Año CXXXV
 Nº 49.478
Rosario,
martes  14 de
mayo de 2002
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El adiós de un grande

Desbordado por la emoción, con el corazón en la mano y lágrimas en los ojos, Marcelo Milanesio se despidió de la Liga Nacional ante el sostenido aplauso de los muchos aficionados presentes en el polideportivo Cerutti con el séptimo título en el bolsillo. Otra vez de su mano, los griegos fueron campeones.
Marcelo estuvo anoche una vez más con su gente. Esa misma que llenó su alma de cariño durante los últimos 20 años de su vida. Muchas fueron las demostraciones que el base de Atenas nunca desairó. Aunque ayer fue la última cita. La que por el cúmulo de sensaciones quedará grabada en su memoria.
Por ellos y para ellos, sus ansias de superación lo llevaron al máximo esfuerzo. Y ahora que el tiempo se agota inexorablemente, pasan por su cabeza los momentos vividos como si se tratara de una película, la que lo tuvo como actor principal.
Marcelo, que tantas veces agitó a las plateas y populares con los brazos en alto para que bajara el aliento que refuerza el ánimo, le puso el moño a una carrera repleta de éxitos y satisfacciones personales. Más de una vez confesó que su anhelo era retirarse como campeón y colgar las zapatillas del aro.Anoche lo hizo. En diálogo con Ovacion, el destacado base apeló a la memoria.
-¿Te pusiste a pensar lo importante que fue el lugar que ocupaste en la Liga?
-No lo puedo explicar porque nunca me lo puse a pensar. Son cosas que nunca analicé, algo similar me ocurrió al detenerme a analizar por qué ganamos los campeonatos. Me doy cuenta de que la gente me quiere, salvo en algunos lados, pero por suerte muy pocos. Quizás porque nunca he dado motivos para que hablen mal de mí y porque he tenido una línea de conducta.
-En el comienzo de la Liga eras distinto, tu imagen no era tan buena, ¿en qué cambiaste?
-Yo creo que lo único que modifiqué fue dejar de protestar, algo que se fue dando por la edad y al ir acumulando experiencia. Yo protestaba por que tenía ganas de ganar. Ahora me perdonan más porque soy más conocido que en aquel entonces. Siempre fui tribunero, siempre saludé y lo hice más por cábala que por cuidar una imagen. No podés ser falso toda la vida.
-¿Nunca te guardás nada?
-Soy igual que cuando no era nadie. He tomado alcohol, he hecho cosas raras, pero no tan malas como para ser noticia. No pretendo ser perfecto ni mucho menos. Hago lo que siento. Me desvivo por la gente, porque me sale de adentro.
-¿Queda nostalgia por la selección?
-Vestir la camiseta nacional fue lo máximo. Ahora, si en algún momento de la carrera uno decide retirarse, es distinto. Yo no dejé la selección porque no tenía más ganas de jugar, al contrario. Fue una decisión dificilísima, me llevó mucho tiempo elaborarla, pero quise retirarme bien. También hay que entender que a veces puede haber problemas. Te repito, yo me retiré porque me quise ir bien, por mí y por la selección. Pensé que era el momento justo. Creo que en el equipo de Julio Lamas no sentí el respaldo que yo quería tener. Que, creo, merecía tener. Yo con la albiceleste me brindé a muerte. Hice todo lo que tenía que hacer y en ese momento no me sentí respaldado ni apoyado.
-¿Vas incorporando cosas para cuando seas técnico?
-No sé si voy a ser entrenador, a pesar de que muchos digan lo contrario. Es una posibilidad. Sería lindo poder hacerlo con mi hermano Mario, porque ve el básquetbol como me gusta a mí.
-Si llegás a ser entrenador, ¿te atrae la posibilidad de ser el técnico de Atenas?
-Sí, claro. Amo al básquet y me gustaría seguir ligado a Atenas.
-Es lógico también que te agradaría dirigir a la selección.
-Seguro, es lo máximo.
-¿Disfrutás los títulos?
-No como todos. Poquito. Esa noche y nada más. Siempre me han retado por eso. No soy de asistir a las celebraciones después de haber ganado algo.
-¿Escuchás lo que dicen?
-Yo consulto a todo el mundo, pero las decisiones finales son mías. Eso está claro. Por más que todos me digan lo contrario. Si fuera por lo que me decían en 1999 me hubiese ido a Benetton Treviso de Italia. La plata era muy buena. El 99 por ciento me aconsejó que me fuera, pero yo decidí quedarme. Con la selección el 60 por ciento me dijo que no me fuera, pero hice lo contrario.
-¿Si te equivocás sos capaz de dar marcha atrás?
-Sí, cómo no. Pienso, analizo, pero no soy de los que no se arrepienten.
-¿Te acordás del primer día que llegaste a Atenas?
-Atenas venía de un año espectacular y tenía muchos jugadores de renombre. Yo no sabía que venía la Liga y tampoco me imaginaba que iba a jugar. En Atenas sorpresivamente cortaron a Oscar Diz, que era un monstruo; se accidentó gravemente Gastón Blasi y la Chicha Tisera se fue a otro club. Así fue como quedé como el base del equipo. A mí lo único que me importaba era jugar en Córdoba, donde el nivel era superior al de Río Tercero.
-¿Conforme con lo hecho?
-Me retiro en el mejor momento y creo que fue la mejor decisión.
Llegó el momento de dejar las zapatillas colgadas del aro, tal su deseo íntimo, y ahora le tocará una nueva tarea: la refundación de Atenas trabajando como entrenador.


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