era el único occidental, y me ponía a hablar. Siempre hay alguien que balbucea un poco de inglés o si no iban a buscar a alguien que hablara inglés. Fue allí que percibí, por lo que ellos me contaban, lo que iba a suceder posteriormente. ¿Ustedes están dispuestos a defender a este régimen hasta las últimas consecuencias? Y la respuesta constante fue: «Voy a defender a mi casa y a mi familia». Obviamente no iban a defender ni a la calle ni al régimen. Pero no lo iban a decir a los gritos. En Irak no se podía decir. La menor disidencia se pagaba con la vida o con el exilio, si tenías suerte. Así pude tener una visión bastante más cercana a lo que pensaba el iraquí medio antes de que comenzara la guerra", comenta el periodista porteño.

Hasta la Segunda Guerra Mundial, el diario era la forma para conocer qué pasaba en el frente bélico. La aparición de la radio le aportó inmediatez. Con Vietnam la imagen llegó a la pantalla de TV en el noticiero y fue en la primera Guerra del Golfo, en 1991, que la señal de cable permitió al mundo ver en directo una ciudad bajo bombardeo. En Afganistán y en la segunda guerra en Irak es Internet la que cierra, por ahora, el menú para saber qué es lo que pasa. Pero no habría información si no fuera por los corresponsales de guerra.

Los corresponsales adoptaron un protagonismo sustancial en el periodismo contemporáneo por la sucesión de los conflictos internacionales y por la preponderancia que estos tienen. La información es un arma y, como tal, los bandos en pugna tratan de manipularla mechando propaganda entre la información. Informar o desinformar, allí puede estar la cuestión. En la guerra de Irak cerca de 500 periodistas marcharon con las fuerzas aliadas pagando muchas veces el precio con la censura. "Esos periodistas estaban vistiendo el uniforme de una de las fuerzas y eso es una aberración. Como periodista no podés tener el uniforme de uno de los bandos en conflicto. Eso es absurdo. Yo no lo hubiera hecho nunca. Y si no hubiera podido entrar, creo que hubiera avanzado con las tropas, pero jamás vistiendo su uniforme", reflexiona Sierra.

El periodista argentino-español Roberto Montoya incorporó en su libro "El Imperio Global. George W. Bush de presidente dudosamente electo a aspirante a César del siglo XXI", la concepción de Bush como un César del nuevo milenio. Para Sierra "fuera del aparato militar, Bush no tiene con qué serlo. Para ser César de algo debería tener una filosofía detrás. Un concepto de cómo hacer algunas cosas. Y la administración Bush no tiene nada parecido. Solamente cuenta con un aparato militar único, una concepción y un hecho como el 11 de septiembre que gatilla una situación particular. Pero no le encuentro más que eso. No encuentro que detrás haya un plan muy determinado para seguir adelante, que me parece que los césares sí tenían".



enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
La población civil de Irak fue la gran víctima.

Notas Relacionadas
Juego de halcones

"En una guerra sigo haciendo mi trabajo"


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados