Año CXXXIV
 Nº 49.088
Rosario,
domingo  15 de
abril de 2001
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Los días de la amenaza radiactiva

Kevin Costner y la producción en pleno de "Trece días" están convencidos del papel que debe cumplir la película, más allá del mero entretenimiento: a pesar de que la Unión Soviética ya no existe y la Guerra Fría terminó, la proliferación de armas nucleares -y la cantidad de naciones que las poseen- continúa siendo la amenaza más grande para el mundo.
Por otro lado, la memoria colectiva también es un punto de partida para Costner y el director del filme, Roger Donaldson. De las personas que vivieron los tensos días provocados por la crisis de los misiles de Cuba, son pocos los que pueden olvidar los sentimientos de miedo y ansiedad que acompañaron los comunicados de un enfrentamiento nuclear entre las dos súper potencias mundiales.
Durante octubre de 1962 el peligro nunca había sido tan latente. Si hubiera ocurrido un ataque a gran escala, cientos de millones de personas hubieran fallecido. La precipitación radiactiva en la atmósfera hubiera provocado un deterioro del hemisferio norte, y una contaminación catastrófica se hubiera desatado en la atmósfera global y en los suministros de agua. La crisis de los misiles de Cuba representó una amenaza inigualable para la humanidad y provocó una prueba de liderazgo como ninguna otra.
El 16 de octubre McGeorge Bundy, asesor de Seguridad Nacional, le mostró al presidente Kennedy una serie de fotografías tomadas por aviones espía U-2, donde se podía constatar que los soviéticos habían instalado misiles balísticos de medio alcance en la isla de Cuba armas nucleares que podían impactar importantes ciudades estadounidenses en cuestión de minutos. Previo a su detección, los líderes soviéticos negaron haber colocado armas nucleares en Cuba. El descubrimiento convirtió a la Guerra Fría en un enfrentamiento nuclear. Cuando el 22 de octubre el presidente le informó a la nación de estas circunstancias, las repercusiones fueron instantáneas. A las pocas horas, los supermercados en los Estados Unidos se quedaron sin alimentos, las iglesias estaban atiborradas y casi en todos lados los ciudadanos se preparaban para lo peor.
A pesar de que en aquel entonces era un muchacho de 16 años en Australia, el director Roger Donaldson recuerda a detalle aquellas dos alarmantes semanas. "Durante aquella época mantuve un diario en el que escribí ingenuamente de la crisis de los misiles, me preguntaba básicamente si iba a haber un mañana, si me tenía que molestar por hacer mi tarea", recuerda Donaldson. "Tuvo un fuerte impacto en mi persona, esta sensación de que existía la probabilidad de que el mundo se iba a terminar".
Décadas más tarde, Donaldson, que había trabajado previamente con Kevin Costner en el thriller político "Sin salida", seguía fascinado por este aterrador momento en la historia; no solamente por los enormes riesgos y peligros, sino también por las conspiraciones personales y políticas que revirtieron la crisis. Cuando se le acercaron para ofrecerle el guión de "Trece días", inmediatamente reconoció los elementos de un clásico thriller de suspenso, pese a haber sido un caso de la vida real. "Vi la crisis de los misiles de Cuba no como un capítulo en la historia, sino como una gran historia; el thriller político por excelencia con el destino del mundo en la balanza", explica Donaldson.
"Es una historia intensa de drama humano que encierra una situación en la que los riesgos no podían ser más delicados. Me di cuenta conforme leía el guión que la mayoría de nosotros no nos dimos cuenta qué tan cerca estuvimos y qué fue lo que sucedió en las líneas del frente".


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