Año CXXXIV
 Nº 49.120
Rosario,
viernes  18 de
mayo de 2001
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Entre el festejo y el reclamo

Los chicos de la marcha, cuya entidad madre es la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), son carecientes y tienen entre 5 y 13 años. Están viviendo la oportunidad de conocer el país y, a pesar de su edad, no se sorprenden al ver la pobreza porque conviven con ella. Pero disfrutan de agasajos, paseos y visitas organizados por quienes los reciben en cada lugar donde paran.
El líder de la CTA, Víctor De Gennaro, monitorea el viaje de tanto en tanto. "Esto es espectacular, especialmente cuando los chicos se unen a otros. El encuentro está marcado por un mundo propio, se abrazan, se contemplan, juegan y son felices. Este es un grito de esperanza, pero a la vez, desgarrador", dijo el dirigente al referirse a que en la Argentina más de 4 millones de chicos viven bajo la línea de pobreza.
En el viaje, también hay imponderables que invariablemente se solucionan con la solidaridad. "El trencito que va adelante se rompió en La Quiaca, pero vinieron 20 aborígenes que desarmaron el radiador y lo pusieron a punto en media hora", contó el titiritero Pedro Pomares, que acompaña el trayecto. En ese momento hacía 20 grados bajo cero. Elena, una de las encargadas de los chicos, no deja de emocionarse por las actitudes de la gente. "Te saludan como si fueras una estrella. Dan obsequios a los pequeños y les desean lo mejor".


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