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 domingo, 10 de agosto de 2003

Sudáfrica a la carta
Los paladares aventureros se animan a degustar un plato de termitas fritas

La cocina sudafricana, al igual que el crisol de razas y culturas que conviven en ese país, se describe acertadamente con la palabra "ecléctica", ya que ha sido influida por las tradiciones culinarias africanas, indias, asiáticas, orientales y europeas. La mayor influencia la recibe probablemente del pueblo malayo, que le aportó el uso justo de los condimentos (casi un arte), con los sabores devenidos del ají picante y la nuez moscada, y de la canela y el clavo aromático.

En Durban la población india prepara deliciosamente el curry, y también los "bredies y boboties", guisos que caracterizan a la cocina de los malayos del Cabo. Esos guisos, hechos de carne de carnero picada, duraznos secos, damascos y pasas de uva, son una exquisita mezcla de sabores dulces y salados, en los cuales los cocineros malayos adaptaron recetas orientales.

De la cocina afrikaner surgen extraños platos, hechos con no menos extraños ingredientes, reservados sólo para paladares "aventureros". Hay que saber, porque son comidas frecuentes en los restaurantes africanos, que la base del "masonja" son los gusanos mopani; que el "tshuku" está hecho con termitas fritas, y que el "xi fu fu nu nu", son larvas de escarabajo tostadas.


Pez ahumado
Más cercanos a las costumbres occidentales son el "biltong", un plato de carne seca que puede ser de vaca, avestruz y otros animales salvajes, y el "snoek" del Cabo, un delicioso pez ahumado de alta mar, de la familia de la barracuda, que sólo se encuentra en esa región sudafricana.

Pero lo que seguramente comerán los turistas que llegan a Sudáfrica a realizar safaris son los "braais", es decir los asados que se sirven en los bomas, lugares cercados pero al aire libre, donde se come alrededor del fogón. Además de las tradicionales chuletas, de los pollos y de las costillas de cordero, en estos asados siempre hay carne de cocodrilo y elefante, y porciones de gallinas de Guinea y de algunos antílopes. Comidas que se acompañan con buenos vinos, ya que Sudáfrica es uno de los más importantes productores del mundo, tanto blancos como tintos.

La historia cuenta que las primeras vides fueron plantadas en el Cabo Occidental por el primer comandante holandés de la región, Jan van Riebeeck, y que poco tiempo después la realeza de Europa degustaba los vinos producidos en la finca Constantia, del entonces gobernador Simon van der Stel.

Los pioneros de las vides no imaginaron que 160 años más tarde esos vinos confortarían el ánimo de Napoleón, durante su exilio en la isla de Santa Helena.

Actualmente, muchas de aquellas espléndidas fincas que se remontan a la época de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales son visitadas por los turistas. Seguir las numerosas rutas del vino por los bellos paisajes de Sudáfrica es un placer para los ojos y el paladar.

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