Año CXXXVI
 Nº 49.759
Rosario,
jueves  20 de
febrero de 2003
Min 12º
Máx 27º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Es interpretado por Leonardo Dicaprio y Tom Hanks y dirigido por Steven Spielberg
"Atrápame si puedes", la historia de un estafador en la dorada década del 60
El filme cuenta como un joven se hizo pasar con éxito por piloto, médico y abogado

Fernando Toloza / Escenario

"La modestia no es una de mis virtudes" era una de las frases favoritas de Frank Abagnale, el estafador real en que se basó la película "Atrápame si puedes", que se estrena hoy en Rosario y que fue protagonizada por Leonardo DiCaprio y Tom Hanks. Abagnale escribió, con Stan Redding, su autobiografía, y ese libro, publicado en 1980, fue la base para el filme.
Frank Abagnale estafó y simuló durante cinco años en la década de los sesenta a lo largo de Estados Unidos y de Europa. Estuvo preso en Francia y Suecia, y finalmente cayó en manos del FBI, con quien empezó a colaborar para asesorar al Estado en la guerra contra el fraude. Gracias a esa colaboración "limpió" su pasado y evitó ser extradidato a España, Italia y otros países del Viejo Continente que lo reclamaban, y donde Abagnale hubiese tenido que pasar, sumadas las condenas, cientos de años en la cárcel.
La historia de Frank, o al menos lo que él les hizo a creer al FBI y sus psicólogos, empieza con el divorcio de sus padres. Frank era un muchacho y en la batalla entre sus progenitores eligió vivir con su padre. La separación le rompió el corazón, pero se daría cuenta de ello más tarde. El síntoma del dolor fue emprender una carrera de engaños y simulaciones, que empezó en su propia casa.
El padre de Frank había sido rico y un día se encontró con la bancarrota, igual se las arregló para regalarle a su hijo un auto, un Ford no muy nuevo pero lo suficientemente bueno para un joven primerizo en cuestión de motores. Y con ese auto empezarían las andanzas del joven Frank.

Un toque de distinción
El pasado de esplendor de su padre, que en la película es convertido en un simple estafador (Christopher Walken), marcó a Frank. Para el joven, no había nada como tener estilo, y esa idea lo llevó a elegir cuidadosamente sus estafas futuras. "Aprendí muy temprano que la clase es admirada universalmente. Ninguna falta, pecado o crimen es considerada severamente si la envuelve un toque de clase", escribió Abagnale en su autobiografía.
La experiencia del auto le abrió otro mundo, el de las chicas, al que se mantendría abonado a lo largo de toda su vida como estafador. "Cuando Henry Ford inventó el modelo T, las mujeres se despojaron de sus bombachas y pusieron el sexo en el camino", afirmó Abagnale al recordar el primer año de sus estafas, multiplicadas por su necesidad constante de conseguir chicas.
La primera estafa de Abagnale fue con cubiertas para el auto. El joven tenía una tarjeta para cargar combustible, pero descubrió que con la misma también podía comprar neumáticos. Así adquirió decenas de gomas nuevas que después revendía a las gasolineras, haciéndose de dólares frescos. Dólares que gastaba en mujeres.
Sin rumbo en la vida y con la estima baja después de que su padre fuese notificado de la estafa, Frank descubrió que necesitaba parecer alguien. El tema era quién. La respuesta surgió por azar cuando una tarde vio a un piloto de Panam saliendo de un hotel. Del hombre vestido con uniforme y rodeado de azafatas emanaba un aire de autoridad y glamour que sedujo a Frank.
De inmediato, supo que quería ser piloto de una línea aérea internacional. El problema era que quería serlo lo antes posible y sin estudiar. Entonces se decidió por la falsificación. Con métodos casi infantiles (por ejemplo, usar calcomanías de aviones de juguetes), el muchacho armó su primer set de piloto y sus primeros cheques falsos que cambiaba en aeropuertos, donde nadie dudaba ante la presencia de ese oficial joven.
Las estafas se sucedían con éxito, pero cada tanto una sombra de peligro amenazaba de Frank. Entonces el muchacho decidía probar otros frentes, pero siempre dentro del mundo de la simulación. De esa manera, se hizo pasar por médico pediatra. Atrapado por sus propias mentiras, tuvo que hacer un reemplazo en un hospital, donde trabajó como encargado de guardia.
También pasó por la abogacía, en un estudio jurídico, y frecuentó una universidad como profesor de sociología. Sin embargo, el esplín no abandonaba su vida, y Frank contaba con pocos recursos para contrarrestarlo. El mejor era volver a "ser" piloto.
"Cuando me sentía solitario, depresivo o dudoso de mi propio valor, me ponía mi uniforme de piloto y me lanzaba a la multitud. El uniforme me granjeaba respecto y dignidad", escribió Abagnale sobre su necesidad de simular ser algo que no era.
Por los años que tardó el FBI en atraparlo, se deduce que Abagnale tenía una efectiva fórmula para la seducción. Con el paso de los años, la fórmula parece seguir intacta, ya que tanto el director Steven Spielberg y el actor Leonardo DiCaprio fueron fascinados por Abagnale cuando lo trataron para hacer la película.
Al igual que muchas otras personas, caí bajo la fascinación del verdadero Frank William Abagnale Jr., cuando leí el libro. Y cuando lo conocí, pude comprender en un segundo cómo lograba convencer a los demás que era médico o abogado. Me fascinó la forma única en que maduró. Realmente creo que el divorcio de sus padres lo afectó mucho. Hay muchas formas en las que los hijos reaccionan ante el divorcio de sus padres y Frank lo hizo de una forma tan original que vale la pena realizar una película sobre ello. En lo personal, siempre me han encantado las cintas sobre bribones como las películas clásicas de Newman y Redford, «Butch Cassidy y el Sundance Kid» y «El golpe». Vivían fuera de la ley pero lo hacían de una forma irresistible", dijo Spielberg sobre Abagnale en las nota de prensa de "Atrápame si puedes".
"Desde el punto de vista de los actores, es interesante ver cómo, por ejemplo, Frank es capaz de hacer que alguien se concentre en la invitación a cenar que recibe en vez del cheque falso que está a punto de aceptar. Pienso que esos son elementos fantásticos para un actor y para su interpretación", dijo DiCaprio al hablar de la experiencia de interpretar a un hombre que durante años había logrado engañar a los grandes servicios de seguridad de muchos países del mundo, incluido el poderoso FBI.
Abagnale fue, sin quererlo, un actor profesional, porque además de estafar, también mentía con su edad. Muchas de sus aventuras las protagonizó cuando apenas tenía 16 años y se hacía pasar por un joven de 25. "Sin embargo, nunca pensé en mí como un adolescente, salvo en raras ocasiones. Cuando me miraba en el espejo, veía a un hombre maduro de 25 ó 30 años, y así era como me sentía yo. Además, siempre he tenido gustos maduros en cuanto a las mujeres", confesaba Abagnale, y dejaba la puerta abierta para una versión de su vida en cine, que tiene por delante el trabajo de superar la simpatía de un pícaro con suerte que se hizo un lugar entre los grandes bufones del mundo.



Spielberg se dio el gusto de dirigir a Hanks y Di Caprio.
Ampliar Foto
Notas relacionadas
Todos los géneros en un solo filme
El sabor del champán
Diario La Capital todos los derechos reservados