Año CXXXV
 Nº 49.501
Rosario,
sábado  14 de
septiembre de 2002
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Todos quieren meterle mano al campo

Susana Merlo

En los últimos días volvieron a escucharse, con insistencia, opiniones sindicando al campo como "el principal beneficiario" de la situación económica, básicamente, por la devaluación. Y, si bien es cierto que con algunos de sus productos -los commodities transables que se exportan-, el agro logra al menos mantener la nariz fuera del agua respecto a otros rubros, esto dista muchísimo de poder calificarse como "beneficio".
De hecho, al igual que cualquier otro sector productivo del país, y que los consumidores, los agropecuarios sufren los mismos problemas y restricciones que el resto. Los agravantes tampoco son menores y, básicamente, pasan por el riesgo, tanto climático como político-económico. En el caso del primero, la hasta ahora lamentable certificación de los pronósticos que hablaban de una primavera lluviosa se están cumpliendo y con ello, la posibilidad de repetir la situación del año pasado con más de 7,5 millones de hectáreas de la Pampa Húmeda bajo el agua. Es casi una certeza pues, como en tantas otras cosas, en estos últimos 12 meses no hubo ninguna acción que sirva para paliar, aunque sea muy parcialmente, la grave situación que determina el exceso de agua.
En el caso del panorama político-económico son varios los aspectos negativos. Se podría hablar desde la falta de decisión y poder que muestran las nuevas autoridades nacionales del área, hasta las medidas que buscan ampliar la recaudación y, simultáneamente, la grave situación que determina el exceso de agua.
Así resurgió la posibilidad de una nueva rebaja del IVA para el campo, lo que generaría un crédito estructural del impuesto al valor agregado que los productores nunca podrán cobrar. Al mismo tiempo, se sabe que los atrasos en devolver el IVA de exportación se siguen ampliando, y los empresarios ya acusan alrededor de 1.200 millones pendientes de cobro.
¿Quién creerán las autoridades que paga todas estas abultadísimas cifras? Buena parte la afronta el campo ya que no tiene a quien trasladárselo. El sector no es hacedor de precios sino tomador.
Se podría hablar de infinidad de casos y situaciones de este mismo tenor al punto que sólo la infinita sabiduría divina parece proteger al campo dándole, aunque sea en algunos productos, mejores precios que compensan en parte toda esta situación. ¿Qué hubiera pasado si, por ejemplo, los granos en el mundo no hubieran mejorado sus valores? ¿Cuál sería hoy la situación de infinidad de productores?
Y, lo peor, es la creciente incertidumbre ya que, concretamente, no hay ninguna seguridad siquiera que las últimas medidas adoptadas sean estables. ¿Alguien se animaría a asegurar, por caso, que las retenciones no van a volver a aumentar? ¿Si la carne sigue subiendo en los mostradores, no le aplicarán retenciones? ¿Qué hará el nuevo gobierno, si éste ya le cobró retenciones de este año y sigue recaudando, adelantado, buena parte de las que corresponden al próximo ciclo? Cuando se encuentren con nada, ¿qué harán?


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