Año CXXXIV
 Nº 49.296
Rosario,
sábado  10 de
noviembre de 2001
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Opinión: La sensación de inseguridad no es un invento

El lugar común diría que ya nadie está a salvo de la inseguridad que jaquea a los rosarinos. Si asaltan impunemente a un juez, y lo golpean y hasta ponen en riesgo su vida, entonces qué queda para un ciudadano cualquiera, podría ser el remate del análisis más elemental del caso.
Sin embargo, lo que ocurrió con el juez Ernesto Genesio va mucho más allá de su condición de magistrado, ya que los ladrones probablemente ni siquiera sabían de quién se trataba y además un juez no tiene ninguna condición especial que lo identifique como tal. Lo grave, en todo caso, es que lo siguieron por uno de los sectores más transitados de la ciudad, un lugar emblemático, uno de esos sitios que los rosarinos eligen para solazarse, para hacer relax, para caminar y hasta para hacer relaciones sociales.
El banco donde eligieron a Genesio como víctima queda en Córdoba y bulevar Oroño. ¿Cuántas esquinas más pobladas que esas hay en Rosario? ¿Cuántos automóviles pasan por allí cada segundo? ¿Cuántos móviles policiales transitan esa encrucijada por día?
Cada interrogante dispara una nueva pregunta, y el ejercicio podría tornarse interminable. ¿Es tan difícil identificar a alguien que espera a sus víctimas en un sitio como ese? ¿Hay que tener un olfato o una intuición especial para detectarlos? ¿Cómo sentirse seguros en cualquier vereda de Alberdi, en una cortada del barrio Bella Vista, frente a un baldío de la zona oeste o en cualquier calle del interminable sur rosarino si no es posible sentirse seguro en Córdoba y Oroño, en el cantero central del bulevar o a dos cuadras de allí?
A las autoridades policiales no les caen bien estos planteos, y a los funcionarios políticos en materia de seguridad tampoco. Ahora mismo todos ellos deben estar pensando en su mala suerte: le tocó justo a un juez y eso tiene prensa garantizada. ¿Cómo creen ellos que le cae a un ama de casa, a un oficinista, a un motoquero o a un juez la posibilidad de que dos delincuentes lo asalten y pongan en jaque su vida en pleno centro?
Es esa sensación de inseguridad, de desconfianza, de miedo, la que lleva a la gente a pedir equivocadamente mano dura, tolerancia cero o como se llamen los métodos represivos que terminan violando las garantías más elementales. No siempre hay que reprimir. Muchas veces bastaría con prevenir. Y si no se puede prevenir robos violentos en Córdoba y bulevar Oroño, entonces la sensación de inseguridad no es un invento de la gente ni de los periodistas que lo reflejan sino un hecho concreto y objetivo, tan concreto y objetivo como lo que le ocurrió al juez Genesio o como le podría ocurrir a cualquier ciudadano anónimo.
J.S.


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