Año CXXXIV
 Nº 49.226
Rosario,
sábado  01 de
septiembre de 2001
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Campaña 2001/2002
El maíz, la apuesta de los productores más audaces
Tiene precio, clima y tecnología, pero cada campaña resigna superficie frente a la soja. La diferencia es el costo y la urgencia. Su retroceso conspira contra el buen uso de la siembra directa

Sandra Cicaré

El área de siembra del maíz sufrirá un nuevo recorte en la campaña gruesa que se avecina. A poco de comenzar con la siembra, todo indica que los productores resignarán el cereal grueso y apostarán todas sus fichas a la soja. Las razones son más que atendibles: la difícil situación económico-financiera hace que los hombres de campo se inclinen por un cultivo más seguro y de menores costos.
La necesidad va a contramano de la oportunidad, puesto que el fenómeno se agudiza en un momento ideal para el cultivo, ya que cuenta con un paquete tecnológico de avanzada a su disposición, los precios se mantienen firmes y estables en el tiempo y la demanda internacional sigue activa para el mercado argentino.
Por otra parte, la tendencia no deja de preocupar a los especialistas, quienes ven amenazado el sistema de rotación y temen por una creciente inclinación a que la región núcleo pueda transformarse en un área de monocultivo donde la oleaginosa reine soberana.
Las estimaciones más optimistas hablan de una caída de la superficie sembrada de maíz de alrededor del 15 por ciento mientras que desde el sector comercial prevén un retroceso cercano al 30 por ciento en el área implantada.
En la provincia de Santa Fe, entre la campaña 1999/2000 y 2000/2001 la producción de maíz retrocedió casi un 13 por ciento, de 2,5 a 2,2 millones de toneladas respectivamente. Esto demuestra que pese a los buenos rendimientos que se registraron en el ciclo pasado -en algunas zonas se alcanzaron récords de 160 quintales por hectárea- la intención de siembra fue mermando y la soja siguió concentrando la atención.
Este año surge un aditamento especial: el girasol. "Creemos que la siembra será similar al año anterior", explicó el secretario de Agricultura provincial, Oscar Alloatti. El funcionario remarcó que las variaciones pueden estar sujetas a lo que suceda con el girasol. "Esta oleaginosa tuvo un repunte de precios relativo que podría hacerlo recuperar algo de área y lo que toma el girasol se lo saca al maíz", agregó. Esto ocurre en el sur de la provincia de Santa Fe, con mayor presencia maicera y no en el norte donde la siembra de girasol es más temprana.

Muchas oportunidades, poca plata
Antes de pensar en la siembra los productores afinaron el lápiz y concluyeron que en tiempos de recesión y escasez de crédito los costos resultan primordiales.
Esto quedó demostrado en el nivel de compras de insumos. El presidente de la Cámara de Proveedores de Insumos de la Provincia de Santa Fe, Héctor Vidal, precisó que "la demanda estuvo muy quieta y retraída, recién comenzó a moverse en las dos últimas semanas".
El dirigente recordó que el implante de maíz demanda un costo de entre 150 y 180 pesos por hectárea, mientras que por menos de la mitad se puede sembrar soja.
Esto ocurre esencialmente porque el cereal demanda un mayor costo de laboreo, los híbridos utilizados son más caros y se requiere un trabajo de fertilización previa y durante el desarrollo del cultivo.
"La inversión para la siembra de maíz es grande y en esta época donde el crédito es escaso y caro, se hace muy difícil", confesó Víctor Trucco, presidente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid)
En este sentido, el consultor y asesor del Programa de Reconversión Productiva (Cambio Rural) Fernando Botta explicó que "la producción de soja provee un beneficio bruto un 21 por ciento más alto que la producción de maíz", lo que convalida el desplazamiento del área de uno a otro cultivo.
El analista explicó que si se considera que el capital circulante resulta en estos tiempos un recurso más limitante que la tierra, debido a los altos niveles de endeudamiento del sector, "si se mide el margen o beneficio bruto por cada 100 pesos invertidos, los resultados favorecen aún más al cultivo de soja".
Así, "el margen bruto por cada 100 pesos invertidos en la siembra de una hectárea de soja provee un beneficio un 54% superior al ofrecido por el cultivo de maíz (177,97 contra 82,29 pesos)", describe un trabajo elaborado por Botta. Si a ese cálculo se le agrega el costo del financiamiento o de oportunidad del capital invertido, la balanza se inclina aún más en favor de la soja, con una diferencia negativa del 59 por ciento para el maíz.
El reemplazo del maíz por la soja "obedece a una cuestión económica", dijo Vidal. "El productor suele guardar la semilla de soja de una campaña a otra y controla las malezas con glifosato, es decir, gasta muy poco dinero", dijo.
La incorporación de innovaciones específicas de soja (como los germoplasmas RR), la facilidad y abaratamiento de su cultivo en siembra directa y por otro lado, la sostenida baja en la cotización del maíz, han contribuido a que el área de siembra de este cereal esté en franca declinación desde hace aproximadamente 10 años, revelaron los ingenieros Cordone, Martínez, Capurro y Abrate, del Inta Casilda, Cañada de Gómez y de Acopio Arequito, quienes disertaron en una jornada técnica sobre la producción de maíz en Oliveros.
En este sentido señalaron que la razón más importante que impide el mantenimiento de superficies equilibradas de distintos cultivos pasa por maximizar el beneficio económico por parte de los productores, es decir obtener el mayor retorno financiero en el corto plazo.
"Esto es insostenible en el largo plazo, ya que entre otros aspectos, se descartan otros dos objetivos de la empresa agrícola: conservar suelo y agua y disminuir el riesgo económico", alertaron los especialistas.
"La disminución del área de siembra de maíz compromete la viabilidad técnica, biológica y económica de las empresas", precisaron.
La misma preocupación expresaron desde Aapresid, donde consideraron que "los esquemas basados en el monocultivo o con un excesivo predominio de la soja, no son sustentables a mediano y largo plazo, por más que los márgenes brutos de precampaña así parezcan indicarlo".
"Las empresas que triunfaron no lo hicieron por optimizar las ganancias sino por saber hacia dónde iban en el tiempo", aclaró Botta.
Independientemente de los aspectos del mercado que influyen sobre esta disminución en la siembra de maíz existe una situación técnico-económica por la cual el cereal resulta menos atractivo: el gasto en insumos para realizar un cultivo de maíz de alta producción excede largamente al gasto para soja, además de que muchos productores pagan alquileres excesivos como para invertir en maíz y los rendimientos medios impiden obtener un retorno equivalente al que se obtiene con soja.
"Si no es posible asegurar un margen bruto atractivo, la superficie de maíz seguirá disminuyendo y la llave para tornarlo atractivo es obtener altos rendimientos estables", explicaron los técnicos del Inta Cordone, Martínez, Capurro y Abrate.
Desde el aspecto técnico-biológico, el mantenimiento de una rotación ajustada al ambiente es la base de esa sostenibilidad. "Desde hace 15 años, en empresas que definieron una rotación adecuada al potencial ambiental y con ajustes en todos los aspectos del sistema, ha sido posible obtener altas y estables productividades agrícolas, duplicando a las productividades medias regionales (9 kg de grano por mm de lluvia versus 4 kg de grano/mm de lluvia)", precisaron.

Tecnología de punta
Pese a estas desventajas, el maíz no sólo sigue siendo un aliado para la sustentabilidad agronómica de la empresa agropecuaria sino que además cuenta con un altísimo desarrollo tecnológico que es garantía indeludible de rendimiento.
Así, con el avance de las variedades BT (resistentes a insectos), IT (resistentes a imidazolinonas), los maíces de alto valor y la buena performance de los híbridos, donde existe una fuerte competencia de parte de las empresas multinacionales líderes, la alta productividad del cereal está asegurada.
"La tecnología disponible es espectacular", resumió Trucco, de Aapresid. El dirigente incluyó en el diagnóstico no sólo el potencial de semillas disponibles sino también la oferta para la fertilización y las maquinarias.
Recordó que el maíz "pegó un salto enorme" en este aspecto, lo que redundó en los rindes. "Cuando hace algunos años los rendimientos promedios rondaban los 35 a 40 quintales, ahora quienes usan buena tecnología superan holgadamente los 80 y hubo récords de 160 quintales", expresó.
Por otra parte, la puesta a punto de maquinaria que permite una mejor distribución de plantas en el surco y la incorporación de azufre y fósforo al nitrógeno como fertilizante tradicional completan un cuadro de oferta muy beneficiosa para el maíz.
El clima aporta además un elemento adicional a las ventajas, ya que las últimas lluvias resultan ideales para largar con la siembra del cereal grueso.
"Hasta hace quince días no se podía predecir qué sucedería con el maíz", dijo Alloatti, pero ahora "con la humedad del suelo asegurada y los precios del mercado a Término orientativos ya se puede hacer un plan", agregó el funcionario.

Un mercado firme
Antes de pensar en la siembra los productores afinaron el lápiz y concluyeron que en tiempos de recesión y escasez de crédito los costos resultan primordiales.
Esto quedó demostrado en el nivel de compras de insumos. El presidente de la Cámara de Proveedores de Insumos de la Provincia de Santa Fe, Héctor Vidal, precisó que "la demanda estuvo muy quieta y retraída, recién comenzó a moverse en las dos últimas semanas".
El dirigente recordó que el implante de maíz demanda un costo de entre 150 y 180 pesos por hectárea, mientras que por menos de la mitad se puede sembrar soja.
Esto ocurre esencialmente porque el cereal demanda un mayor costo de laboreo, los híbridos utilizados son más caros y se requiere un trabajo de fertilización previa y durante el desarrollo del cultivo.
"La inversión para la siembra de maíz es grande y en esta época donde el crédito es escaso y caro, se hace muy difícil", confesó Víctor Trucco, presidente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) \En este sentido, el consultor y asesor del Programa de Reconversión Productiva (Cambio Rural) Fernando Botta explicó que "la producción de soja provee un beneficio bruto un 21 por ciento más alto que la producción de maíz", lo que convalida el desplazamiento del área de uno a otro cultivo.
El analista explicó que si se considera que el capital circulante resulta en estos tiempos un recurso más limitante que la tierra, debido a los altos niveles de endeudamiento del sector, "si se mide el margen o beneficio bruto por cada 100 pesos invertidos, los resultados favorecen aún más al cultivo de soja".
Así, "el margen bruto por cada 100 pesos invertidos en la siembra de una hectárea de soja provee un beneficio un 54% superior al ofrecido por el cultivo de maíz (177,97 contra 82,29 pesos)", describe un trabajo elaborado por Botta. Si a ese cálculo se le agrega el costo del financiamiento o de oportunidad del capital invertido, la balanza se inclina aún más en favor de la soja, con una diferencia negativa del 59 por ciento para el maíz.
El reemplazo del maíz por la soja "obedece a una cuestión económica", dijo Vidal. "El productor suele guardar la semilla de soja de una campaña a otra y controla las malezas con glifosato, es decir, gasta muy poco dinero", dijo.
La incorporación de innovaciones específicas de soja (como los germoplasmas RR), la facilidad y abaratamiento de su cultivo en siembra directa y por otro lado, la sostenida baja en la cotización del maíz, han contribuido a que el área de siembra de este cereal esté en franca declinación desde hace aproximadamente 10 años, revelaron los ingenieros Cordone, Martínez, Capurro y Abrate, del Inta Casilda, Cañada de Gómez y de Acopio Arequito, quienes disertaron en una jornada técnica sobre la producción de maíz en Oliveros.
En este sentido señalaron que la razón más importante que impide el mantenimiento de superficies equilibradas de distintos cultivos pasa por maximizar el beneficio económico por parte de los productores, es decir obtener el mayor retorno financiero en el corto plazo.
"Esto es insostenible en el largo plazo, ya que entre otros aspectos, se descartan otros dos objetivos de la empresa agrícola: conservar suelo y agua y disminuir el riesgo económico", alertaron los especialistas.
"La disminución del área de siembra de maíz compromete la viabilidad técnica, biológica y económica de las empresas", precisaron.
La misma preocupación expresaron desde Aapresid, donde consideraron que "los esquemas basados en el monocultivo o con un excesivo predominio de la soja, no son sustentables a mediano y largo plazo, por más que los márgenes brutos de precampaña así parezcan indicarlo".
"Las empresas que triunfaron no lo hicieron por optimizar las ganancias sino por saber hacia dónde iban en el tiempo", aclaró Botta.
Independientemente de los aspectos del mercado que influyen sobre esta disminución en la siembra de maíz existe una situación técnico-económica por la cual el cereal resulta menos atractivo: el gasto en insumos para realizar un cultivo de maíz de alta producción excede largamente al gasto para soja, además de que muchos productores pagan alquileres excesivos como para invertir en maíz y los rendimientos medios impiden obtener un retorno equivalente al que se obtiene con soja.
"Si no es posible asegurar un margen bruto atractivo, la superficie de maíz seguirá disminuyendo y la llave para tornarlo atractivo es obtener altos rendimientos estables", explicaron los técnicos del Inta Cordone, Martínez, Capurro y Abrate.
Desde el aspecto técnico-biológico, el mantenimiento de una rotación ajustada al ambiente es la base de esa sostenibilidad. "Desde hace 15 años, en empresas que definieron una rotación adecuada al potencial ambiental y con ajustes en todos los aspectos del sistema, ha sido posible obtener altas y estables productividades agrícolas, duplicando a las productividades medias regionales (9 kg de grano por mm de lluvia versus 4 kg de grano/mm de lluvia)", precisaron.



El área sembrada con maíz caerá en esta campaña.
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