Año CXXXV
 Nº 49.539
Rosario,
domingo  14 de
julio de 2002
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De enganches, conductores y creativos. Las peripecias para armar equipos
El fútbol se desengancha
La cacería de talentos se potencia con la crisis del fútbol argentino que pierde referentes

Alejandro Cachari / La Capital

Una de las posturas, si se quiere arribista, de la época posmundialista, exige el inmediato retorno a las fuentes. Más allá de las disquisiciones -miles por cierto- que podrían hacerse al respecto, lo cierto es que esta sentencia sugiere un inmediato repaso por los derruidos planteles del fútbol argentino que deberían mostrar el camino a partir de su materia prima. El propio José Pekerman sugirió sobre esto en las últimas horas. Pues entonces, ¿quedan creativos aquí? ¿surgen enganches? ¿futbolistas con manejo de la pelota y las circunstancias para erigirse en los conductores de sus equipos?
Una respuesta a primera vista podría obtener un no rotundo. Pero no por responsabilidad o carencia de los futbolistas, sino por la vorágine y la miseria espantosa que somete a las instituciones. Este ítem sería muy interesante para darle un marco a lo que significa volver a las fuentes y las chances de acceder a esa postura, demasiado romántica para estos tiempos.
Por lo pronto, la mayoría de los equipos argentinos juegan con enganche, en algunos casos con dos jugadores en esa función. En este punto podría lucubrarse sobre la morosidad, que puede perturbar a un equipo si ese futbolista no tiene la dinámica mínima imprescindible para mover los hilos sin que el adversario entienda el juego antes que se despliegue.
Aquí quedan muy pocos futbolistas de esas características. Los que estaban se fueron, o están por irse. Aunque algunos regresan para cubrir los huecos que no pueden remendar las inferiores. Damián Manso es un caso; Ezequiel González otro (ver aparte).
Hace apenas un año, un relevamiento hubiera demostrado rápidamente la corta edad de los enganches. Dato que se da de narices con las responsabilidades que deben asumir adentro de la cancha. Riquelme, Leandro Romagnoli, Aimar, Insúa, los propios Ezequiel y Damián y hasta el riojano Gaitán son claros ejemplos de ello.
Ahora D'Alessandro, De Bruno, Messera, Daniel Montenegro, Christian Gómez, Tévez, Arriola, Matías Donnet, Zubeldía (el de Lanús), La Paglia. Son escasos los dinosaurios: Leo Rodríguez, Garrafa Sánchez, Pompei, Capria...
Por estos días las ya famosas dicotomías vértigo-precisión y velocidad-pausa parecen temas de discusión mucho más arraigados en el mundo futbolero a partir de los pecados que cometió la selección en la Copa del Mundo.
Pero más allá de intentar profundizar estos conceptos, primero debe reconocerse que los planteles se arman a los ponchazos. Como se puede, o como algunos empresarios eligen. Se cae otra vez en la conclusión de que las precarias estructuras de las instituciones pueden incidir más en un partido que un enganche, o dos, o un conductor, o un creativo.
De hecho, salvo escasísimas excepciones, los entrenadores terminan eligiendo la táctica más beneficiosa, o en todo caso menos perniciosa, a partir de los planteles que disponen. Las ideologías hace rato que quedaron en desuso.



Daniel Montenegro, uno de los mejores jugadores de hoy.
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