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 miércoles, 23 de julio de 2003

Atletismo
Llegó al país el santafesino Germán Chiaraviglio, el único atleta que logró el oro en un Mundial

El 12 de julio de 2003 no será un día más de aquí en adelante para los Chiaraviglio. Para la familia del atletismo, tampoco. Es que Germán, un pibe oriundo de Santa Fe y de apenas 16 años, logró lo que ningún atleta había podido conseguir: transformarse en campeón mundial. Los 5,15 metros que marcó en salto con garrocha en el torneo ecuménico en Scherbrook, Canadá, le sirvieron para pasar a formar parte de la historia. Aún otorgando una pequeña ventaja en cuanto a la edad, ya que el Mundial era para la categoría Sub 18.

Nunca pensó en llegar al oro, pero los que más lo conocen, como Guillermo, su padre y entrenador, sabían que estaba transitando por el camino correcto. De hecho, en el torneo Sudamericano que se disputó en Guayaquil, Ecuador, entre el 7 y 8 de junio, el santafesino logró su mejor marca (5,16) y no sólo fue campeón, sino que estableció un nuevo récord. Pero lógicamente lo hecho en Canadá hizo que el resto pasara a un segundo plano, incluso la medalla de oro que logró en el Campeonato Panamericano junior en Barbados tras su paso por tierras canadienses.

El flamante campeón mundial arribó ayer al país y, tras ser recibido por el secretario de Turismo y Deporte de la Nación, Germán Pérez, y el coordinador de Política sobre Deportes Federados, Raúl Elizalde, hizo escala en Rosario, donde lo aguardaban varios amigos en la Asociación Rosarina de Atletismo.

Allí el santafesino fue abordado por Ovacion y rápidamente se encargó de señalar que "fue una gran alegría haberme consagrado campeón, no me lo esperaba. Siempre imaginé terminar en el podio, pero nunca traerme esta medalla. Al principio no caía, pero de a poco me fui poniendo en la cabeza que era campeón mundial".

-¿Cuánto tiempo te llevó concientizarte de que eras campeón mundial?

-No te podría decir un tiempo exacto. Las felicitaciones de quienes estaban en Canadá, más lo mails que me llegaban de mis familiares y amigos de Santa Fe me fueron ayudando a darme cuenta de todo.

-¿Pero ya tomaste real conciencia de lo que lograste, porque sos el primer campeón mundial de atletismo de Argentina, que no es poca cosa?

-Obviamente que no es poco. Seguramente cuando llegue a Santa Fe me van a estar esperando los familiares y amigos y eso también me va a servir para seguir tomando conciencia de todo. De todas maneras estoy muy tranquilo.

-¿Esto te puede generar una mayor presión para el futuro o vas a tratar de tomarlo como una inyección anímica?

-No creo que se pueda hablar de presión porque sería una especie de contradicción con el éxito, a pesar de que siempre está. Estará en mí tratar de que esto no funcione como una presión, sino como una ayuda para seguir logrando cosas importantes.

-Dijiste que esperabas subir al podio pero que no te imaginabas ganar el título. ¿Esas eran tus reales expectativas antes de viajar?

-Siempre tuve fe, pero sobre todo muchas ganas. Pensaba que podía acceder a un buen puesto si me salían bien las cosas, pero nunca me imaginé ganar la medalla de oro. Por suerte se me dieron las cosas, la garrocha anduvo muy bien y acá estoy, contento por haber logrado el oro.

-¿Tiene un valor agregado el hecho de que a la hora de consagrarte campeón y abrazar a tu entrenador, esa persona sea tu padre?

-Ni hablar, es una alegría doble. Por supuesto que estoy muy orgulloso de que mi entrenador sea mi viejo, no sólo porque nos conocemos mucho, sino también porque nos llevamos muy bien.

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Chiaraviglio esperaba un gran recibimiento.

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