Año CXXXIV
 Nº 49.173
Rosario,
martes  10 de
julio de 2001
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"Perdimos un apóstol pero hemos ganado un santo"

El obispo emérito de Viedma, monseñor Miguel Hesayne, expresó su dolor por el fallecimiento de monseñor Jorge Novak y señaló que, a pesar de haber "perdido un apóstol, hemos ganado un santo". El prelado manifestó su "gran pena" por la muerte del obispo de Quilmes, a quien describió como "un padre, un hermano, un amigo, un apóstol". "Monseñor Novak no fue, sino es, un testigo comprometido de nuestro tiempo, un apóstol entregado a la defensa de la vida y a la defensa y promoción de los derechos humanos cuando era mala palabra, tanto fuera de la Iglesia como en algunos sectores de ella", subrayó.
Tras aclarar que "él nunca hizo ideología, sino que proclamó el mensaje de salvación del hombre y de todo el hombre", monseñor Hesayne destacó que "Novak comprendió como pocos que la ley es para el hombre y no el hombre para la ley". También dijo sentir, a la luz de la fe, que "el gozo de que el Señor lo ha premiado".
Por su parte, el sacerdote de Quilmes y candidato a senador nacional por el Polo Social, Luis Farinello, lamentó ayer la muerte de Novak y destacó que el fallecido religioso había depositado en él su confianza, al permitirle dedicarse a la actividad política. "El confió en mi dándome la posibilidad de entrar en la política y yo me voy a romper todo para que desde el cielo me bendiga. Quiero a Novak como un padre. Era un hombre santo, un obispo santo, y su muerte me tomó por sorpresa", remarcó.
Farinello resaltó la actuación de Novak durante la última dictadura militar, al sostener que "fue uno de los pocos que dijo la verdad en aquella época, con todo lo que eso implicaba".

"No pudieron callarlo"
Por su parte, Eduardo de la Serna, sacerdote de la diócesis de Quilmes, elogió la labor que desarrolló el titular de ese obispado y dijo que "muchos de los que no lo conocían desde adentro pueden creer que estaba movido por un compromiso social o incluso político", pero subrayó que "siempre fue desde Dios que levantó su voz" en favor de los derechos humanos.
"Por eso era palabra sólida y grave; por eso no pudieron callarlo", expresó De la Serna. Asimismo, sostuvo que "su defensa clara de los derechos humanos siempre nació en una firme compasión", al tiempo que recordó que "nada de lo humano le era indiferente".
"Y si su palabra molestaba, o dolía, era precisamente a aquellos que tenían el corazón cerrado ante los dolores de los demás o, peor aún, a aquellos que provocaban dichos dolores", continuó.
Agregó que "Dios fue la base firme que le permitió mantener posiciones muy diferentes, incluso a las de los que él llamaba «mis hermanos obispos»". Asimismo, lamentó que "las Madres, Abuelas, Familiares de Detenidos Desaparecidos, las cooperativas de vivienda, o los Sin Techo, los desocupados, la gente de los barrios de Quilmes, Varela y Berazategui, los pobres, en suma, hayan perdido un padre".


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