Año CXXXIV
 Nº 49.298
Rosario,
lunes  12 de
noviembre de 2001
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Central y Newell's empataron 1 a 1
El clásico rosarino, con más pena que gloria
La violencia del final arruinó un clásico más

Miguel Pisano

"No esperes que un hombre muera para saber que todo corre peligro", canta Serrat en la frase que mejor parece definir el absurdo final del clásico, cuando un supuesto hincha canalla disparó desde la popular del palomar e hirió a un policía, que anoche peleaba por su vida en una operación. Las postales del agente herido y trasladado por sus compañeros, y de la injustificable y grotesca represión sobre los hinchas de la popular y de la platea visitante empañaron y desfiguraron la imagen de un clásico que merecía un final en paz.
Un clásico que había comenzado de la mejor manera para Central, cuando Juan José López sorprendió con su planteo ofensivo de tres delanteros y el buen partido del pibe Encina por la derecha. Si apenas habían jugado seis minutos cuando Arias desbordó por la derecha, mandó un centro pasado que Pizzi devolvió de cabeza y que el Sapito Encina definió con un derechazo cruzado, en el gol con el que había soñado toda la vida en los bravos potreros de Las Flores.
Empero, ese mejor comienzo pareció pesarle al propio Central, que retrasó inexplicablemente a César Delgado como enganche para tapar las proyecciones de Crosa y Dueña, y que le regaló la pelota a Newell's, que recién llegó con peligro tres minutos más tarde con un zurdazo de Crosa, que Tombolini salvó al córner.
Central había encontrado el gol en su primera llegada clara y en la segunda casi define el partido cuando Erroz, Encina y Delgado tejieron una jugada bárbara por la derecha, pero el Chelo se comió el segundo cuando quedó solo y la tiró por arriba.
Newell's tenía la pelota pero no encontraba claridad, al extremo que Llop reemplazó al colombiano Vázquez por Pavlovich, quien le cambió la cara a su equipo, se erigió en su jugador más importante y empató el partido en su segunda llegada, en el comienzo del complemento. La jugada nació en una pelota que Crosa les ganó a Delgado -aparentemente con infracción- y Muñoz Mustafá por la izquierda y terminó con un centro pasado, que Pavlovich, sólo, cabeceó junto al poste izquierdo del arquero.
Como en el reino del revés, Central recién se decidió a volver a atacar después del empate, cuando Delgado volvió a jugar como delantero a pesar del desgaste y seis minutos después se perdió otro gol, cuando Arias le metió una buena asistencia y Dueña cerró justo y la tiró cerca del poste izquierdo.
Newell's se paró entonces decididamente de contraataque y así generó su llegada más clara del complemento, cuando Maximiliano Rodríguez llegó vacío por la derecha y Tombolini salvó su remate en el primer palo. La otra situación fue un manotazo de Díaz a Rodríguez en el área, aunque si Baldassi no se animaba a cobrar las infracciones más evidentes en mediacancha, mucho menos iba a osar cobrar un penal, tal como haría luego con un burdo empujón de Ponzio a Rivarola en un córner.
Y Central estuvo a un tris del triunfo en su segunda llegada clara del complemento, cuando el ingresado Luciano De Bruno cabeceó solo, salvó Luque y luego Vojvoda le tapó el zurdazo final a Rivarola.
El partido pareció terminar cuando Llop cambió al conductor Saldaña -que pidió salir- extrañamente por el defensor Domínguez, Newell's se quedó definitivamente atrás y sólo apostó a conservar el empate, que le permitió extender su racha como local.
Central comenzó mejor pero no se animó a jugar después del gol igual que antes y recién se dio cuenta de que el negocio era atacar con inteligencia cuando Newell's llegó a un empate que defendió como un triunfo. Así, unos y otros compartieron sus miserias y sus grandezas casi hasta que un loco suelto arruinó la fiesta. Y remató un clásico con más pena que gloria.



Pavlovich festeja tras lograr el gol de la igualdad.
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