Año CXXXV
 Nº 49.306
Rosario,
martes  20 de
noviembre de 2001
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El Racing del 66: la última vuelta
A 35 años de aquel título conseguido por la Academia con el equipo de José

No hay nada más conmovedor y doloroso a la vez que la nostalgia, y cuando más lejanos son los recuerdos más se acentúa ese sabor agridulce, tal como les sucede por estos días a los hinchas de Racing, que en los umbrales de acceder a un nuevo título recordarán hoy que el último campeonato que alcanzaron data del 20 de noviembre de 1966, hace nada menos que 35 años.
Es que ese día Racing empataba sin goles ante Gimnasia y Esgrima, en La Plata, y se aseguraba dos fechas antes de su finalización el campeonato de 1966, su último título argentino en la historia.
Fue aquel recordado equipo de José (por su técnico, Juan José Pizzutti) el que sorprendió al fútbol argentino por su concepto ofensivo de ir siempre al frente, en una época en que ya sobresalían los planteamientos mezquinos de algunos equipos.
Sobre la base de una amalgama de jugadores nacidos en las divisiones inferiores (como Cejas, Perfumo, Basile, el Panadero Díaz) y un grupo de veteranos llegados al club con hambre de gloria y revancha (como Juan José Rodríguez, Rulli, el uruguayo Chabay), ese inolvidable Racing del 66 provocó una verdadera revolución en el fútbol argentino.
En el orden deportivo Argentina recibía la inmensa alegría dada precisamente por otro racinguista, nacido en Valentín Alsina: el boxeador Horacio Accavallo, quien obtenía en marzo de 1966 su título mundial ante el japonés Katsuyoshi Takayama.
Los argentinos también se vieron sorprendidos una mañana de 1966, cuando se enteraron que del Museo Histórico Nacional se habían robado el sable corvo del general José de San Martín, pieza que luego fue recuperada y se encuentra desde entonces en el Regimiento de Granaderos a Caballo.
En medio de de ese contexto, Racing, que había obtenido su último campeonato en 1961, en un equipo donde jugaban precisamente Pizzutti y a quien acompañaban Orestes Omar Corbatta, Roberto Mansilla, el marqués Rubén Sosa y Federico Sacchi, entre otros, encaraba el desafío de un nuevo torneo.
En 1965 el equipo de Avellaneda había tenido una campaña irregular, finalizando quinto, con 36 puntos, a 14 del campeón Boca Juniors, tomando Pizzutti la conducción en septiembre de ese año y terminó la segunda rueda con 14 partidos sin conocer la derrota.
En el año siguiente la base se formó con una defensa en la que estaban Roberto Perfumo, Alfio Basile, Rubén Panadero Díaz (todos de las inferiores del club), el veterano Oscar Nartín (ex Chacarita Juniors) y en el arco el joven Agustín Cejas, quien mantuvo su valla invicta hasta la séptima fecha, en que fue doblegado, en Avellaneda, por Miguel Loayza, de River Plate.
En ese partido y en esa jugada del gol Cejas resultó lastimado en una mano y, a partir de entonces, fue reemplazado por Luis Carrizo, un veterano que ya había jugado la temporada anterior de titular.
En el mediocampo estaban Juan Carlos Rulli (que llegó el año anterior de Boca junto a los delanteros Juan José Rodríguez y Benicio Ferreyra, en un trueque por Federico Sacchi y César Luis Menotti), y Miguel Angel Mori, proveniente de Independiente, que lo cambió por Omar Pastoriza.
El ataque se integró con el santiagueño Juan Carlos Cárdenas, que llevaba dos temporadas en el club, Fernando Parenti (ex Lanús) y Jaime Martinoli (ex Banfield).
Pero el verdadero estratega de ese equipo, que tenía como principal recurso ofensivo el ollazo (que siempre tenía un destinatario), apareció con la llegada de un valor nacido en el club e integrante del recordado equipo de los caras sucias del sudamericano de 1957: Humberto Dionisio Maschio.
El campeonato, sin embargo, tuvo un desarrollo reñido en sus primeros puestos, siendo Racing seguido de cerca por Independiente, Boca y River.
Con un indeclinable ánimo Racing estuvo 39 fechas sin perder (arrastraba 14 del certamen anterior) hasta que el 4 de septiembre, en el Monumental, por la fecha 26, River lo venció 2 a 0 con goles del uruguayo Luis Cubilla y Oscar Pinino Mas, en un partido en el que se vendieron 52.231 entradas.
Después, todo fue lucha y angustia hasta que llegó a La Plata, el 20 de noviembre, con la ventaja suficiente como para que el empate sin goles, en un partido arbitrado por el hoy crítico de fútbol Guillermo Nimo, lo consagrara campeón faltando solamente dos fechas para el final. (Télam)



El recordado "equipo de José".
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