Año CXXXIV
 Nº 49.293
Rosario,
miércoles  07 de
noviembre de 2001
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Interiores: "Crecer"

Jorge Luis Besso

El lunes 15 de octubre luego de la paliza electoral el presidente de la Nación se fue a un congreso de la lengua castellana cuyo temario tenía un punto de trascendental importancia: la supresión del abecedario de la ch y de la ll. Es muy posible que la pasión actual de la dirigencia argentina por el recorte a troche y moche sea la razón por la cual nuestro máximo dirigente no se podía perder el espectáculo de la mutilación de la lengua en un lugar tan castellano como Valladolid, más que nada por que conocemos, y padecemos, su templanza y serenidad de ánimo, especialmente en las situaciones traumáticas, como la de esa semana para el mundo hispano parlante, que, como dicen los españoles, estaba por esos días con "el Jesús en la boca".
Todos nosotros detrás de él, como un solo hombre, como se dice en estos casos, si no en cuerpo al menos en alma, para sumarnos a la lucha por la defensa y la permanencia tanto de la ch como de la ll en la casa de la c y de la l respectivamente, con la firme esperanza de que Cervantes siga descansando en paz.
A partir de nuestro presidente, nadie puede poner en duda nuestros cuidados y nuestra defensa del idioma, con lo que también podemos jugar con él. Por lo tanto a los efectos del artículo de hoy lo subtitulamos así: creser.

Creser
Por lo demás los argentinos no diferenciamos en la pronunciación de la c, la s y la z, ya que en los tres casos emitimos el mismo sonido s, pues somos una gente que sabemos muy bien de la importancia del Ser, al punto de que caemos en la exageración narcisística de creer que es más importante ser que... hacer. Al menos hasta ahora en que hemos pasado de tener un ser inflado por la inflación a tener un ser desinflado por la recesión.
Inmediatamente nacido el humano vive con el imperativo de crecer. Controlar la cabeza será uno de los primeros logros con la esperanza más o menos vana de que luego la cabeza controle todo lo que viene, para lo cual hay que estar lo mejor equipado posible, y ahí muy rápidamente se instala la primer gran diferencia entre los humanos que se dividirán en:
1) Nutridos.
2) Desnutridos.
¿De qué se nutren los nutridos y de qué no se nutren los desnutridos...? Básicamente de:
* Alimentación.
* Educación.
* Elaboración.
Elaborar, tanto la alimentación como la educación, es la gran tarea desde el vamos, aún no sabiendo a donde vamos, cosa que conviene saber en tiempo y forma, pues eso dará una de las mejores medidas de si hemos crecido, o si acaso seguimos navegando en la infancia, que es ese territorio cuya importancia fundamental reside en que tanto las alegrías como las tristezas tienen sentido. Comenzamos a crecer prendidos de una teta (o símil) y a partir de ahí buena parte del juego consistirá para siempre en prender y desprender, para no quedar prendidos al pasado, lo que nos dejaría desprendidos del futuro.
Para eso contamos con el presente, que es el tiempo destinado a administrar los otros dos tiempos, con el agregado de que además hay que hacerse tiempo para vivir, esto es, cumplir y disfrutar: paso y quiero diríamos en el truco, pero no es posible. Como se sabe se trata de las dos cosas:
* Cumplir calma al Super Yo (la conciencia moral), según el psicoanálisis.
* Disfrutar nutre el alma (según todos).
Hace años, la salida de la infancia estaba marcada para los varones por los primeros pantalones largos. Se decía, "fulanito se puso los largos", donde en una operación metonímica "pantalones" ya no aparecía en la frase y su sentido quedaba implícito. Dicha operación de la lengua no hizo más que anticipar las cosas pues los pantalones largos están casi desde el comienzo y, por otra parte, visten a los dos sexos. Es decir que desde hace tiempo cualquiera puede llevar los "pantalones", con lo que muchas veces no lo lleva ninguno.
Es curioso constatar los vericuetos que ocurren con las velocidades del crecimiento: los chicos de ahora aprenden mucho más rápido, pero crecen más lentos. Por caso, se desprenden mucho más lentamente de la casa paterna. También llama la atención que se celebren los quince con un viaje a Disney para las chicas (naturalmente las que pueden y pre-Bin Laden) que es como un paseo turístico por la infancia. Eso sí, con pasaje de ida y vuelta. Es de lo que hay que tratar de estar advertidos después, pues quedar prendidos al pasado nos deja exiliados del presente y el futuro.


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