Año CXXXIV
 Nº 49.120
Rosario,
viernes  18 de
mayo de 2001
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El tanguero llega a Rosario para festejar en El Círculo sus 50 años de carrera artística
Juan Carlos Copes: "En el tango no se necesitan acróbatas"
El bailarín le pegó duro a Fito y pidió que aparezca en el tango alguien como Madonna o Michael Jackson

U.G.Mauro

"El rock no es de aquí; es algo que nos impusieron como nos impusieron los shoppings o las hamburguesas...". "Si Fito Páez dijera que lo que hace es tango, no podría volver a grabar un disco". "El tango necesita que en su seno aparezca una Madonna o un Michael Jackson, algo que lo revolucione como hicieron Soledad o Los Nocheros con el folclore". Estos son algunos de los altamente polémicos conceptos con los que se despachó el máximo referente del tango en su expresión bailable, el bailarín y coreógrafo Juan Carlos Copes, a quien nada permite negarle el mérito de ser uno de los principales impulsores de este furor tanguero que se adueñó de voluntades jóvenes de todo el mundo.
A poco de cumplidos 50 años junto al género nacido en extramuros de Buenos Aires, Copes llega a Rosario para festejar ese medio siglo con el 2 por 4 con el espectáculo "Tango Copes", que se presentará mañana a las 21.30 y el domingo a las 20.30 en el teatro El Círculo, Laprida y Mendoza.
Copes, que entre sus últimos y mejores antecedentes registra su actuación en el filme "Tango", de Carlos Saura, dialogó con Escenario sobre las razones del masivo vuelco de jóvenes y adultos hacia el aprendizaje de esta danza y también explicó su relación con los grandes representantes de la danza clásica argentina y efectuó, con clara visión de hombre del espectáculo, consideraciones acerca de la promoción de nuevos valores en el terreno del tango instrumental y cantado.
El bailarín definió a su espectáculo como algo que "marca mis 50 años con el tango. Es un recorrido por mi propia historia".
-¿Cómo se inició esa historia?
-Con mis primeros pasos con el tango como bailarín amateur, pasando luego por mi encuentro con Francisco Canaro en "Tangolandia" en la calle Corrientes. A eso le sigue el momento en que decidí ver qué pasaba afuera del país cuando me impuse el desafío de llegar con el tango a Nueva York, algo que me costó bastante.
-¿Lo que está explicando se refleja en "Tango Copes"?
-Exacto. Después narro la gira que hice por Brasil, Venezuela, El Salvador y México y sigue mi encuentro con Piazzolla, que es el momento en que armamos un show que partiendo de Puerto Rico me permitió acceder luego a los teatro de Nueva York en 1959, cosa que, por supuesto, ya Astor conocía.
-¿Cuánta gente trabaja con usted?
-Se trata de diez bailarines junto a mi hija Johana Copes y a la cantante Yeni Patiño. Johana ya dejó hace rato de ser "la nena de Copes", ya es toda una profesional de la danza, y de todos el más veterano soy yo.
-¿Cómo se siente entre medio de tantos jóvenes?
-Cada uno de los muchachos me interpreta en distintas etapas de mi vida y es un trabajo que han asumido con gran responsabilidad. Ellos le dieron a cada personaje, a cada "Copes", la personalidad adecuada. El espectáculo cierra con una referencia a la película en la que nos dirigió Saura.
-¿Con quién trabajó en la preparación del guión?
-Absolutamente todo es mío. Esto es algo que me llevó bastante tiempo, porque me basé en la idea de que en este país somos bastante olvidadizos y parece siempre que uno existe a partir de lo último que hizo, cuando en realidad se trata de 50 años de labor intensa con el tango.
-¿Qué grado de vigencia tiene hoy el tango?
-Desde el momento en que se cerraban las puertas en todas partes hasta hoy, las cosas han cambiado muchísimo. Quien en su repertorio de danza no ofrezca algo de tango pierde público. Julio Bocca y Maximiliano Guerra lo saben muy bien, pues han debido incorporar su visión del tango a lo que hacen, y músicos de otros géneros se meten con él, como es el caso de (Juan Carlos) Baglietto y (Lito) Vitale, pero también es cierto que son muchos los artistas jóvenes que no encuentran el espacio que se merecen.
-Usted trabajó junto a bailarines internacionales de formación académica como Julio Bocca ¿es difícil conciliar el academicismo de ellos con la formación autodidacta?
-Lo que sucede es que ellos buscan el acercamiento a lo popular, algo que dejaron de lado pero que al final encontraron. Una de mis primeras experiencias en ese sentido fue montar en forma de romanza el tema "El día que me quieras", de Gardel y Lepera y que cantó Plácido Domingo en Brasil. Cuando yo trabajo con ellos, obviamente, ni siquiera intento hacerles cambiar alguna técnica sino mostrarles el espíritu y la angustia del tango o la expresión de lo que quieren decir el compositor y el letrista.
-¿Qué crítica se puede a hacer a lo que se ve hoy como danza tango?
-Yo percibo un exceso de saltos que se corresponden más con la danza clásica o de otro tipo y a eso lo critico en el sentido de que el tango no se baila a los saltos, sino todo lo contrario.
-¿Y cómo se debería bailar?
-Los viejos milongueros de las ciudades tangueras del Río de la Plata, o sea en Buenos Aires, Rosario y Montevideo, hablan de "morder el piso"; o sea, bailar con punta y taco, agregando un arrastre del pie.
-¿A qué atribuye el hecho de que cada vez se ven más coreografías tangueras llenas de fantasías, en detrimento de la danza ortodoxa?
-Por supuesto, la danza es libertad, pero en el tango específicamente esa tendencia a recargar la danza con pasos de fantasía está disminuyendo en una búsqueda de lo ortodoxo. Desgraciadamente, también hay una búsqueda del aplauso fácil, y aparecen muchas acrobacias, incluyendo disciplinas que no tienen relación con el tango como el ballet contemporáneo, lo clásico y hasta las danzas nativas. Eso implica pasos que son muy lindos para ver, pero que no tienen nada que ver con la esencia y el espíritu del tango y menos aún con el sentimiento que encierra el género.
-¿Hay demasiadas cosas para turistas en el tango?
-Efectivamente, pero es algo que se está acabando. Yo tuve experiencias importantes en distintos países europeos y allí se puede ver que tanto el clisé como el exceso de fantasías ya no tienen cabida, porque se está bailando "al piso", compenetrados en la música. Cuando tuve que brindar clases en el extranjero, me pasó que bailarines que recibieron clases de diversos maestros me vinieran a pedir a mí que les ofreciera técnica. Yo les decía a ellos lo mismo que a usted: en el tango no se necesitan acróbatas, todo lo contrario.
-¿Quiénes fueron a su entender los mejores bailarines del tango?
-Suele decirse que nadie lo bailó como Tito Lusiardo, al menos en el cine, y también se lo cita al mítico "Cachafaz". Pero hay que aclarar que ambos pertenecen a una misma época estilística, cuando el ritmo era de 2 por 4, con el hombre bailando ubicado más al costado de la mujer un tango más picaresco, más tango milonga y más picado en su ritmo. La otra gran etapa es la iniciada en el 35; el tango va incorporando instrumentos que lo van aquietando y con músicos que leen la música y marcan el ritmo. Es el tiempo de Juan D'Arienzo, Fresedo... y todos siguen ese ritmo porque es el que en aquel momento gustaba, se tocaba para bailar; se transforma en un 4 por 4 o un 4 por 8.
-¿A qué atribuye que el éxito sea de la danza, pero no así de la música o el canto tanguero?
-Sencillamente a la falta de espónsores. Todo lo que veo que se hace es independiente o autofinanciado. Incluso es algo que me sucedió a mí con espectáculos como "Entre Borges y Piazzolla", "Tango, magia y seducción" y "Sentimiento de tango" porque para este género no hay ya anunciantes. No se mira al tango como música popular. Por eso no se conocen los tangueros que le cantan a esta realidad crítica.
-¿Es posible que el tango viva un reverdecimiento como el que vivió el folclore?
-En el 92 yo planteaba la necesidad de que llegara al tango alguien que lo sacuda, una especie de Madonna o un Michael Jackson. En cierta medida y con respeto por las diferencias, algo así es lo que provocaron Soledad o Los Nocheros.
-Pero los más jóvenes son reacios a ciertas formas y poesías tangueras...
-Seguramente, pero igual esas letras y canciones quedarán como patrimonio cultural y va a haber un lugar para las nuevas letras y músicas. Fito Páez por ejemplo es alguien que en buena medida hace cosas cercanas al tango.
-Usted nombra a Fito, pero ¿avala esa idea de que cierto rock argentino es el tango de nuestro tiempo?
-No, para nada el rock tal como se lo entiende comúnmente es algo impuesto desde afuera como los shoppings o las hamburguesas. Ellos recurren a eso porque sino no graban. Si Fito llegara a decir que hace tangos no grabaría ni loco, aunque tuviera ganas.
-¿Qué condicionamientos le impuso al tango danza la aparición de Astor Piazzolla?
-Este es un país mitómano y conservador. Cuando se ponen de moda Gardel, Julio Sosa o Goyeneche, nadie canta como ellos. Siempre buscamos el reemplazante del mito. Lo que le aportó Piazzolla al tango es toda la inspiración que nos genera a los bailarines. Hay cosas suyas en tiempo de milonga sureña que son maravillosas aunque no sean masivas. Piazzolla me inspira para algo más alto que el tanguito bailable



Copes cuenta su vida con diferentes cuadros musicales.
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