Año CXXXIV
 Nº 49.262
Rosario,
domingo  07 de
octubre de 2001
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Culmina la 38ª Fiesta de la Cerveza en Villa General Belgrano
El encuentro combina delicias gastronómicas y bailes típicos

Carla Rizzotto

El barril moviéndose de un lado al otro, dos hombres en cada lado: uno con un martillo en la mano y el otro con una canilla de madera. Llega el momento de la cuenta regresiva, todos los presentes se suman al conteo y esperan ansiosos al pie del escenario. Es que quieren formar parte del tradicional ritual de apertura de la fiesta. No pueden perderse el "espiche". Diez, nueve, hasta llegar a cero: en ese momento el martillo perfora un orificio del barril y sale la cerveza, a chorros. Eso significa que la fiesta ya empezó, que la Oktoberfest argentina, de la localidad cordobesa de Villa General Belgrano, quedó inaugurada. Todos con las jarras llenas, y listos para divertirse.
Este año se celebró la 38º edición de la fiesta, la misma que comenzó como una gran kermesse en la plaza del pueblo y se fue transformando hasta contar con un propio Patio Cervecero. En ese lugar, al aire libre, se concentran las cerveceras más importantes del país y algunas del mundo. La tirada de chopp y los vasos colgando de los cinturones como trofeos son algunas de las imágenes que se mezclan con el paisaje de la auténtica aldea alpina. Pero tampoco falta el baile, el desfile, las comidas típicas centroeuropeas, ni siquiera la reina.
La fiesta de la cerveza se vive de lleno en toda la villa ubicada en el Valle de Calamuchita, en la que habitan apenas 5 mil personas. Son en su mayoría de descendencia alemana, a la que suman suizos, italianos, húngaros, checoslovacos, españoles y criollos.
Entrar a Villa General Belgrano significa sumergirse en una particular estructura arquitectónica, donde se cuida hasta el más mínimo detalle en la construcción ya que el estilo debe aprobarse previamente en la oficina de obras del municipio. Ya sea en balcones, techos y carteles, la madera es el material usado para la construcción.
La villa ubicada a 84 kilómetros de la capital cordobesa fue fundada en los años 30 por dos alemanes, Jorge Kappuhn y Paul Heintze. En 1943, un grupo de marineros del acorazado Graf Spee se instaló en el lugar y, junto a los demás vecinos, fueron otorgándole a este paisaje, el estilo único que lo caracteriza.
La villa se conoce por sus tradicionales y populares fiestas, y para el intendente de Villa General Belgrano, Sergio Favot, la Oktoberfest es la que más resalta las tradiciones alemanas. Aunque este año, el jefe comunal quiso romper con ese eje tan rígido: "Hay muchos vecinos que no se sienten bien con este perfil porque no tienen descendencia alemana". Es por eso que se pensó en abrir el juego hacia el "pueblo de las culturas".
El propio intendente define a la Oktoberfest como una combinación de "dos o tres chopps arriba, chicas y chicos, música y diversión". Es decir, un clima de pura fiesta. Y eso es precisamente lo que se vive en el Patio Cervecero, ubicado frente a la plaza central del pueblo, donde los jóvenes se juntan para enorgullecerse de su cultura alcohólica.
En cambio, en el Salón Cervecero, las familias son las protagonistas. La idea en la que se trabajó este año fue justamente recuperar al grupo familiar, ya que por incidentes que ocurrieron años atrás muchos habían perdido el fanatismo por la fiesta.
"La intención no es apología de la ingesta de cerveza", disparó Favot. Por eso tratan de evitar dar el número de la cantidad de cerveza que se toma durante los 5 días del encuentro. Pero un testigo directo, José Seibert, contó a La Capital que el máximo que se ingirió fueron 32 mil litros, en el 86. El hombre estimó que el año pasado se tomaron alrededor de 18 mil litros.

Listo para empapar al público
Los padres de Seibert son de origen alemán, pero él llegó a la villa en el 72, desde Buenos Aires. Un año después de haberse instalado en el pueblo cordobés empezó a ser miembro activo de la organización de la fiesta. En el bautismo de inauguración de la fiesta llamado "espiche", Seibert siempre está presente. Es más, es uno de los encargados de agitar el barril para que el chorro de cerveza salga con potencia.
El argentino de descendencia alemana recuerda una anécdota, la que describe como la más divertida desde sus inicios: "Una vez vinieron a la fiesta el entonces presidente de Argentina, Carlos Menem, y el actual gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota. Y se sentaron en la primera fila de cara al escenario. En el momento del espiche sale un chorro impresionante y los baña a los dos. Hasta Menem se mataba de risa".
Si bien el espiche no tiene otro significado más que dejar inaugurada la fiesta, Seibert aseguró que "para los jóvenes es como una especie de orgullo mojarse en ese acto". Este año fue la primera vez que se hizo con cerveza negra, la misma que se fabrica artesanalmente en la villa.
Y si se trata de hacer hincapié en las novedades de la celebración, Sergio Favot fue el primer jefe comunal que participó en el desfile. Los intendentes anteriores a Favot ni siquiera se planteaban la posibilidad de hacerlo porque pensaban que podría "causar la burla" de su gente y el turismo. Pero Favot se animó: "Ganar autoridad para después poder bajar el mensaje a la gente fue lo que pensé cuando me lo propusieron.

Desfile de colectividades
Todas las colectividades están presentes en el desfile por la calle central de la villa. Este año no faltaron los atuendos de Ucrania, Irlanda, República Checa, Lituania, España, Italia (a través de un grupo rosarino Cittá di Torino), y por supuesto Alemania. Pero no sólo en el desfile o en el momento de subir el escenario se muestran los trajes típicos. Los nativos de las comunidades europeas que viven actualmente en la villa no dudan en lucirlo en cuanta ocasión se presente.
Durante los primeros años de la fiesta, allá por los 60, no se había convertido en una costumbre llevar la vestimenta de cada lugar. Seibert recordó que el primer encuentro reunió a todos en la plaza céntrica para degustar un plato típico que se come en la villa: el goulash, una especie de guiso húngaro. La misma comida que ahora se puede probar en el Salón Cervecero, al igual que las salchichas, chucrut, costillas de cerdo ahumadas y las tortas, entre las que resalta la tradicional "selva negra".

Más de 400 vasos y 150 latitas
Desde que llegó a la villa en 1972 empezó a coleccionar todo recipiente, cartel o envase que haga referencia a la cerveza. José Seibert cuenta con una de las colecciones más grandes de Villa General Belgrano: entre jarros y vasos cuenta más de 400 y las latitas de esta bebida llegan a las 150. Importadas, nacionales, regaladas o compradas, todo vale para Seibert: "Tuve que hacer un esfuerzo y probar cada una de las latas que hoy tengo en exposición", bromeó el hombre.
Además, hay cientos de posavasos, barriles, destapadores y hasta una especie de sombrero de donde salen dos sorbetes que se conectan con dos vasos y así se puede tomar el líquido sin esfuerzos, sólo hay que dejarlo salir por el tubito. Esta colección puede verse en el Salón Cervecero, al igual que un recorrido en fotos de las distintas reinas que coronaron la fiesta desde sus comienzos, también propiedad de Seibert. La primera imagen muestra a Mabel Díaz (reina en el 64) con la corona y el bastón en mano. Y esta se repite en todas las fotos, hasta llegar a la de Laura Isabel Kelzer, coronada el 29 de septiembre pasado.
Una pequeña "exposición" es la que arman espontáneamente muchos de los visitantes de la fiesta, quienes se colocan una especie de cinta porta chopps para lucir sus jarras vacías, las que en algún momento estuvieron llenas. Estas y tantas otras imágenes se recorren durante la Fiesta Nacional de la Cerveza, la que continúa hoy y mañana. Y que seguramente explotará porque la capacidad hotelera está ocupada en un 90 por ciento, ya desde el fin de semana pasado.



Cuando se perfora el barril comienza la celebración.
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