Año CXXXIV
 Nº 49.298
Rosario,
lunes  12 de
noviembre de 2001
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El santuario de la Virgen del Rosario de San Nicolás ya cuenta con su cruz
La construcción del templo comenzó hace 14 años y faltan diez. En estos días se termina la cúpula

Osvaldo Flores

San Nicolás. - Tras catorce años desde el inicio de su construcción, el santuario de la Virgen del Rosario de San Nicolás llegó a su máxima altura, con la colocación de una cruz de cobre de casi cuatro metros que corona la cúpula revestida en el mismo material. La cruz será bendecida el próximo 25 de noviembre por el obispo nicoleño Mario Maulión, en una ceremonia que será presenciada por miles de peregrinos que llegarán de todo el país y del exterior.
En tanto, una familia de artesanos chilenos trabaja desde hace más de cuatro meses en el revestimiento de la cúpula, con láminas de cobre traídas especialmente desde su país. Esa parte de la obra, diseñada por los arquitectos Carlos Pons y Demetrius Siderakis, estará terminada a fines de esta semana.
Seguramente, el 1º de noviembre pasado habrá marcado un hito en la liturgia de los devotos de la Virgen. Ese día, seguida por la mirada de cientos de peregrinos que se convocaron espontáneamente, una gigantesca grúa depositó lentamente sobre la cúpula la gran cruz de cobre que ahora corona el santuario. Surgiendo desde un orbe, que precede a un cuello y a un cono que le sirve de base, la cruz, a más de sesenta metros de altura, domina el cielo de San Nicolás.
"Este es un día muy importante para todos. Llevamos más de trece años de construcción y todavía nos faltan diez, pero la colocación de la cruz y la terminación de la cúpula significan un nuevo motivo de unión de María con su pueblo", expresó el padre Carlos Pérez, rector del santuario.
Hasta aquí, la obra iniciada el 13 de octubre de 1987 ha insumido unos 500 mil dólares por año, cifra que representa casi la tercera parte de lo que los devotos aportan anualmente. A este ritmo, para terminar definitivamente el santuario aún restan unos diez años, con una inversión de 5 millones.
Mientras, la obra continúa. Feliciano Díaz es un artesano chileno de 72 años. Junto a sus hijos Bernardo (39) y Héctor (38) está instalado en el mismo santuario para cumplir una misión que sólo un especialista puede hacer: revestir con láminas de cobre el exterior de la gigantesca cúpula.
Mientras corta y suelda prolijamente las láminas de cobre, en un obrador situado a unos 30 metros de altura, Bernardo Díaz no tiene dudas sobre las bondades del material utilizado ni del trabajo familiar: "Esto está garantizado por 300 años", aseguró. El cobre, explicó, sólo se alterará en su color natural hasta tornar a un tono verdoso, producto de su contacto con el aire.

El pedido de María
Dieciocho años han pasado desde que una vecina del lugar, Gladys Quiroga de Motta, reveló sus encuentros con la Virgen. Desde aquel 25 de septiembre de 1983, María tuvo más de 1.800 contactos con Gladys. En uno de ellos le pidió la construcción de un santuario en el campito ubicado sobre las barrancas del río Paraná, a pocos metros de su casa.
Desde entonces, cientos de miles de peregrinos acuden a San Nicolás a venerar a la Virgen. Llegados desde todo el país y hasta del exterior, los devotos de María promueven verdaderas fiestas de fe cada día 25, y se multiplican a límites increíbles ese mismo día de septiembre, cuando se conmemora la sagrada aparición.
Es también entonces cuando la casa de Gladys Quiroga de Motta, en la cortada Fígari 123, se convierte en un santuario de fe. En un pequeño patio exterior separado de la calle con una reja, los peregrinos dejan miles de mensajes para la Virgen. Son ruegos, pedidos y agradecimientos en forma de cartas que, desde ahora, estarán bendecidos por la gran cruz de cobre que corona el santuario de la Virgen del Rosario de San Nicolás.



La cruz, ubicada sobre la cúpula, domina el cielo.
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