Año CXXXV
 Nº 49.641
Rosario,
jueves  24 de
octubre de 2002
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Operación para que la Asamblea rechace la renuncia
Los "halcones" duhaldistas sueñan con diciembre del 2003

Mauricio Maronna / La Capital

No todo lo que brilla es oro. Mientras, el martes, la residencia de Olivos vivía en la superficie una jornada cargada de anuncios sobre obras públicas para Rosario, detrás del microcine la postal era otra: operadores con sus celulares a full, punteros del PJ bonaerense haciendo cola para hablar con sus referentes y sonrisas mínimas brotando en los rostros de los duhaldistas de paladar negro.
La Capital pidió tener una cita a solas con el máximo operador que tiene el presidente Eduardo Duhalde. Después de algunos minutos, el contacto llegó a la Sala de Conferencias con buenas noticias: el operador top del jefe del Estado aceptaba el encuentro con una única condición: que se conserve el anonimato de la fuente.

La masacre de Avellaneda
"Mirá, el Negro (por Duhalde) se equivocó al adelantar el cronograma electoral. Para él fue muy duro lo que pasó con los pibes que masacraron los milicos en Avellaneda, no se bancó que lo acusaran de estar detrás de esa jugada. Y Chiche le dijo que era hora de volver a casa", comienza narrando la fuente, de vasta experiencia en operaciones políticas.
Mientras el sol del mediodía cae sin piedad sobre las cabezas de los hombres del presidente (Jorge Matzkin, Aníbal Fernández, Humberto Toledo y Antonio Arcuri, entre otros), el informante no parece sorprenderse ante la pregunta de este diario: "¿Usted cree que este veranito les permitirá llegar hasta diciembre del 2003, como lo fijó el calendario electoral original?".
Con sinceridad brutal, el asesor presidencial responde: "Lo mejor para el país es que Duhalde llegue hasta diciembre. Más allá de lo que se llama veranito, el país se parece a un avión que después de mucho corretear está levantando vuelo. Si te fijás en la expectativa que despiertan los candidatos, a los 20 días de haber elegido presidente ese avión que despega puede estallar en mil pedazos".
Pasa Fernández, escondido detrás de sus frondosos bigotes, y saluda con con toquecito en la cabeza al informante que, lejos de perder concentración, sigue relatando el plan maestro para que Duhalde siga en el poder. "El menemismo va a patalear un tiempo, pero la Justicia dirá que es imposible hacer las elecciones el 30 de marzo. Finalmente se van a sentar en las sillas del congreso partidario", relata.
"Pero Duhalde no sólo insiste en irse el 25 de mayo sino que lleva su renuncia al Congreso", dice La Capital. El operador vitalicio no se inmuta: "¿Cuál es el problema? Habrá que rechazarle la renuncia. Si yo soy legislador voto en contra de aceptarle la dimisión", argumenta el secretario privadísimo de Duhalde.
Halcones y palomas del duhaldismo se acercan al parrillero para picar algunas achuras, pero la fuente ni tiene apetito ni pierde noción de la pertenencia territorial del medio con el que está hablando.
"Me imagino que si las elecciones se hacen en noviembre, con un país marchando, reinserto en el mundo y con un acuerdo realista con el FMI, el alemán (por Carlos Reutemann) le regalará un sí al país", especula.
"También será una chance para que Duhalde se presente para la reelección", repiquetea este diario. El informante guiña un ojo, saluda al cronista y se dispone a dialogar a solas con el jefe del Estado bajo la sombra que traslada un árbol añoso de la quinta de Olivos.



Los duhaldistas se niegan a salir de la Casa Rosada.
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