El bahiense Emanuel Ginóbili vivió una noche que seguramente no habrá imaginado ni en el más optimista de sus sueños, ya que no solamente debutó en la NBA con los San Antonio Spurs desarrollando una gran actuación antes los campeones, Los Angeles Lakers, sino que además su tarea tuvo otros condimentos que seguramente marcarán un nuevo hito del deporte argentino.
Este leonino de 25 años (nació el 28-7-77) y menos de dos metros de estatura (1,98), que tuvo 20 minutos en cancha y números por demás alentadores, contó por ejemplo con la responsabilidad de marcar a la gran estrella de los angelinos, ausente Shaquille O'Neal, el indescifrable Kobe Bryant.
"Pasé cinco minutos increíbles, porque uno está tensionado pensando por dónde te puede entrar ese tipo. Quería hacer un papel digno, porque si nadie lo puede parar en el mundo tampoco lo iba a hacer yo, y creo que lo conseguí", comentó Manu.
En esos 1.200 segundos que permaneció dentro del rectángulo de juego del estadio de los Lakers (el Staples Center), colmado por 19.000 espectadores, el ex jugador de Estudiantes de Bahía Blanca convirtió 7 puntos, con 2 de 5 en lanzamientos para dos puntos, 1-4 para tres, logró dos rebotes defensivos, metió tres asistencias, robó cuatro pelotas, puso una tapa, cometió tres faltas personales y perdió dos balones.
Claro que esta estadística está alimentada por un par de referencias que para un debutante no constituyen datos menores, como lo son que fue el jugador de su equipo que realizó más robos (el último al propio Bryant) y el segundo mejor pasador detrás del base Speedy Claxton.
Desde su condición de escolta, Ginóbili, quien concretó su debut restando tres minutos para finalizar el primer cuarto, concretó un triple en su primer lanzamiento al aro, mientras que los dos dobles restantes se concretaron a través de una volcada y un lanzamiento pasado.
Una actitud valiente
Pero para destacar valieron su actitud para jugar al margen del sobrecogedor entorno (mientras marcaba a Bryant salió disparado para un contraataque, cuando sus compañeros todavía no habían tomado el rebote defensivo), lanzar sin dilaciones (aunque con algo de apresuramiento) y ser receptor de la confianza del resto del equipo y, fundamentalmente, del entrenador Greg Popovich.
De hecho, en un partido disputado tanto a tanto, el bahiense volvió a ingresar restando dos minutos para finalizar el tercer cuarto y jugó íntegro el cuarto y decisivo.
"Llegar a la cancha y ver a los hinchas de los Lakers con sus ropas amarillas y que por ahí anduviera Jack Nicholson pasando al lado de uno fue algo impresionante", relató Ginóbili.
Y después se dedicó a comentar algunas intimidades de sus primeros pasos en la NBA, como por ejemplo que "Duncan y Robinson son dos tipos bárbaros, muy tranquilos, amables, que se pasan el día con los juegos electrónicos".
O que Popovich siempre le da indicaciones para marcarle "características de los rivales", tranquilizarlo y decirle que no se apure "en los lanzamientos".
Y que "enfrentar a Michael Jordan el 31 de diciembre (cuando los Spurs visiten a Washington Wizards) va a ser algo muy especial".
También comentó que "la ventaja de ser NBA es que donde uno va nadie le pide documentos, pasajes ni nada", que con quien mejor relación tiene en el plantel por una cuestión generacional "es con Tony Parker" y que por ser debutante (rokie) debe llevarles "dos o tres docenas de donuts (facturas) a los veteranos cada mañana de los 41 partidos que el equipo juegue como local en esta fase".
Pero como la vida, la NBA no da tiempo para disfrutes prolongados ni lisonjas desmesuradas, porque "acá los triunfos se archivan rápidamente, ya que al otro día ya hay que volver a jugar". Otra lección que rápidamente aprendió Ginóbili, mientras imaginaba el cotejo de esta misma noche ante Golden State. (Télam)
La Ciudad
