Año CXXXV
 Nº 49.654
Rosario,
miércoles  06 de
noviembre de 2002
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Entre el viejo secundario y los cambios posibles

La aplicación de la ley federal en el país muestra un mapa muy dispar. A esto no escapa lo que pasa con la educación técnica. Por ejemplo, en Capital Federal continúan con el sistema viejo de secundario. La Pampa fue de las pocas que organizó cursos de capacitación masivos para los maestros de enseñanza práctica (MEP), para enseñar a transformar los módulos de los Trayectos Técnicos Profesionales del Inet en diseño curricular.
La situación de la provincia de Buenos Aires es muy grave, porque allí se obligó a que los TTP estuvieran condenados a desarrollarse todos a contraturno en el polimodal (con grave caída de la educación impartida y gran deserción). En este sentido, mejor está Santa Fe, que permite optar por hacer una parte de los módulos en un cuarto año (el sexto año tradicional). Esto da tiempo aún para hacer las rectificaciones necesarias.
Por otra parte, en las discusiones dadas a partir de la reforma, uno de los argumentos que se usaron para desmerecer la tecnicatura media es que los alumnos irían a la universidad para su título. Pero la realidad es que la mayoría de los alumnos y alumnas no pueden obtener un título universitario y para muchos su única posibilidad de conseguir una tecnicatura es en la enseñanza pública y gratuita, a través de las escuelas técnicas o de las escuelas medias que implementen TTP completos.
Cabe decir que, en este proceso de cambios y reformas el gremio docente ha cometido muchos errores y tiene poca influencia de escuelas técnicas. Su interés ha sido más que nada gremial, oscilando generalmente entre la denuncia a la Ley Federal y la reivindicación salarial o laboral.
La transformación educativa era necesaria. Y si bien la visión hegemónica de la ley federal debía ser criticada, había posibilidades de aprovechar los recursos ofrecidos para hacer una transformación pensando en las necesidades de los chicos y de la sociedad. De hecho el caos educativo en el país es la mejor demostración que se podía hacer casi cualquier cosa bajo su nombre. Quedarse en la denuncia aísla del proceso real. Es como si vamos obligados en un barco que tiene un destino que nos parece incorrecto y también estamos en desacuerdo con el capitán y la oficialidad, pero vemos que el barco tiene graves fallas y se va hundiendo poco a poco. Lo que queda por hacer es contribuir a salvar lo máximo posible y dar orientaciones para encontrar una orilla segura.
F. P.


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