Año CXXXV
 Nº 49.501
Rosario,
sábado  14 de
septiembre de 2002
Min 8º
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Editorial
Una luz de esperanza

En esta columna se ha insistido en el concepto en reiteradas oportunidades: cada vez que se hace mención a la profunda crisis económica argentina no conviene que el análisis se realice sólo en función de las categorías de lo deseable, sino también de lo posible. Sucede que el dramático sinceramiento que significó la devaluación del peso tuvo un elevado costo que fue pagado, fundamentalmente, por los sectores más débiles, encabezados por los desocupados -que vieron cada vez más cerca la cara del hambre-, los asalariados -el valor de cuyos ingresos quedó destrozado- y los ahorristas -que sufrieron una enorme pérdida de capital-, pero que ahora, de a poco, está dando los primeros frutos. Aunque la ansiada reactivación está aún demasiado lejos en el horizonte, comienzan a vislumbrarse señales positivas en el marco de un paisaje diametralmente distinto del de un año atrás. Y en este cuadro de situación debe ser valorado como importante el anuncio realizado por el ministro de Economía, de que se liberarán los plazos fijos acorralados de hasta siete mil pesos.
Por cierto que el "statu quo" ideal dista de asemejarse a los hechos. En él, la devolución de los depósitos confiscados en su moneda de origen sería el requisito esencial a cumplir. Pero la sabiduría popular es clara cuando asegura que de nada sirve llorar sobre la leche derramada. El estallido de la burbuja de la convertibilidad se tradujo en un desastre colectivo que inevitablemente arrojará consecuencias negativas para la sociedad. Y aunque resulte indignante que el principal peso del drama recaiga, se insiste, sobre quienes confiaron en el país, ellos serán también los beneficiados por la reaparición de un modelo que dé prioridad a la producción sobre la especulación y que se traduzca en la lenta reaparición de las destruidas fuentes de trabajo.
En los últimos meses los derechos de mucha gente se han visto seriamente afectados. La liberación, a partir del primero de octubre próximo, de los plazos fijos acorralados cuyo valor no supere los siete mil pesos representa un paso adelante, si bien pequeño, en la reconstrucción del rompecabezas en que se había convertido la Argentina, donde cada pieza se separaba cada día más de las restantes. Ojalá que los diagnósticos de Economía se cumplan y los fondos reintegrados no se vuelquen a la adquisición de dólares sino hacia la compra de bienes y servicios. Sería otro dato clave para una nación exhausta, que hace tiempo merece un mejor destino.


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