Año CXXXVI
 Nº 49.741
Rosario,
domingo  02 de
febrero de 2003
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El retrato de una familia muy normal

El Fondo Monetario Internacional (FMI) acató en el 2002 varias recomendaciones externas para reformular en parte del funcionamiento del organismo, que incluyó el desplazamiento de la cúpula que comandó la entidad durante la década del 90. Así arribaron cuadros más ortodoxos, como Anne Krueger, para protagonizar una década que se arranca con un escenario lejos del glamuor de burbujas financieras, y salpicada por los escándalos corporativos y altos riesgos de default soberanos de los principales alumnos del Consenso de Washington en el Tercer Mundo.
Aunque mediatizado por un lenguaje diplomático, lo concreto es que la interna dentro de la actual conducción del organismo, funcionarios desplazados, países miembros con peso propio dentro del FMI se vienen sacando los ojos en un intento por imponer su poder, así como lavar las culpas por errores técnicos de cálculos.
Un claro ejemplo fueron los propios boletines que publica habitualmente la entidad, donde le dedicaron amplios espacios a responder las críticas recibidas, entre otros, por la oveja negra de la familia financiera mundial: Joseph Stiglitz, justificaciones sobre lo actuado en los últimos años y los lineamientos de los cambios estructurales que comenzaron el año pasado y los previstos para los próximos dos años dentro del FMI, buscando recuperar credibilidad en medio de una disputa entre los principales socios sobre el rol que debe cumplir.
El Fondo Monetario es un gigantesco organismo burocrático compuesto por un órgano máximo llamado junta de gobernadores (miembros políticos de los países representados), mientras el funcionamiento está en manos de un directorio ejecutivo -el cual está integrado por 24 miembros-, y luego está dividido el mundo por departamentos regionales y otros de tipo funcionales.
Pero como en cualquier empresa privada pesan más aquellos que poseen más acciones. De esta manera, Estados Unidos (17,16%), Japón (6,16%), Alemania (6,02%), Francia (4,97%) y Reino Unido (4,97%), son quienes definen los destinos del organismo, y por supuesto de los fondos. Como muestra, desde que se creó el Fondo, la conducción siempre estuvo liderada por un binomio europeo-estadounidense.
En esta empresa, Argentina, que tiene menos del 1% acciones, suma los títulos de Bolivia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay, para que en conjunto puedan sentar un representante en la mesa directiva.
Al mismo tiempo que el FMI renegaba con la Argentina para evitar un acuerdo, los propios números y enfoque del organismo fueron objetados por numerosos economistas y gobernantes del primer mundo en los dos últimos años.
Aunque el FMI exige políticas de austeridad, sus presupuestos de los últimos cuatro años muestran una creciente participación de los gastos administrativos y de personal. Eso sí, como la mayoría de sus integrantes no pertenecen al país donde trabajan no pagan las cargas laborales.
A modo de ejemplo, el director gerente compra alrededor de 400 mil dólares anuales. En tanto, a los empleados de menor rango tampoco les va tan mal. Un chofer percibe unos tres dólares mensuales; una secretaría de bajo rango cerca de 3.500 dólares cada treinta días. Los economistas perciben por encima de los diez mil dólares y los directivos de mayores rango llegan o superan los 20 mil dólares mensuales.
El personal en los últimos 20 años creció casi un 100%. En la actualidad trabajan en el organismo multilateral de crédito 2.633 personas, que insumirán a lo largo del año fiscal 2003 casi 750 millones de dólares. En el Fondo se cumple el dicho "has lo que yo digo, no lo que yo hago".



La cúpula del Fondo, sonrisas sólo para la foto.
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