Año CXXXV
 Nº 49.503
Rosario,
sábado  08 de
junio de 2002
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La discusión por las deudas viejas compromete la próxima producción
Las peleas del presente hipotecan el futuro
Las pujas dentro de la cadena mantienen demorada la siembra. Una situación que no beneficia a nadie

Susana Merlo

Mientras la coyuntura y los macroproblemas por los que atraviesa el país siguen concitando -forzadamente- la atención de funcionarios y dirigentes gremiales y empresarios, pocos parecen plantearse lo que sigue después y, mucho menos, toman las previsiones correspondientes.
Tal vez uno de los ejemplos más claros de todo esto es, justamente, el campo. Allí se puede analizar la situación desde distintas ópticas aunque, lamentablemente para el sector, prácticamente todas ellas coinciden en el resultado final que se prevé, hay que decirlo, bastante poco alentador.
Por ejemplo, mientras se discute el pasado respecto de las deudas de insumos, su controvertida dolarización, la excepción que implica la medida respecto a todos los restantes sectores, etc., nada se dice y, mucho menos se trabaja, sobre la financiación de la próxima campaña, hasta ahora suspendida.
Así, mientras la siembra 2002 ya está lanzada (y que determinará cual será la cosecha en los primeros meses del año próximo y, por ende, los ingresos de divisas por exportaciones agrícolas que podrá lograr el país para entonces), se prolonga la pulseada entre productores, entidades, dirigentes y gerentes de las empresas respecto a como se acordará parte de las compras del año pasado (se estima que las cifras reales aún en conflicto, ya que el resto se habría arreglado, rondan los 450-600 millones de dólares), poniéndose en juego cifras muy superiores a estas.
Por un lado, algunos fabricantes de insumos sostienen que si no hay arreglo "no" venderán. ¿Y entonces qué van a hacer?. ¿Están en condiciones estas empresas de sostener sus estructuras con ingresos y volúmenes muy inferiores a los que comercializaban en los últimos años?.
A su vez, algunas de ellas también son procesadoras o exportadoras. ¿Están dispuestas a "achicar" el negocio al tener mucho menos materia prima?. Si las empresas industrializadoras ya acusaban capacidad ociosa con cosechas récord, ¿cuál será su situación si caen los volúmenes? Cabe recordar que con este precio del dólar se les imposibilita importar desde Paraguay o Bolivia, como hacían en otros momentos.
Respecto de los productores, las posturas son casi igualmente inverosímiles, ya que sostienen que "no" van a sembrar. Esto tampoco es cierto, lo harán igual porque no les queda otro remedio porque deben incluso intentar producir más para poder licuar parte del incremento de costos, etc.
Lo que es cierto es que lo harán con los menores gastos posibles y esto, lamentablemente, implica que se utilizarán menos insumos, que lo que se use va a ser de inferior calidad, y que no se renovarán maquinarias ni equipos, entre otras cosas.
Pero no sería de extrañar que el área a ocupar en esta nueva campaña aumente, aunque los resultados a obtener seguramente van a ser bastante inferiores a los rendimientos obtenidos en los últimos ciclos (incluso, aunque el clima llegue a jugar a favor), y que la calidad que se obtenga acuse el impacto de la menor tecnología aplicada.
Ahora bien ¿cuánto le costará esto a cada integrante de la cadena, sea productor, exportador, industrializador o comercializador?. ¿Qué le significará esto al gobierno que esté en el cargo el año próximo, si ahora, casi con cosecha récord, el conflicto son las exportaciones y la liquidación de las divisas correspondientes?.
En definitiva, ¿qué significará esto para el país que, imperiosamente, debe salir del profundo pozo en el que se encuentra y sin producción, sin generación de riqueza, no sólo no va a poder afrontar sus compromisos externos, sino que ni siquiera tendrá algún resto para distribuir internamente entre los más necesitados?.
¿No estará llegando la hora de comenzar a hablar y actuar un poco más en serio?


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