Jim Jarmusch apareció en el horizonte cinematográfico mundial a partir de su participación en el Festival Internacional de Cine de Cannes, el encuentro, junto al de Venecia y Berlín, más prestigioso del Viejo Continente. El debut de Jarmusch en tierra festivalera fue con su primera película ("Extraños en el paraíso"). Y mientras en su país lo siguen mirando de reojo, sin saber dónde ubicarlo, el director continúa siendo un niño mimado de los encuentros de cinéfilos europeos. Así lo demostró cuando presentó, casi 20 años de su primera participación, su última película, "El camino del samurai", protagonizada por Forest Whitaker.
Para algunos esa desconsideración en su propio país y la aclamación en Europa es una de la paradojas de la carrera de Jarmusch. Como tal era una pregunta segura, pero el director cortó por lo sano y dijo: "Me rehuso a analizar la paradoja de ser apoyado y financiado por mi trabajo en Europa y no así en mi país donde me consideran un director de arte, underground. En cambio, en Europa, soy sencillamente director de cine. Hollywood sólo juega al póquer con sus películas Toman una, la muestran, por ejemplo, en el Festival de Sundance y si luego no recupera su inversión, escapan diciendo que ha sido un fracaso".
Además de director, Jarmusch también es músico, de rock, para más detalles. Entonces la comparación entre ambas actividades no podía estar ausente de su charla. "El rocanrol de los setenta fue el de las grandes orquestas tamaño dinosaurio con solos de guitarra de media hora. Luego el punk rock, al igual que la cinematografía independiente respecto de la comercial, se concentra en las esencias. Pero desde la muerte de Kurt Cobain no estoy tan seguro que el rocanrol siga existiendo. En lo particular me interesa más cultura hip hop", dijo insatisfecho sobre la realidad musical de los últimos años.
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La Ciudad
