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 domingo, 11 de noviembre de 2007  
Masacre de dos pueblos
La historia de una venganza planificada durante dos años
Angel Pedro Lemos decidió hacer justicia por mano propia el mismo día que mataron a su hijo

Leo Graciarena / La Capital

Durante dos años, Angel Pedro Lemos gestó la idea que concretó el miércoles: vengar la muerte de su hijo asesinando a todos aquellos que tuvieron algún tipo de vínculo con aquel trágico episodio. Lo hizo con tres crímenes a sangre fría cometidos en dos localidades, Villa Cañás y Santa Isabel. “Nunca se pudo recuperar de la muerte del pibe y vivió estos dos años sólo para vengarse”, fue la explicación que dio uno de los pocos allegados al hombre que se mató con un disparo al corazón frente a la tumba de su hijo. Hoy, a cuatro días de aquel raíd que enlutó a dos pueblos, la gente trata de retomar la calma, aunque todos siguen hablando del tema.



El detonante. Cuentan en Santa Isabel que la masacre comenzó la madrugada del 13 de noviembre de 2005. Entonces, en una humilde vivienda de Italia al 1500, tres amigos compartieron un asado y algunas cervezas. Pero sucedió algo que alteró para siempre sus vidas. Pedro Rafael Lemos, de 19 años, recibió en el cuello una perdigonada de la escopeta calibre 16 que manipulaba Héctor Daniel Arangel y murió en el acto. “Ese mismo día don Angel dijo por primera vez que se iba a vengar. Fue en el hospital donde llevaron al pibe. Yo lo escuché”, comentó uno de los pocos familiares de Lemos que accedió a hablar con La Capital.

   Mientras el hombre lloraba la pérdida de su hijo, Daniel Arangel y Alejandro Pajón, los otros jóvenes que estaban en la casa, fueron detenidos. Para la Justicia, lo ocurrido fue un accidente. Arangel fue condenado a 4 años y 6 meses de prisión mientras que Pajón fue sobreseído.

   Durante los 724 días transcurridos desde aquella muerte, Lemos acumuló rencor contra todos los que, ante su nublada mirada, favorecieron a Arangel. Así, en nombre de su hijo, el miércoles ejecutó a tres personas e hirió a una cuarta de una lista de diez que había marcado para vengarse.



El pueblo de Pappo. “Acá nació Pappo”, reza uno de los carteles que dan la bienvenida a Santa Isabel, en referencia al mítico y ya fallecido rockero Norberto Napolitano. El pueblo se levanta a la vera de la ruta 94, a 15 kilómetros de Villa Cañas.

   Con unos 5 mil habitantes, Santa Isabel parece un pueblo sin tiempo. Nadie anda a las apuradas y todos cumplen con la liturgia de la siesta. Pero desde el miércoles el pueblo cambió. “Esto fue como si nostiraran una bomba porque nos conocemos todo”, contó Oscar, el cerrajero del pueblo.

   Caminando por las calles de la localidad puede palparse consternación y cierto grado de excitación ante la llegada de los medios nacionales. “Están TN y Crónica”, contaba una mujer mientras miraba por la tele la esquina de su casa, muy cerca de la plaza central y de la iglesia Santa Isabel de Portugal, donde velaron a Olga Cuminetti de Sylvester, la jueza de Paz del pueblo y una de las víctima de Lemos.



“Frío y violento”. Angel Pedro Lemos cumplió el último 13 de septiembre 62 años. Vivió gran parte de su vida en lo que fue su casa paterna, en Misiones e Irigoyen, el lugar donde funcionó lo que todos recuerdan como El boliche de Lemos. Sus últimos días vivió solo. “Era un tipo jodido, muy frío y violento”, contó Mónica, una de sus vecinas.

   “Nosotros veíamos cómo le pegaba a Pedro, el pibe muerto, y hasta lo echó de la casa. Todo esto es muy raro. Antes al pibe le pegaba y ahora le saltó el amor y mató a tres personas”, dijo una doña del barrio que se sumó a la crudeza con la que muchos se refirieron al autor de la masacre.

   “Siempre andaba persiguiendo a los Arangel”, explicó María, otra vecina. “Algunas noches se escuchaban tiros y yo me decía: ¡Uh! Ahí está Lemos”, indicó.



Un tipo difícil. “Pedro tenía un temperamento difícil y había que saber llevarlo”, contó Ana Goaper, ex esposa de Lemos y mamá de sus hijos, el muchacho muerto y Luisina, 26 años, quien hoy vive con su abuela materna. “No quiero hablar por respeto a la memoria de mi hijo”, requirió la mujer en la puerta de su casa de Villa Cañas.

   “Hace rato que venía estudiando cómo hacer para matarnos. A la novia de uno de mis hijos la agarró del cuello en la calle y le dijo que se alejara de nosotros. Era como una persecución”, comentó Orlando Pedro Vila Arangel, padre biológico del chico condenado por el crimen original y pareja de Marta Torres, la mujer de 55 años baleada por Lemos y sobreviviente de la masacre.

   Lemos vivía de la renta de una parte de su casa y se ayudaba para sobrevivir haciendo changas de soldadura y herrería. Se movía en bicicleta o en la Gilera 110 roja con la que recorrió su ruta de ejecuciones. “De mi tío todos hablan mal porque no lo conocían. Quisiera ver cómo reaccionarían todos los que hablan si le hubiera pasado lo que le ocurrió a él. Yo no voy a justificar lo que hizo, pero durante estos años lo vi llorar muchas veces por mi primo muerto. Nunca soportó ese hecho”, explicó Javier, sobrino de don Lemos.

   El muchacho también desmintió que su tío le pegara a Pedro. “No es verdad, como tampoco lo echó de la casa. Mi tío estaba mal, enfermo de cáncer de colon desde antes de la muerte de Pedro. Y por eso podían tener roces, pero era como los que tiene cualquier padre con su hijo”, concluyó Javier.
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El jueves, mientras velaban a las víctimas, la policía allanó la casa de Angel Pedro Lemos.

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