Año CXXXIV
 Nº 49.120
Rosario,
viernes  18 de
mayo de 2001
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La estampa del tango-danza
Copes fue el responsable de exportar el baile tanguero en el mundo

Juan Carlos Copes creó su "Tango Copes" con el fin de celebrar sus bodas de oro con el baile tanguero y también para poder "contar" en público lo que fue su vida. Por eso, el espectáculo que este fin de semana a Rosario y que se estrenara en el teatro Avenida de Buenos Aires sobre filo del año anterior, incluye cuadros que se combinan cronológicamente, desde sus inicios hasta la actualidad. Con su elenco, integrado por cuatro parejas y, Johana, su hija, como compañera, el bailarín extrae recuerdos de su enorme bagaje. Sobre sus hombros lleva la memoria de cincuenta años de historia, la que él ayudó a forjar junto a las grandes personalidades de nuestra música ciudadana.
Por momentos, fotos o filmaciones aparecen en una pantalla. Al menos así sucedió en sus presentaciones porteñas. El afiche con el logo del Club Atlanta remonta al bailarín a sus comienzos, cuando era el caudillo de la barra de esa institución. Marcelo Bermúdez, excelente bailarín, representa a Copes en su juventud. La compañía interpreta temas de la época (fines de los años 40, décadas de los años 50). Hasta el arribo del rock, que alejó a la juventud de las raíces más tradicionales, subestimando a quienes las seguían.
Copes, fiel a su pasión, no claudicó. En 1951 ganó el concurso para amateurs del Luna Park. Tanta alegría y gusto a éxito no duraron mucho. Lo foráneo imperaba y no había lugar para los milongueros. Los acordes de "El once" dan lugar al furibundo "Al compás del reloj". Sentado, como en el cine, el protagonista de este espectáculo mira partes de películas, en las que aparecen Gene Kelly, Fred Astaire, Ginger Rogers, Donald O'Connor. Extasiado, se inspira en esas tramas y en esas figuras para realizar un argumento que añade los aires tangueros: se ven porciones de aquella primera obra que lo catapultaría hacia lo profesional.
El propio Copes, voz en off, cuenta sus andanzas: en la pantalla se ven piernas caminando sobre el mapa de América del Sur y América Central, hasta la llegada a Broadway. En otra escena rememora su unión con Piazzolla. La foto de ambos sonriendo, muy jóvenes, será una de las tantas que reflejará su profunda amistad. La triste y emotiva melodía de "Adiós Nonino" surge cuando al compositor le anuncian la muerte de su padre.
Algunos de estos cuadros recorrerán la vida del artista, y muchas de estas secuencias estarán contadas por los pies y piernas de Copes, que tienen un lenguaje único y que realizan filigranas silenciosas que dicen lo que las palabras no podrían decir. Una pasión concentrada, una estampa majestuosa, un sentir popular que con su baile ha hecho sublime. Aún hoy con sus 70 años cargando sobre los hombros.
Desde su separación de María Nieves, su compañera original, la que lo acompañó como pareja total primero y luego sólo como pareja artística, Copes no tiene una compañera estable en el escenario, más allá de Johana, con quien su cuida mucho de que los tantos queden claros: "Con María Nieve, un segundo antes y uno después de bailar peleábamos como perro y gato, pero en el medio, sabíamos que teníamos que ir a la conquista de ese silencio. Yo estoy convencido de que el tango es un intercambio de energía entre dos de una pareja, pero con mi hija tuvimos durante mucho tiempo como un vidrio entre los dos, una plancha de acero; estábamos juntos, pero separados", dijo el maestro antes del estreno porteño de "Tango Copes".
El bailarín, distinguido como introductor de la milonga en los Estados Unidos, fue declarado por voto popular, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y el Ateneo Porteño del Tango como el bailarín del siglo.


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